Eusebio Leal Spengler, cubano de utilidad infinita

Por: Yimel Díaz Malmierca

Septiembre suele ser un mes tranquilo, son días en que la naturaleza renueva sus colores: al norte se abre paso el otoño, mientras al sur del mundo brota la primavera. Cuentan que los nacidos en esta época del año suelen ser personas meticulosas, organizadas y persistentes, dones que distinguieron a Eusebio Leal Spengler, ese «cubano de utilidad infinita», como lo describió Magda Resik Aguirre, directora de Comunicación de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).

Pero más allá de las virtudes naturales con que llegó al mundo el 11 de septiembre de 1942, Leal cultivó otros atributos que lo convirtieron en un ser excepcional, en líder de un proyecto abarcador, integral y coherente que ha convertido al Centro Histórico en referente mundial de cómo imbricar la restauración y la conservación patrimonial con la vida sociocultural y económica de una ciudad.

Desde que fue nombrado al frente del Museo de la Ciudad (1967), comenzó a crecer y consolidarse la idea de una institución que guiara el renacer de la parte más antigua de La Habana. A la par, el hombre continuaba con su formación autodidacta hasta llegar a convertirse en uno de los intelectuales más lúcidos de Cuba de los últimos años. Parte de esa evolución en paralelo de la OHCH y de Eusebio Leal puede verse en la casa de Amargura número 65, entre Mercaderes y San Ignacio, espacio postrero del Historiador de la Ciudad que se ha propuesto ser epicentro de su legado.

Entre los artífices del proyecto Casa Eusebio Leal Spengler (más conocido como Casa Leal) destaca Magda Resik, colaboradora cercana del Historiador, quien llegó a llamarla hija en público más de una vez. La también directora de la emisora Habana Radio considera un inmenso privilegio haber conocido y trabajado con ese «hombre cultísimo, austero, ajeno a toda vanidad, adorador de la belleza y de la lozanía de la juventud», virtudes que de alguna manera también quedaron plasmadas en el guion museológico de la institución.

En estos días de septiembre la Casa Leal volverá a llenarse de invitados. Varias actividades evocarán el natalicio del Historiador, muchos admirarán la obra restaurada y habrá preguntas, algunas de las cuales pusimos esta vez justo frente a Resik Aguirre.

¿Cuál es el concepto de la Casa Leal?

La Casa, como solía llamarla él, fue la última donde trabajó. Allí transcurrió buena parte de su vida útil, pues sabemos que Leal dedicaba incansables horas al trabajo. Ese espacio lo fue armando de a poco, con regalos que le hacían amigos cubanos y del mundo y con elementos afines a su espiritualidad. Así fue concibiendo un entorno que lo abrigaba y estimulaba en su quehacer diario. Es un sitio donde todo es un referente a su pensamiento, a sus gustos estéticos, a sus preferencias históricas y a las figuras que le apasionaban, como José Martí.

En ese lugar solía encontrarse con personalidades que venían al Centro Histórico; recibía a sus colaboradores para impartir orientaciones puntuales en despachos breves y enjundiosos, pues bien sabemos que aprovechaba cada minuto. Por muy corto que fuera el intercambio con Leal, siempre era de una riqueza infinita.

¿Cuántos años trabajó Leal en la Casa?

Desde el 2015, cuando concluyó la restauración, y en ella vivió los años más duros de la enfermedad. Lo recuerdo recostadito, a veces en el sofá, por los dolores que le aquejaban; pero siempre presto a recibir a las personas que había citado o para despachar problemas diversos.

Al morir Leal, el lugar se convirtió, de manera natural, en el epicentro espiritual de su legado, ningún otro sitio posee el halo de subjetividad que distingue a la Casa. Cuando entras al recinto sientes a ese Leal íntimo, diferente del que aún parece caminar por las calles del Centro Histórico. Allí habita una especie de corazón latente de Leal.

La dirección de la Oficina, consciente de la importancia del capital simbólico para mantener la obra, decidió elaborar un proyecto que permitiera preservar ese atributo en el inmueble. La iniciativa iba encaminada a asociar la dinámica y el proceder cotidiano de Leal con una propuesta cultural coherente. El proyecto de la Casa Leal es una evocación del quehacer del Historiador que además busca impulsar, con mucha fuerza, la investigación y producción de contenidos
académicos vinculados a su legado. Esto tiene un radio de acción muy amplio, pues incluye lo que hizo por el patrimonio habanero y también por el de aquellos lugares que conforman la red de ciudades patrimoniales cubanas que fundó y lideró.

