Por Danislady Mazorra Ruiz, especialista del Centro Hispanoamericano de Cultura
“Muchachos con estilo, pose, comenzamos desde arriba, papapapa..papapa y…”
Así comenzaba Irene Rodríguez sus clases en el primer Taller de Baile Flamenco que, como parte del proyecto Rutas y Andares, propuso este verano la Oficina del Historiador. Del 5 al 10 de agosto sesionó este curso intensivo de baile español que ofreció la Compañía Irene Rodríguez para niños y niñas de 7 a 18 años.
Recién salida la convocatoria, el Centro Hispanoamericano de Cultura, sede de este proyecto, atendió numerosas e inmediatas solicitudes para participar en el taller. Muchas razones justificaban la ansiedad y premura de las peticiones: la joven pero ya célebre Compañía Irene Rodríguez anuncia que dará sus primeras clases de danza española, la matrícula es abierta y todos quieren participar de la magia y la fuerza del baile que caracteriza a esta agrupación. Era necesario apresurarse para poder ocupar una de las 50 capacidades de la matrícula, que terminó por duplicarse.
Las niñas, niños y jóvenes llegaron de todas partes, no solo de La Habana, sino también de Camagüey, con diferentes niveles de conocimiento de la técnica del flamenco, pero todos con el enorme deseo de aprender de la talentosa compañía.
Cinco días, dos horas de clase por jornada e innumerables repeticiones de giros, movimientos de manos y taconeo, así funcionó el taller. Al finalizar, todos quedaban exhaustos.
El sábado fue el gran día, la función de clausura, el resultado de menos de una semana de trabajo de profesores y alumnos. No obstante, el pronóstico era favorable. Del talento y la disciplina de los bailarines de la compañía y de los alumnos participantes en el taller no se podía esperar poco.
La presentación se dividió en dos momentos, según los grupos: primero las niñas de 7 a 11 años, y luego los más grandes, de 12 a 18 años.
El teatro del Centro Hispanoamericano se abarrotó de padres y público en general. La presentación se inició con una demostración de clase del primer grupo, en la que los asistentes observaron el rigor del esfuerzo exigido a las alumnas. Luego, una coreografía con la música de La Primavera de Vivaldi, llevada al flamenco. El segundo grupo, una vez finalizada la actuación del primero, igualmente inició con una demostración de clase, y acto seguido presentó la coreografía montada especialmente para ellos, acompañado de los músicos, en vivo.
A pesar de las diferencias entre los niveles de conocimiento del baile entre las niñas, ambos actos brillaron por su excelencia. Una elección adecuada de los solistas y de la organización de las filas fue la clave para homogenizar, ante el público, las habilidades y capacidades de las niñas y jóvenes bailarines. El resultado fue una admirable actuación que se destacó por la mezcla perfecta entre dulzura y fuerza de la danza flamenca.
La función dejó maravillados a los asistentes que, a pesar de conocer el talento, la originalidad, el vigor y la disciplina de la Compañía Irene Rodríguez, quedó igualmente sorprendido ante la calidad del espectáculo brindado. Al finalizar la actuación de los alumnos del taller, la propia Compañía presentó el número, Al Andaluz, para sellar con broche de oro la función.
Una vez más, la Oficina del Historiador y la Compañía Irene Rodríguez combinan esfuerzos para dejar maravillados a los espectadores cubanos – recuérdese la actuación de la compañía en la Plaza de la Catedral. Este taller de verano del proyecto Rutas y Andares ha sido, sin duda alguna, una de las experiencias más intensas y exitosas de este programa. Participantes y organizadores quedaron muy complacidos con esta iniciativa que, a pesar de ser la primera, parece que no va a ser la última.