Por Isachi Fernández
El público habanero, y el cubano en general, se deja sensibilizar con las propuestas artísticas, es muy inquieto, le gusta el contacto directo persona a persona, comentó el coreógrafo y bailarín colombiano Eugenio Cueto durante el XX Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja Ciudad en Movimiento que concluirá el próximo domingo.
Junto al Ballet Experimental Contemporáneo, del cual es fundador y director, Cueto trajo a La Habana En este pueblo ya no canta la lechuza, una pieza ligada al folclor del Caribe colombiano y sobre la cual ofreció precisiones a Habana Patrimonial:
Es una obra de danza contemporánea basada fundamentalmente en un cuento de un escritor de la zona del Caribe colombiano, Álvaro Cepeda Samudio, quien murió a los 42 años en Nueva York. Del libro Los cuentos de Juana tomamos “En este pueblo ya no canta la”. El título queda así en suspense porque en el desarrollo se trata de generar inquietud, incertidumbre y trabajar el doble sentido, lo que es muy propio de la cultura del Caribe. Es un diálogo entre una abuela y su nieta generando doble sentido alrededor del erotismo y de la palabra del pájaro, cuyo significado es diferente en Cuba y en Colombia (allí se usa para referirse al pene).
¿Tiene que ver la obra con la vida en el campo?
Sí. Para la investigación se tuvieron en cuenta tres teorías acerca de la creación de una danza folclórica colombiana, el bullerengue. Los investigadores, dependiendo de la subregión, esgrimen una teoría u otra. Unos destacan la referencia al cortejo amoroso del palomo y la paloma, porque en esa vertiente participan hombres y mujeres, algo excepcional en el bullerengue, que es fundamentalmente una danza femenina. Otra versión asegura que en los fandangos, en las fiestas grandes del Caribe colombiano, las familias no se llevaban a las púberes porque, como estas tenían alborotadas sus hormonas, corrían riesgos. Las dejaban entonces con las abuelas. La otra versión dice que no eran las púberes sino las embarazadas. En ambos casos, ¿qué hacían estas muchachas con sus abuelas? Hablar de hombres y de sexo.
¿Qué pretende con la obra?
Reflexionar sobre el acercamiento de los jóvenes a lo erótico, que en Colombia tiene un tratamiento diferente para hembras y varones: mientras que a las primeras se les reprime en cierto grado, a los muchachos se les empuja. Lo que queremos defender es que el acercamiento y el desarrollo de lo erótico es algo consustancial al ser humano y que debe dejarse que cada uno lo viva de forma personal.
¿Qué otro elemento destaca la puesta?
Trabajamos el elemento del riesgo por eso decidimos usar las hamacas, que también por su apariencia se hallan cercanas a los genitales femeninos. Hay muchas imágenes relativas a lo erótico tratando de no ser literales y jugando entre lo erótico y el riesgo.
¿Por qué seleccionaron esta pieza en específico para traerla a La Habana?
Porque tiene mucha conexión con el sentir cubano, que es Caribe también. Este trabajo sobre el doble sentido y lo erótico igual tiene que ver con Cuba. La misma música es una creación original, una fusión, pero a través de los elementos de la música del Caribe colombiano.