Por Isachi Fernández
“La danza es mi modo pedir disculpas humildemente por la violencia histórica de mi país”, dijo en la capital cubana la coreógrafa y bailarina estadounidense Peggy Choy, quien se presenta hasta el sábado en el XX Festival de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja Ciudad en Movimiento, durante el cual propondrá varias obras al público local.
Tras haber impartido un taller de energía Chi en el inmueble que acoge a la Compañía Rosario Cárdenas, Choy bailará esta noche el unipersonal Arroz silvestre, en Las Carolinas, sede de la Compañía de Danza Teatro Retazos, a donde volverá el viernes, cuando dos integrantes de Danza Contemporánea de Cuba lleven a las tablas una pieza suya dedicada a los cinco antiterroristas cubanos liberados recientemente tras 16 años de encierro en los Estados Unidos.
El sábado, la artista, de origen asiático, completará su agenda en La Habana cuando la bailarina Gabriela Burdsall, de Danza Contemporánea de Cuba, interprete Instantáneamente desde lejos, inspirada en un comentario que hizo Fidel Castro sobre el yoga en 2012.
La creadora, con una vida familiar marcada por varias migraciones, halló en el movimiento y en las exploraciones de su cuerpo como instrumento expresivo, la base de sus búsquedas profesionales.
Ante una pregunta sobre la relación entre la energía Chi y la danza, Choy explicó que para poder respirar adecuadamente y tener un gran Chi, es necesaria una mente calmada, que es la fuente de la creatividad. Esta se halla en nuestro cuerpo, en nuestras raíces, en lo que recibimos de nuestros ancestros.
Durante 18 años, la investigadora ha recogido las tradiciones danzarías africanas y asiáticas, y sobre la base de esos registros, asevera que ambas presentan muchos cruces como por ejemplo, la fuente de energía localizada en la zona del abdomen bajo. A propósito de los vínculos asegura que la energía Chi se asocia al aché, que en la cultura yoruba es una fuerza interna que circula por todo el cuerpo.
Sobre lo que Cuba puede aportarle, dijo: “Me alegra la pregunta porque los estadounidenses estamos acostumbrados a creer que siempre somos los que ofrecemos, que lo llevamos todo, y resulta que estar aquí es un gran regalo para mí”.