Leal fue un ser múltiple, historiador, patriota, restaurador… También fue un hombre muy culto, dado a las relaciones internacionales, por eso pudo dialogar con figuras prominentes del mundo y recibió muchas condecoraciones, reconocimientos, y doctorados honoris causa. En la muestra expositiva del piso inferior de la Casa hemos intentado reflejar esas dimensiones del ser humano y profesional. Muchas personas del mundo que aún lo buscan llegan a ese lugar por diversas razones: lo conocían, vienen a trabajar a la Oficina o sienten curiosidad por la institución que levantó con tanto esfuerzo. Lo común es que deseen rendirle tributo.

No obstante, siempre he dicho que la Casa no es el único reducto para hablar de Leal, el día que lo encerremos en esas paredes estaremos traicionando esa impronta que dejó en cualquier sitio del Centro Histórico. ¿Dónde no estuvo él, qué no tocó con sus  manos, qué proceso de restauración le fue ajeno, qué edificio o antiguo palacio no conoció sus pasos?

La Casa Leal tiene entonces la misión de preservar su memoria y, a la vez, abrirse al quehacer del Centro Histórico que es, en definitiva, el gran legado de Eusebio Leal Spengler.

¿Qué propósito persigue el Centro de Información de la Casa Leal?

La idea es que el Centro de Información tenga el soporte tecnológico necesario para hacer posible la consulta, mayormente digital, de textos y documentos vinculados a Leal. Es un espacio que conecta a las bibliotecas de la Oficina con instituciones como las que pertenecen a la Dirección de Comunicación, que atesora una vasta colección de materiales audiovisuales, o la Subdirección de Patrimonio Documental, que custodia valiosos archivos.

Leal fue un hombre muy original, aportó al debate sobre cultura, sociedad, política, historia de la nación cubana… Todo eso hay que preservarlo y estudiarlo, por eso pretendemos que el Centro se convierta en un nodo de acceso al conocimiento, a la vida y a la obra de Leal, que utilice el soporte de fibra óptica de la Oficina e interconecte a los interesados en estudiarlo.

Yo he asumido como un compromiso personal la labor de recuperar, ordenar y publicar todo lo más que pueda de Leal. Sus palabras, aquellas que no se llevó el viento y están en los archivos de nuestra productora de audiovisuales y en Habana Radio, deben quedar en blanco y negro. Es mi obsesión, y mientras más tiempo pasa, más convencida estoy de la necesidad de perpetuar el tesoro de su oralidad para las generaciones venideras.

¿Cómo conectas simbólicamente a Eusebio Leal con la figura de Francisco María de la Luz de Arango y Parreño (La  Habana, 22 de mayo de 1765-21 de marzo de 1837), quien nació en ese inmueble?

Los conecta solo la condición de cubanos que prevalecía en ambos. No obstante, aprovecho para comentar que muchos de los inmuebles más valiosos del Centro Histórico tuvieron varios dueños. Eran personas o familias que podían tener una ideología determinada, o entendían a Cuba de una manera muy distinta a lo que Leal asumía como ser patriota, pero todos forman parte de la memoria de Cuba.

Eusebio Leal fue un gran conocedor de la historia nacional y no creía en omisiones. Insistía en preservar las edificaciones y también la historia de vida de quienes las habitaron. Defendió ese proceder como un ritual en todas las obras ejecutadas por la Oficina a lo largo de los años. Es una práctica que dejó dicha y hecha.

En el caso de la restauración de lo que es hoy la Casa Leal, se realizó una intervención que cumplió ese proceder: empezaron por la prospección arqueológica (los restos hallados se exhiben en un nicho habilitado para ello en el primer nivel de la Casa); se protegió la techumbre «porque es el manto protector de la vivienda»; y se indagó en la historia de quienes habitaron ese espacio, recuento que condujo a Arango y Parreño, miembro de la familia más notable que vivió el inmueble.

De manera que el hecho de rescatar nuestros valores patrimoniales también emparenta a las dos figuras.

El 11 de septiembre Eusebio Leal estaría cumpliendo años ¿Qué significado tenía esa fecha para él?

Leal gustaba aclamar la vida, pero el 11 de septiembre se convirtió en una fecha que ya no quería celebrar pues coincidió con sucesos históricos que, dada su extrema sensibilidad, lo conmovieron profundamente: el asesinato de Salvador Allende en Chile, en 1973; y el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001, que abrió un período oscuro para la humanidad y supuso persecución y guerras con la justificación del acto terrorista. Eso habla de un hombre cuya vanidad declinaba pensando siempre en los demás. Era capaz de sentir el dolor de otros como propio, al punto de sacrificar su fecha de cumpleaños.

Pero Leal tampoco era hombre de celebrar la muerte, no era esa la fecha que solía encumbrar, gustaba más de hablar del ser humano que llegaba a la vida, por eso para nosotros el 11 de septiembre tiene la connotación de ser la fecha en que nació ese hombre extraordinario, iluminado. Y hay que mantener esa especie de jubiloso ritual.

