Tomado del sitio Habana Patrimonial
23 de Julio de 2013
Por Isachi Fernández
La radicalización del feminismo en la década de 1970 y su impacto en la fotografía, el videoarte y la performance en Cuba fueron ilustrados en Factoría Habana, espacio para la creación y la promoción artística que enriquece durante julio y agosto el programa de verano de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Un recorrido por las obras más transgresoras en cuanto a concepto de género en el panorama nacional de las últimas décadas fue una de las propuestas de la institución a través de Danay Medina, especialista de artes visuales, quien inició su disertación con una referencia a la creadora cubano-estadounidense Ana Mendieta.
De la artista, una de las víctimas de la Operación Peter Pan, diseñada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la alta jerarquía de la Iglesia Católica en Miami, se subrayó su modo de asumir su propio cuerpo en la obra, tras despojarlo de su carga erótica y utilizarlo para, con una marcada presencia de la sangre, tratar temas como la violencia contra la mujer.
Asimismo, se repasaron algunos de sus trabajos con los mitos fundacionales de las diosas madres y su juego con lo híbrido en cuanto a género.
Medina se detuvo luego en la artista Marta María Pérez (La Habana, 1959) y su visión del embarazo, ya fuera de toda aproximación romántica o idílica, como un estado también pletórico de contradicciones, dudas y miedos para la mujer.
El público pudo observar reproducciones de algunas de las fotografías de la serie Para concebir, en las cuales la artista toma como apoyatura ciertas supersticiones que circulan en la sociedad cubana alrededor de la preñez.
Tras analizar esas piezas, que echan a un lado toda una tradición en el modo de asumir la maternidad por el arte, marcado por la herencia cristiana, la especialista se centró en la fotografía performática de Cirenaica Moreira y su tratamiento del dolor y la falta de libertades asociados a lo femenino.
La mujer atrapada por el ámbito doméstico, especialmente en la serie Piel de Vaca, y lacerada por los rigores biológicos y las presiones sociales han sido tópicos recurrentes en la artista, precisó Medina, quien también aludió al quehacer de Moreira en torno a lo kitsch y su eclosión en las tradicionales fiestas de quince.
Minutos más tarde, se pasó revista a algunas piezas de Nadia García, quien recrea un estereotipo de la mujer desde la ostentación y las marcas de la pseudocultura reproducida por lo más basto del audiovisual.
Los discursos acerca de lo femenino generaron también un replanteo de la propia masculinidad a partir del desmontaje de estereotipos. Ello quedó en evidencia a través de la obra de René Peña, y específicamente su trabajo alrededor de los clichés que giran en torno al hombre negro y sus presuntas potencialidades sexuales.
Sobre los cánones de los géneros y su quiebra, también se tuvo en cuenta el aporte de Abigail González Piña y de la Cátedra Arte de Conducta, encabezada por Tania Brugueras.