Por Magda Resik Aguirre. Directora de Comunicación. Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana
La práctica comunicacional de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, data de las primeras décadas del pasado siglo. Emilio Roig de Leuchsenring, primer Historiador de la capital cubana, fue hombre de los medios y los empleó en sus disímiles cruzadas a favor de la preservación del patrimonio y la identidad patrios. De entonces a nuestros días, el audiovisual, la radio digital, el lenguaje hipermedial, las transmisiones satelitales, el universo insondable de Internet… entre otros muchos soportes, se han unido a periódicos, revistas, libros y a la radio, como vehículo de comunicación insustituible dada su universalidad y accesibilidad en el entramado social. Por sobre todas las variantes comunicativas, tanto Roig, como su sucesor Eusebio Leal Spengler, han ponderado con sus actos la efectividad del empleo de la palabra viva, como irreemplazable recurso en el diálogo humano. Tribunos de altas competencias, son ellos mismos un ejemplo de cuánto la oralidad asienta en el imaginario colectivo los valores de un discurso particular.
Con el paso de los años, el sistema de comunicación institucional que hoy exhibe la Oficina habanera – como experiencia sin igual en el mundo –, cuenta con un aval de efectividad práctica en los propósitos de sensibilización y promoción que impuso, en nuestros días, el acercamiento académico a un asunto de alto impacto en las políticas públicas de salvaguardia patrimonial.
Comunicar el patrimonio es garantía de su preservación. Ni los decisores gubernamentales, ni los hacedores de la restauración, ni los pobladores de un sitio –portadores ellos mismos del denominado patrimonio intangible -, comprenderán su responsabilidad en un asunto que debiera interesarnos a todos, si no se apropian conscientemente de los valores a perpetuar. Y el sentido de pertenencia – es sabido – nace del reconocimiento.
Sirva este ejemplar impreso, que apunta a convertirse en una colección de textos útiles, como recurso para afirmar el papel de la comunicación en la preservación de nuestra memoria. ¿De dónde venimos? Es una pregunta a la que debemos respuestas quienes intentamos validar la imposibilidad de preservar el patrimonio eludiendo las muy diversas maneras de comunicarnos y comunicarlo.