Por María Lucía Bernal, especialista principal de Vitrina de Valonia
Una muestra suigéneris nos ofrece Vitrina de Valonia con Huellas dactilares, la primera exposición personal de Arassay Hilario Reyes, joven ilustradora que proviene de los Estudios de animación del ICAIC.
La propuesta surge a partir de la relación entre su línea de dibujo y la estética afrancesada que constituye el sello de sus obras, a veces un tanto aniñadas, pero siempre con un sabor picaresco de trasfondo. La Semana de la Francofonía devino excusa para presentar al público una joven artista que ya ha cosechado halagos en sus pocos años de trabajo.
Imágenes desbordantes de ternura que encierran pequeños misterios, elementos identitarios de las regiones francófonas como marcas singulares que distinguen cada personaje. Una vaca, una historieta, un lugar, una frase….símbolos a descubrir a través del collage, el acrílico, la acuarela, la plumilla o el lápiz que utiliza la autora en sus piezas. Lo autorreferencia como signo y punto de partida hacia el universo europeo, cada ilustración se presenta como enigma al intelecto; una huella a descubrir: sutil, pálida o escandalosa y evidente según corresponda.
El collage se integra perfectamente a la manera de concebir de Arassay, quien aboga por la búsqueda del movimiento a partir de la superposición de texturas que logren dar la sensación de vida a sus personajes.
Otro elemento importante de su visualidad es el uso del color que no puede negar su influencia del pop, pero con un poco más de brillo; lo que hacer dudar del sentido infantil de la artista, hasta que se visualizan elementos fálicos o demasiados sensuales dejados casi al azar para el espectador curioso.
Esta muestra precisó de un estudio profundo por parte de la creadora para encontrar detalles de la cultura francófona europea que armonizaran con su estética; de ahí también la presencia obligatoria del comic, pasión que comparte la artista y que se hace notable en dos de las piezas a través de alusiones ingeniosas a historietistas como Hergé[1] y Moebius[2].
La exposición es también un poco leer a Baudelaire acomodado en la silla de Bourollec o escuchar “Ne me quitte pas” mientras se disfruta de un café… finalmente una invitación rosada de Arassay Hilario a la casa azul de las historietas en Cuba.