Leal tenía horror a que se olvidaran las grandes figuras que habían aportado a la construcción del país y él, desde su modestia, fue un cubano útil a su tiempo, aportó mucho a Cuba, su Patria amada como solía decir. Entonces hay que recordarlo, respetar su memoria y traerlo de vuelta de la mejor manera posible. Tenemos que sintonizar su pensamiento con las nuevas generaciones pues, aún después de muerto, su utilidad es infinita.

Las luces guías de Leal en la intervención restauradora

La restauración de un inmueble es obra de muchas personas, es un proceso donde intervienen expertos y gente de oficios diversos para articular saberes y habilidades en función de un concepto o propósito. Entre esas almas que durante casi dos décadas laboraron como hormiguitas para devolverle la vida a la casa de Amargura 65—primero como sede del Historiador de la Ciudad y recientemente como Casa Leal— se encuentra la arquitecta Yaumara Fernández Muik, Inversionista Residente de la obra, quien trabaja en la Unidad Presupuestada de Inversiones de la OHCH. La experta, a pesar de ser reacia al protagonismo que concede la prensa, accedió a compartir con los lectores del Programa Cultural detalles del proceso restaurador que consagró los valores patrimoniales y simbólicos de esta casa señorial habanera.

Una de las maneras que Leal utilizaba para impulsar la restauración de grandes edificios era mudarse al lugar, era una de sus formas de presionar, afirmó la especialista. Así recorrió, por ejemplo, la casa Pedroso y luego la casa natal de Arango y Parreño, un cubano ilustre, fundador de la Sociedad Económica Amigos del País, institución de gran impacto para la vida de Cuba en su momento.

La restauración de la casa de Amargura número 65 se realizó tomando en cuenta el devenir del inmueble a lo largo de su historia, aseguró. El mayor reto fue la intervención constructiva de rescate y restauración, estructurada en cuatro etapas que se extendieron entre el 2000 y el 2015.

«Se trabajó de forma escalonada y eso garantizó un resultado orgánico. Poco a poco fuimos descubriendo lo que podíamos recuperar, reproducir, desarrollar o desechar. Identificamos además los nuevos usos que podían darse a cada espacio. Desde el punto de vista constructivo, la intervención restauradora que se realizó a esta casa de grado de protección I contempló el rescate total de sus valores arquitectónicos e históricos: estructuras portantes horizontales como los entrepisos de vigas de madera y tablazón, tejados a cuatro aguas de la cubierta y galerías (las partes destruidas fueron restituidas con materiales compatibles). La fachada del inmueble mostraba fallos estructurales fuertes, lo que exigió apuntalarla y acodalarla hasta la fachada de enfrente, así como colocarle tirantes desde adentro del inmueble y desde la cubierta».

En general la casona se encontraba en un estado ruinoso, pero conservaba valiosos elementos tipológicos que rápidamente fueron salvaguardados y, más tarde, restaurados. En ese caso la arquitecta menciona el balcón corrido, los guardapolvos de la fachada, los pies derechos y la balaustrada de madera torneada del patio interior, los techos de alfarjes del salón principal de la primera crujía (uno de los elementos arquitectónicos más bellos de la casa), la herrería interior y exterior de las galerías, así como las piedras originales de la escalera principal, a diferencia de los pasos de la escalera secundaria mayormente restituidos. La planta superior (los entendidos en la materia suelen llamarle planta noble) recuperó el concepto espacial original, con su amplia galería comedor y el salón principal de techos y paredes hermosamente decorados.

- La casa de Amargura 65 es un exponente de la arquitectura doméstica señorial del siglo XIX, que incluye elementos arquitectónicos del XIII y el XVII. Entre sus atributos sobresale la minuciosa decoración interior con pinturas murales.

- La intervención restauradora culminó en febrero de 2015 y obtuvo el Premio Nacional de Restauración de Monumentos de 2016, que otorga el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. El inmueble, también conocido como Chalet de Güines, recibió el premio de la Cátedra de Arquitectura Vernácula y de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), así como el que entrega ICOMOS-Cuba.

- La Casa Leal fue abierta al público el 13 de agosto de 2021 con una exposición transitoria en la sala Para no olvidar, a propósito del aniversario 95 del natalicio de Fidel Castro Ruz. Desde ese mismo día quedaron listos el despacho de Leal y
las salas De los honores y Regresar en el tiempo.

«Tal como se estilaba en las casas señoriales de la época, el salón principal ocupaba todo el ancho de la primera crujía y tenía vista al exterior. Las nuevas funciones museológicas y museográficas del inmueble se concibieron respetando
esos espacios originales», explicó Fernández Muik.

