Por: Yimel Díaz Malmierca
Más de dos siglos de existencia confirman a la Quinta de los Molinos como un espacio para la recreación, la experimentación, la innovación y el compromiso con la naturaleza. A propósito del Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio), Habana Cultural presenta las novedades empresariales de uno de los espacios patrimoniales más hermosos de la ciudad.
En las afueras de San Cristóbal de La Habana, a la vera de uno de los saltos de agua de la primera obra hidráulica de Cuba (Zanja Real, siglo XVI), dos grandes ruedas instaladas a finales del siglo XVIII se usaban para convertir las hojas de tabaco en picadura y polvo de rapé. La producción del rentable negocio pertenecía íntegramente a la corona española y aunque el lugar se llamaba San Francisco de Asís, comenzó a conocerse como Molinos del Rey.
El enclave estaba rodeado por una zona boscosa que alcanzaba la loma de Aróstegui, posición estratégica desde el punto de vista militar sobre la que erigieron (1767-1779) el Castillo del Príncipe, una de las fortificaciones que actualmente figura en la lista de inmuebles Patrimonio de la Humanidad.
El paradisíaco espacio, alejado del bullicio de la villa, bendecido por el aire puro y la frescura del agua de uno de los afluentes de la Zanja Real, hicieron de aquel un destino ideal para la Quinta de Recreo de los Capitanes Generales, cuya edificación comenzó en 1835, por mandato del gobernador Miguel Tacón y Rosique, quien también ordenó construir el Paseo de Tacón, más tarde Avenida de Carlos III, que facilitaba el acceso hacia la entonces apartada zona.
Segunda sede del primer Jardín
Coexistiendo con aquellos Molinos del Rey que abastecían de tabaco a las Cortes españolas, crecía entre la intelectualidad habanera de entonces la necesidad de un Jardín Botánico. Finalmente, en 1817 los patricios que integraban lo que más tarde se llamó Sociedad Económica Amigos del País, consiguieron que les entregaran para ese fin unos terrenos cenagosos más allá de la muralla, en el área que hoy ocupan el Parque de la Fraternidad y el ala sur del Capitolio Nacional.
Poco duró aquel emplazamiento, pues el empuje del camino de hierro y la construcción de la Estación de Villanueva dispuso el traslado definitivo hacia las faldas del Castillo del Príncipe. Es así que, a partir de 1839, el espacio ocupado por los Molinos del Rey devino segunda sede del primer Jardín Botánico de Cuba.
Casi dos siglos han transcurrido y el lugar, hoy con apenas 4,7 hectáreas, preserva aquella vocación naturalista que lo convirtió en un remanso de paz que oxigena la capital cubana.
Quinta patrimonial
La Quinta de los Molinos fue escenario de múltiples sucesos. Un sector, por ejemplo, funcionó como cementerio durante la epidemia de peste que asoló la ciudad; mientras que otro acogió esclavos y convictos condenados a trabajos forzados. Allí cumplieron parte de sus sentencias Fermín Valdés Domínguez, gran amigo de nuestro Héroe Nacional José Martí, y una decena de jóvenes que sobrevivieron al amañado proceso que condujo al fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina el 27 de noviembre de 1871.
En 1898, terminada la Guerra de Independencia, la casona que otrora había hospedado a los capitanes generales, albergó al mambí que con más eficacia los había combatido, al general en jefe Máximo Gómez Baéz. El dominicano, más tarde nacionalizado cubano, vivió allí los breves y agitados meses de su primera estancia en la capital. Gómez se asentó en la Quinta junto al Cuartel General del Ejército Libertador, entidad que permaneció en ese lugar hasta culminar el licenciamiento de las tropas mambisas.
Durante la primera mitad del siglo XX el Jardín Botánico de la Habana fue consolidando su prestigio académico y funcionó como una especie de laboratorio gigante para la primera Escuela de Agronomía del país, asentada en ese lugar en 1907. Más tarde, en 1916, el centro evolucionó hacia Escuela de Ingeniería Agronómica y Azucarera, de la Universidad de La Habana, y se le construyó el sólido edificio (concluido en 1939) que ocupa hoy el Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas, perteneciente a la Universidad de La Habana. En 1944 también se había fundado allí la Sociedad Cubana de Botánica.
En 1968 comenzó la construcción de un nuevo Jardín Botánico Nacional, adscrito a la Universidad de La Habana, que vino a reemplazar el propósito académico de aquel primigenio. No obstante, los valores históricos, naturales y patrimoniales de la Quinta de los Molinos recibieron un espaldarazo el 31 de diciembre de 1981 al ser inscrita como Monumento Nacional.
