Historietas que cuentan secretos de nuestra ciudad

Por María Lucía Bernal, especialista de Vitrina de Valonia

¿A quién no le gusta escuchar buenas historias?, ¿quién no se deleita con cuentos de aventuras, castillos o tesoros antiguos?… Quizás todos hemos sido seducidos alguna vez por los relatos de nuestra vieja Habana donde siempre hay cabida para algún que otro mito que nos hace soñar con grandes barcos hundidos llenos de monedas de oro, ceibas que conceden deseos o personajes mágicos que viajan en el tiempo.

Es indudable que toda esa fantasía fue la inspiración del libro que presentamos hoy, aunque escribir sobre hechos que de una forma u otra todo el mundo conoce y que aún se conserve el encanto fue sin dudas uno de los retos a los que se enfrentaron los autores.  Pero es que realmente necesitábamos un libro como este, no uno de historia, aburrido, que solo habla de los hechos cronológicos de nuestra ciudad; sino algo especial que nos animara a querer saber más sobre nuestro pasado.

Entonces qué mejor manera de hacerlo que a través de una historieta. Imagen y textos acoplados para trasladarnos en tiempo y espacio hacia los orígenes de San Cristóbal de La Habana. La experiencia de Jorge Sariol como guionista y de Ángel Velazco como dibujante fue la garantía de una obra especial, que convocó en sus páginas a personajes reales y ficticios en una comunión mágica.

Pero no por el hecho de ser una historieta deja de ser menos seria la trama; la investigación de los hechos y la visualidad de los momentos históricos que describe fueron plasmadas con gran rigurosidad, fruto de una ardua investigación.  Y es que esta historieta es también para los menos jóvenes, para aquellos padres que gusten del noveno arte y que quieran inculcarles esta afición a sus hijos. Pero lo más  importante es que no solo es entretenida, sino que su principal fin es convertirse en un instrumento de aprendizaje para todos.

Este libro es un paso más de acercamiento a las nuevas generaciones, es una manera de enamorarlos  de La Habana, de hacerlos partícipes del proceso de conservación del patrimonio de nuestra ciudad  y de mantener despierta la curiosidad, porque es posible que aún queden piedras esperando para contar su historia.

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