Tomado de Cubasí
Escrito por Yisell Rodríguez Milán/ Fotos: Habana Radio
Pase usted por La Habana vieja, a las 9:00 de la noche, y justo tras el cañonazo viajará al pasado, con banda sonora incluida. A esa hora, en el Anfiteatro del Centro Histórico, entre los muros de piedra que vieron cantar a Pedro Vargas, Benny Moré y Libertad Lamarque hace más de medio siglo, hoy la gente disfruta de grandes éxitos de Broadway y otros escenarios internacionales.
La espectacularidad se apodera entonces del coliseo, donde una veintena de jóvenes artistas -con edad promedio de 23 años- traen a Cuba De vuelta al musical, nombre con el cual Alfonso Menéndez, director de la Compañía del Anfiteatro habanero, distinguió esta puesta en escena.
Pocos son los dramaturgos que se atreven a incursionar en un género cuyos gastos superan en demasía las ganancias (nunca suficientes pues ya sabemos que la cultura aquí rentable no es) por su alta factura y cuantioso personal artístico, y que, para colmo, a nivel nacional está en “terapia intensiva”. Solo Tony Díaz, José Milián, Nelson Dorr y el propio Alfonso han logrado resucitarlo, inyectándole al teatro musical altas dosis de creatividad y riesgo.
En este caso, sin trajes de etiqueta, ni grandes costos de entrada (vale apenas cinco pesos en moneda nacional), cientos de personas van a ver al anfiteatro cómo los cubanos damos vida a las míticas coreografías de Cabaret, Chicago, Moulin Rouge, Los miserables, Cantando bajo la lluvia, Mama mía, El mago de Oz, New York, New York, El fantasma de la Ópera, La viuda alegre, A chorus line o Evita.
El encantamiento tiene efectos inmediatos sobre las personas: los ojos brillan, retumban aplausos tras cada número, muchos se acercan a fotografiar a los actores de cerquita (incluso bajo el riesgo de desconcentrarlos porque nadie aparta a los más atrevidos) y siempre hay quien entona algún fragmento de canción -en español o en inglés- entusiasmado por la propuesta.
Al respecto Frank Padrón, crítico cubano, publicó en el diario Juventud Rebelde: «Tras varios años de infatigable labor llevando al espacioso escenario del Anfiteatro lo que brilla y vale de Broadway y mucho más allá (o acá), Menéndez se enfrasca ahora en una empresa mayor: una antología.
«Entonces veremos desfilar, con la complicidad de esas maravillosas voces siempre en función de los grandes títulos del repertorio internacional, de estos actores que bailan, actúan, se mueven con la gracia y la destreza de sus personajes, de esos vestuarios que reproducen fielmente mitos, leyendas y realidades diversas, de esa dinámica escénica que siempre contagia y encanta, segmentos de lo mejor y más representativo del musical de ayer y de hoy».
Magda González Grau, otra comentarista, escribió: «Esta vez, como casi siempre, Alfonso pica alto. Un programa variado compuesto por clásicos del género, desde los más probados, hasta novedades como Los miserables, es el plato que nos pone a la mesa, en gesto audaz».
Y sí que es audaz este director y guionista teatral a quien la mismísima Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso le pidió en los ochenta ocupar la plaza de Vicedirector Artístico del Gran Teatro de La Habana y que tiene bajo la manga grandes y recientes éxitos como Cecilia Valdés (2000), El Fantasma de la Ópera (2006), La viuda alegre (2007), El jorobado de Notre-Dame (2008), La Bella y la Bestia (2009), Cats (2011) y El rey león (2012).
Esta vez entre lo novedoso de su propuesta musical está el estreno en Cuba de dos piezas de Los miserables: Yo tuve un sueño y La canción del pueblo, ambas de Claude-Michel Schonberg.
Pero no todo son luces, a mi consideración, con respecto a este espectáculo que se presentará hasta diciembre y cuyas entradas se venden desde las cinco de la tarde, los fines de semana.
Resulta que, aún cuando son evidente las dotes musicales de Laritza Pulido, Reynier de Jesús Borrego y Xenia Figueroa, egresados del Arte Lírico a quienes los espectadores aplauden con más o menos furor, mejor hubiesen quedado sus interpretaciones si en vez de doblar se hubiera cantado en vivo.
Doblar una canción, aunque se haga bien, casi siempre deja un gustico a falsedad, y más aún cuando queda solo el cantante-actor en el escenario (como pasó dos o tres veces) sin acompañamiento coreográfico que distraiga la atención de sus movimientos.
Tampoco hubiera estado de más que, en vez de reproducir casi con exactitud los pasos de baile que internacionalizaron esos números, se le hubiera dado un toque más cubano a la coreografía, con lo cual es muy probable que la Compañía no quedara mal parada ante los ojos del público y sí hubiera salido con mayores elogios y un sello artístico indiscutible.
Aunque quizás la razón de esta evasión se deba a la inexperiencia de la mayoría de los actores, quienes a pesar de ensayar durante varios meses hasta más allá de la media noche esta es la primera o la segunda vez que se enfrentan a los retos físicos del género.
De todas formas, De vuelta al musical, es un espectáculo mágico que arrulla las noches de La Habana vieja con clásicos del cine y las tablas interpretados por voces de lujo así como por el coro y la orquesta del Instituto Cubano de la Radio y la Televisión (ICRT), dirigida esta última por Miguel Patterson.
Cierto es que a su puesta en escena, aunque gloriosa, todavía le falta mucho para rozar la alta varilla que dejó como antecedente el teatro vernáculo que inmortalizó en Cuba a personajes como la Mulata, el Gallego y el Negrito, pero más tiempo que vida hay para lograrlo y ganas y talento también.
PROGRAMA
«Mascarada» (El Fantasma de la Ópera) / A. L. Webber
«Over the Rainbow» (El mago de Oz) / Harold Arlen
«Muchachitas» (Cabaré) / John Kander
«Yo me acaricio» (Cantando desnudos) / Stephen Bates
«La bala se escapó sola» (Chicago) / John Kander
«Quizás esta vez» (Cabaré) / John Kander
«Septimino» (La viuda alegre) / Franz Lehár
«Mama» (Chicago) / John Kander
«Singing’ in the Rain» (Cantando en la lluvia) / Nacio Herb Brown
«No llores por mí, Argentina» (Evita) / A. L. Webber
«Venga el jazz» (Chicago) / John Kander
«Podría yo bailar toda la noche» (Mi bella dama) / Frederick Loewe
«Yo tuve un sueño» (Los miserables) / Claude-Michel Schönberg
«La canción del pueblo» (Los miserables) / Claude-Michel Schönberg
Memory (Cats) / A. L. Webber
«Vengan al cabaré» (Cabaré) / John Kander
Mesié Julián / Armando Oréfiche
«Los diamantes son los mejores amigos de las chicas» (Moulin Rouge!) / Jule Styne
«New York, New York» (New York, New York) / John Kander
«Uno…» (A Chorus Line) / Marvin Hamlisch
Encore
«Mamma mia» (Mamma mia!) / ABBA
Solistas
Laritza Pulido
Reynier de Jesús Borrego
Xenia Figueroa
América Camellón
Marcos Garbayo Moreno
Diudi Sardiñas
Daniela Miralles
Camila Oria
Cuerpo de baile
Compañía del Anfiteatro del Centro Histórico
Puesta en escena
Alfonso Menéndez