Médicos botánicos chinos en Cuba

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

La Medicina tradicional china se afianza entre los cubanos

La milenaria medicina china es uno de los grandes pilares de la historia de la medicina universal. Sin duda alguna, su presencia se ha hecho sentir en Cuba y otros países.

En el siglo XIX comenzaron a llegar a la Isla médicos botánicos chinos. El primero del que se tienen noticias es Kan Shi Kom (su nombre en español, Domingo Morales), quien curó en Santiago de Cuba. También se habla de Liborio Wong Seng, que se unió al Ejército Libertador, y de Juan Cham-Bom-Biá (Chang-Bom-Biá), este último el de mayor popularidad entre los cubanos.

Su verdadero nombre, el que usaba al pisar el archipiélago caribeño, era Chang-Bom-Biá. Se dice que, junto a un grupo de agricultores chinos, viajó a la capital cubana, donde ejerció el oficio de cigarrero y, desde 1854, practicaba en La Habana la medicina botánica tradicional de su país.

Él mismo preparaba sus fórmulas a partir de plantas medicinales cubanas o de productos provenientes de San Francisco, California. Como dato curioso sobre esto último, existe una denuncia de 1863 en la cual se le acusa de haber recibido, sin la correspondiente licencia, una factura de medicamentos de esa ciudad norteamericana.

Acosado por denuncias de ejercicio ilegal de la medicina, Chang-Bom-Biá se trasladó a Matanzas. Allí ejerció con igual popularidad que en La Habana hasta 1871, cuando se asentó en Cárdenas, en aquella época un núcleo de numerosa población china.

Chang-Bom-Biá alcanzó tanto prestigio como curador de enfermos que, aún hoy cuando un paciente no tiene esperanza de salvación, suele decirse: “A ese no lo cura ni el médico chino”.

No se ha podido precisar la fecha en que murió en su casa de Cárdenas, donde vivía completamente solo. Existen conjeturas sobre la causa de su fallecimiento; para unos fue envenenado, en tanto, otros aluden a un suicidio con algunos de los alcaloides desconocidos que guardaba.

El célebre médico botánico chino se ganó un sitio privilegiado en la historia de la práctica médica empírica en Cuba. Junto a sus indiscutibles conocimientos sobre las plantas medicinales de la Isla, su clara inteligencia y habilidad en el diagnóstico clínico, es paradigma de desprendimiento, desinterés económico y profundo amor a la humanidad.

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