Casi cinco años más tarde, el 18 de noviembre de 1986, bajo el impulso protector del Dr. Eusebio Leal, al conmemorarse el aniversario 150 del natalicio del Generalísimo, la casa Quinta se convirtió en Museo Máximo Gómez. Una década después, el 7 de diciembre de 2006, el Ministerio de Cultura traspasó su administración a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH). Comenzaron entonces los trabajos de restauración que, entre sus más significativos hitos, tuvieron la reinauguración, el 24 de febrero de 2020, de la casona colonial bajo el nuevo nombre de Museo Cuartel General del Ejército Libertador, y la apertura, en noviembre de 2022, del Centro Demostrativo de Energías Renovables (Ceder), a propósito del aniversario 503 de La Habana.
¿Qué encuentran los visitantes en el Jardín Botánico de La Habana Quinta de los Molinos?
Recorridos libres o guiados por un frondoso bosque que hospeda una valiosa colección de árboles centenarios. Avistamiento de ejemplares de la fauna local, especialmente aves autóctonas y migratorias. Visitas guiadas al Museo Cuartel General del Ejército Libertador, al Mariposario y al Centro Demostrativo de Energías Renovables.
Programas socioculturales y ambientales de la Quinta de los Molinos
- de atención al adulto mayor
-para niños y adolescentes
-para adolescentes y jóvenes con necesidades educativas especiales
-para el público y la comunidad
Entre los talleres para niños/as que habitualmente organiza la Quinta destacan: «Mariposas en mi ciudad»; «En defensa del bosque»; «Cuidado de mascotas»; «El mundo de los reptiles»; «Acuarofilia»; «Conozcamos las aves»; «Dibujando la naturaleza »; «Reciclaje ecológico»; «Las maravillas naturales de mi país»; «Aprendiendo del ave de la paz»; «Mi computadora verde»; «Futuros artesanos de la naturaleza»; «El mundo de los conejos»; «Problemas ambientales de mi ciudad»; «Jugando con el arte y la naturaleza»; «Mi mundo de relaciones»; y «Energízate por tu naturaleza».
Rentable y de contribución social
«En el año 2006 recibimos la Quinta de los Molinos en ruinas, en condiciones de total abandono, aseguró al Programa Cultural Perla Rosales Aguirreurreta, directora adjunta de la OHCH. La entidad cursó por un proceso inversionista que duró diecisiete años y le devolvió su esplendor dotándola, además, de un proyecto único de su tipo en el país, amigable con el medioambiente, social, inclusivo e histórico».
«La posibilidad de aplicar en la Quinta una nueva forma de gestión estatal (Micro, pequeñas y medianas empresas o Mipymes como se conocen en Cuba) es una opción para que la entidad pueda sostenerse económicamente y genere beneficios que le permitan mejorar los salarios de sus trabajadores, mantener lo construido y continuar desarrollándose sin perder de vista su misión fundamental y proyecto sociocultural», explicó.
«La Oficina del Historiador es el socio único de la empresa y dispondrá del 50 % de las utilidades que se generen para apoyar proyectos sociales o asistir, en caso de que lo necesite, a la propia Mipyme, responsabilidad que siempre correrá a cargo de la Oficina», ratificó la ingeniera Rosales.
En las últimas décadas, la Quinta de los Molinos había adoptado la forma de parque ecológico, con cuatro amplios Programas de Educación Ambiental, los cuales abrigan proyectos y actividades destinados a la comunidad ya públicos vulnerables, principalmente niños/as, adolescentes, jóvenes con discapacidad intelectual y sus padres, así como adultos mayores.
En ese contexto, los especialistas desarrollaron y robustecieron un programa sociocultural que se ha convertido en orgullo de la OHCH y en paradigma del trabajo de educación medioambiental, comunitario, con inclusión social y laboral. Preservar esa labor fue una de las razones por las que la nueva empresa se definió como de contribución social e innovación, sin fines de lucro, que brinda servicios integrales, científico-técnicos, ambientales, culturales y de interpretación histórica, patrimonial y natural.
«La idea de la Mipyme fue de Leonardo Pascual, designado por Eusebio Leal para dirigir la restauración de la Quinta, labor a la que se entregó en los últimos veinte años», explicó el biólogo Alejandro Palmarola, actual presidente de la entidad.