«Una de las singularidades de la casona es que más del setenta por ciento de sus paredes está decorado con pinturas murales, cuyo rescate recibió especial interés durante el proceso restaurador, sobre todo, el gran mural de unos 30 metros cuadrados ubicado en el piso superior. Este mural es uno de los más importantes de su tipo realizados en La Habana del siglo XIX, destaca por la alta calidad del diseño original y la minuciosa ejecución; restaurarlo se convirtió en uno de los mayores desafíos. Otro de los retos fue introducir los sistemas técnicos (detección de incendios, contra intrusos, red de datos y fibra óptica) y mecánicos (hidroneumático para el abasto de agua y el elevador), pues se trata de un recinto de pequeño formato con alto valor patrimonial.

»La segunda intervención, esta vez para convertir la casona de uso administrativo de la Oficina del Historiador de la Ciudad en Casa Eusebio Leal Spengler, tuvo una magia tremenda. El trabajo para definir los espacios y sus contenidos se realizó de manera conjunta entre las direcciones de Comunicación y Patrimonio de la Oficina, los historiadores y proyectistas de Restaura, la Unidad Presupuestada de Inversiones (especialmente el grupo Plaza Vieja) y el Estudio de Arquitectura y Diseño Proporciones.

»Esa conversión se realizó de forma paulatina, según se iban modificando los espacios se fueron inaugurando las salas, distinguidas todas por nombres de gran valor simbólico. Como principio se optó por reforzar el empleo de la tecnología moderna en los sistemas técnicos y de exhibición y asumimos un diseño de líneas clásicas para expresar la fuerza y determinación que distinguía a Leal junto a su elegancia, selectividad y sencillez. El resultado es que los contenidos y contenedores transmiten paz, tranquilidad.

»El proyecto reproduce el despacho de Leal tal cual lo utilizaba habitualmente. Se le insertó una luz museográfica para visualizarlo como una sala permanente más. La muestra incluye sus muebles, uno de sus uniformes de trabajo y objetos decorativos y personales, algunos de alto valor sentimental y espiritual para él. En la exhibición general de la Casa se manejaron formas volumétricas de gran formato y contenedores magnánimos, elegantes. Todo ello se articuló con un mobiliario antiguo, de estilo, acorde al contenido de las salas y al gusto de Leal. Puedo decir, con certeza, que no hay nada desmedido allí.

»Fue difícil llegar a ese resultado, se trataba de Leal, un hombre grande, una personalidad muy fuerte, un camino andado, paradigma y referente. Plasmar eso en el contenido y la forma de lo que se exhibe constituyó un reto enorme que demandó tiempo de estudio acerca de cómo se muestran hoy las colecciones museológicas de ese tipo en el mundo. Hubo muchas y diversas opiniones de entendidos, a nosotros nos tocó permearnos de toda la información y presentar un proyecto que estuviera a la altura de Leal. Ahora, cuando llego a la Casa y camino por sus salas, percibo esa poética de las luces guías de Leal y, al mismo tiempo, esas sombras misteriosas que distinguen su pasión restauradora».

La Casa Leal tiene un salón principal en la planta superior, el despacho de Leal, el Centro de Información Aeterna sapientia, la sala transitoria Para no olvidar, la sala de conferencias Verba volant, scripta manent, y siete salas permanentes que son:
1) La mano ejecuta lo que el corazón manda: Aborda la temática de Leal como restaurador, el comienzo de su vida laboral en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales, Museo de la Ciudad (1979), y la obra de restauración de la Oficina del Historiador.
2) Legado y memoria: Abarca el quehacer de Leal como Historiador de La Habana, el modelo de gestión del Centro Histórico y sucesos importantes como la creación de la Red de Oficinas del Historiador.
3) Patria amada: Refleja al Leal patriota, su defensa de los símbolos y las salas del Museo de la Ciudad creadas por él con ese fin; presenta parte de su obra escrita, así como la relación que mantuvo con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

4) Hijo de mi tiempo: Hace referencia a diversos rasgos de la personalidad, sensibilidad y saberes de Leal, así como a sus relaciones con otras naciones.
5) De los honores: Contigua al despacho de Leal, muestra sus títulos, reconocimientos y condecoraciones recibidos a lo largo de su vida.
6) Sitio arqueológico: Hace referencia a la pasión de Leal por la arqueología y exhibe la bóveda de cañón y fragmentos de vajillas, vasijas y otros objetos encontrados en la letrina, una de las más representativas del Centro Histórico.
7) Regresar en el tiempo: Sala monográfica donde se cuenta la historia del inmueble y su evolución desde el punto de vista arquitectónico. Exhibe un muestrario de los diferentes diseños de pintura mural que decoraron el inmueble original, así como información de Francisco Arango y Parreño, el morador más ilustre que tuvo la casa.

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