Carteles de cine mexicano: una tradición cultural de indiscutible personalidad propia

Palabras de Rafael Acosta de Arriba en la inauguración de la muestra de carteles de cine mexicanos en la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez.

“Con la certidumbre de que no se puede escribir la historia del cine mexicano sin hacer referencia a la existencia de los carteles promocionales de esa cinematografía, deseo comenzar estas brevísimas palabras.

Desde 1896, a partir de la llegada de Gabriel Veyre y Ferdinand Bon Bernard, los enviados de los hermanos Lumière a México, se imprimieron y pegaron en paredes y postes de la ciudad propaganda sobre las primeras películas traídas al país por los pioneros franceses. Ese fue el comienzo, unos pasquines promocionales.

Sin embargo, el auge del póster de cine comenzó en 1917, cuando Justiniano Carranza, con el fin de contrarrestar la pésima imagen que se difundía fuera de México sobre la Revolución, decidió impulsar la producción de películas que ofrecían otra imagen del país y de los mexicanos. Junto con los filmes se desarrollaron los carteles que informaban sus datos esenciales. Esto ocurrió, fundacionalmente, en el resto de esa década y durante todo el decenio subsiguiente.

Ya en la década de los 30 el cartel fue considerado como uno de los complementos indispensables para la promoción de las películas. Por 1936, cuando se filma Allá en el Rancho Grande, de Fernando de Fuentes, es que la producción y evolución del cartel de cine se consolida.

En poco tiempo la industria de cine mexicano se convirtió en la más importante de habla hispana. Comenzó a mirarse en serio hacia la meca, Hollywood, y se adoptaron rasgos y modos del star system norteamericano. Pedro Infante, Tito Guizar, Mario Moreno (Cantinflas), Jorge Negrete, María Félix y Arturo de Córdova, por solo citar algunos entre los más reconocidos actores y actrices, garantizaron un éxito de taquilla que comenzó a conocerse como La Época de Oro del cine mexicano. Concomitantemente los carteles arribaron también a su edad dorada. Es curioso que en esta etapa los diseñadores de los carteles no los firmaran ya que consideraban tales trabajos como netamente comerciales.

Este período de esplendor, del cual forman parte la mayoría de los carteles recogidos en esta muestra, dura hasta los inicios de la década de los sesenta del siglo pasado. Con posterioridad sobreviene un momento de mediocridad que, salvo contadas excepciones, hace que decaiga la fuerza expresiva de estos carteles.

A finales de los sesenta se fue gestando una nueva generación de diseñadores quienes, de conjunto con artistas plásticos de mayor experiencia, renovarían los conceptos de diseño del cartel. A partir de 1966-67 se hizo frecuente la utilización de alguna fotografía representativa del tema abordado por la película, a un gran tamaño, y se le anexaba una tipografía de formas singulares. Algunos carteles aquí expuestos pertenecen a dicha etapa.

Estos carteles los fui coleccionando a mediados de los noventa, cuando por razones de trabajo viajé a México en varias oportunidades en mi calidad de director del Centro de Información Cinematográfica del ICAIC. Algunos regalos e intercambios con carteles cubanos, hicieron posible conformar una colección de la cual esta exposición es un fragmento. Es la primera vez que se exhiben.

El cartel de cine mexicano sirvió para forjar, a lo largo del siglo XX, una tradición cultural de indiscutible personalidad propia y en consonancia con lo más característico de la cultura nacional de México. Como afirmó un especialista hace mucho tiempo, en algunos casos se dio que el cartel era superior a la película que representaba.

A los diseñadores anónimos de los 40-50, a Vicente Rojo, Alberto Isaac, Abel Quezada y Rafael López Castro, creadores sobresalientes del cartel de cine de los 60 en adelante, a todos ellos, va dirigido el homenaje que significa la exposición que hoy inauguramos.

Sirva pues esta muestra para rendir homenaje también a la cultura mexicana a través de una de sus muchas expresiones”

Rafael Acosta de Arriba

Curador

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