La Sociedad Unipersonal de Responsabilidad Limitada (S. U. R. L.) La Quinta, tiene el encargo de gestionar el Jardín Botánico de La Habana, el museo Cuartel General del Ejército Libertador y el Centro Demostrativo de Energías Renovables. Recibió autorización para desarrollar treinta y cuatro actividades económicas, algunas aun no implementadas. En la actualidad ofrece servicios de jardinería y horticultura, renta de espacios, organización de eventos y consultoría en temas ambientales, de sostenibilidad e inclusión laboral de personas en situación de discapacidad, entre otros.
«En Cuba existen otros diez jardines botánicos, todos presupuestados —explicó Palmarola, también máster en botánica—; el nuestro es el primero gestionado por una mediana empresa estatal que se ha propuesto ser rentable y generar ingresos en el orden de los 10 millones de pesos al año».
El proyecto de La Quinta fue aprobado por el Ministerio de Economía el 29 de noviembre de 2022 y comenzó a funcionar oficialmente el 1 de abril de 2023: «No es fácil empezar con una plantilla de cien trabajadores y ser rentables desde la arrancada para poder cubrir los salarios de todos ellos, muchos de los cuales son personas en situación de discapacidad. Ese es el mayor reto del joven Consejo de Administración, tener éxito para beneficio de todos, lograr mejores incentivos monetarios y mantener los programas sociales históricos de la institución», reflexionó.
El 30 % de los empleados de La Quinta proviene de los proyectos Juntos por la Inserción y Quinta por la Inclusión Social, en el que participan personas en situación de discapacidad intelectual. Esta experiencia, avalada por autoridades pedagógicas de la enseñanza especial y del Ministerio del Trabajo y la Seguridad Social, ha cambiado la vida a decenas de jóvenes y sus familias.
«Entre los beneficios de convertirnos en Mipyme —explicó Lissette Abadie, quien encabeza la vicepresidencia de Educación de La Quinta S. U. R. L.—[1] sobresale la autonomía económica que permite mantener y fortalecer los proyectos educativos, comunitarios y sociales que ya teníamos. Hasta ahora dependíamos de la cooperación internacional y de las donaciones de agencias multilaterales como Unicef, lo cual no es suficiente para el amplio espectro de talleres y actividades que organizamos para diversos públicos».
La mediana empresa La Quinta S. U. R. L mantiene su esencia educativa e incorpora la oferta de servicios especializados como el de organización de eventos y el de jardinería de patios interiores que ya ofrecen a instituciones del propio Centro Histórico como el Museo de la Ciudad y el Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa.
En clara referencia a sus orígenes, la Quinta de los Molinos acoge el primer Centro Demostrativo de Energías Renovables (Ceder) de Cuba, resultado del proyecto de cooperación internacional «La Quinta de los Molinos hacia un modelo energético sostenible y de cultura verde», desarrollado por la OHCH de conjunto con la ONG Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP), la Fundación Ciudadanía, y con financiamiento de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID).
El Ceder exhibe artefactos e inventos que utilizan la energía renovable, entre ellos aerogeneradores de eje vertical y horizontal, un reloj solar y molinos de viento y de agua; además de bombas de soga y de ariete, y un tornillo de Arquímedes. También hay modernos paneles y sistemas fotovoltaicos de seguimiento solar, cuya puesta en funcionamiento, una vez concluida la inversión, convertirá a La Quinta en una entidad autónoma en cuanto a su energía. Con lo instalado hasta el momento, escogeneradora del Sistema Electroenergético Nacional.
«Ese proyecto, cuya terminación está prevista para el 2024, incluye la instalación de 144 paneles solares y 3 aerogeneradores con los cuales podremos generar el 120 % de la energía que demanda La Quinta», precisó Palmarola.
Más de doscientos años después de aquel primer asentamiento en la falda de la loma de Aróstegui, el Jardín Botánico de la Habana Quinta de los Molinos es diferente y, a la vez, el mismo. El espacio preserva inmuebles de extraordinario valor patrimonial, un hermoso bosque que resistió el empuje urbanizador del siglo XX, y un espíritu de innovación y adaptación que le garantiza larga y fecunda vida.
Los interesados en alguno de los servicios que ofrece el Jardín Botánico de La Habana Quinta de los Molinos pueden contactar al Departamento Comercial a través del teléfono 5096 6532 o del correo electrónico comercial@quinta.ohc.cu
[1] La mediana empresa estatal La Quinta S.U.R.L gestiona el Jardín Botánico de La Habana Quinta de los Molinos. Para ello creó cinco grupos de trabajo: Educación y Programas Sociales; Operaciones; Bienestar Animal, que incluye una clínica veterinaria; Biodiversidad y Sostenibilidad; y Administrativo.