Sala Cervantes, una década de buena música

Por: Yimel Díaz Malmierca

Desde hace diez años una hermosa sala de concierto coexiste con el bullicio perenne del Paseo del Prado y con la algarabía de novios y familiares que acuden al edificio para casarse. Se trata de la sala Ignacio Cervantes, cuya labor exhibe la marca de la gestión cultural que realiza la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana (OHCH).

Ocupa la última planta de una edificación de tres pisos construida en 1914 para dar vida al Casino Español de La Habana, sociedad integrada por personalidades ilustres nacidas en la península o con raíces en las diversas regiones hispánicas, cuyos escudos están representados en la decoración del techo.

En el 1962 el inmueble se convirtió en Casa de Cultura y sede del Sindicato de los Trabajadores del Arte y el Espectáculo. Dos años más tarde fue entregada al Ministerio de Justicia, que en el 1966 estableció allí un servicio notarial, especializado en ceremonias nupciales.

El deterioro constructivo condujo a que la OHCH decidiera hacer una profunda intervención restauradora, ejecutada entre los años 2005 y 2011. Las obras consiguieron devolver el brillo arquitectónico a la instalación y el vasto salón de la última planta fue destinado a la más sublime de las artes, la música.

Según Raquel Popa, especialista principal de la sala casi desde su fundación, este es un espacio para la música de concierto ejecutada por diversos formatos de cámara y ha devenido, “por su acústica y belleza, en una de las plazas de su tipo preferidas por músicos y públicos”.

La elegancia del lugar, la excelente acústica y el distinguido piano de cola donado por el maestro, promotor y gran hijo de Cuba, Salomón Gadless Mikowsky, fueron algunas de las razones por las que el pianista José María Vitier propuso, en una de las primeras funciones, bautizar la sala con el nombre del reconocido compositor cubano Ignacio Cervantes.

No se puede olvidar que la obra de Cervantes ha sido objeto de estudio de Mikowsky a lo largo de su carrera, en particular sus danzas, quehacer que le valió al pedagogo para obtener un doctorado en la Columbia University.

“Agradezco a Solomon G. Mikowsky su proverbial generosidad, su amor a Cuba, su patria, su magisterio y su bondad”, dijo Eusebio Leal, durante el concierto inaugural.

“Mikowsky, junto al Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, fundó y organiza los Encuentros de Jóvenes Pianistas, cuyas funciones y ensayos transcurren en gran medida en la Cervantes, aunque el evento ha extendido sus presentaciones a otros espacios de la OHCH”, refiere Popa.

“Hay otra figura que no podemos obviar a la hora de analizar esta primera década de la sala: Cesar Pérez Sentenat, promotor cultural de la primera mitad del siglo XX cubano y maestro de muchos, incluido el propio Mikowsky, quien hereda, además de lo técnico pianístico, maneras de trabajar la gestión artística musical cultural en niños y jóvenes.

“Este aprendizaje de Mikowsky es coherente con la esencia del quehacer y pensamiento de Leal, quien procuraba buscar en el pasado las fuentes para enriquecer el presente y preservar para el futuro, lo cual explica, además, la complicidad e impulso que dieron ambos, desde el primer momento, al Encuentro de Jóvenes Pianistas.

“En mayo de este año tuvimos la VI edición y, como en ocasiones anteriores, sonó nuestro piano.

“También somos sede habitual de otros sucesos musicales de la capital, entre ellos los festivales Habana Clásica, Mozart Habana, Música Contemporánea (organizado por la Uneac), Leo Brouwer de Música de Cámara, Beethoven (2021) y más”.

“Y es que, desde su fundación, la sala ha ofrecido un espacio de lujo a la programación cultural de la OHCH, al Instituto Cubano de la Música y sus centros nacionales de música de concierto y popular, así como a los catálogos artísticos de los sellos disqueros Colibrí y Bismusic —aseguró Popa. Hemos acogido graduaciones de estudiantes de música de los niveles medio y superior que han demostrado gran talento y virtuosismo en importantes escenarios dentro y fuera del país.

“En esta primera década han sido muchos los intérpretes cubanos que se han presentado en la Cervantes, recuerda. Entre los pianistas podría mencionar a la familia López-Nussa (Ernán y Harold), Aldo López Gavilán, Rolando Luna, Ahmed Alom, Marcos Madrigal, Rodrigo García y Cucurucho Valdez. También la flautista Niurka González, el contrabajista Gastón Joya, el multinstrumentista Janio Abreu, y las cantantes Miriam Ramos y Bárbara Llanes.

“Entre las figuras extranjeras sobresalen Katia y Marielle Labeque, invitadas especiales al IV Festival Leo Brouwer de Música de Cámara; los pianistas Arturo O´Farril (EE.UU),  Hayk Arsenyan (Armenia), Wenqiao Jiang quinceañera china que inauguró el I Encuentro de Jóvenes Pianistas con la integral de las danzas de Ignacio Cervantes, Jiayin Li (China), Ssu-Hsuan Li (China-Taipei), la afamada japonesa Mine Kawakami, y Huges Leclere, de Francia, y muchos más.

“Inolvidables han resultado los conciertos de Rascher Saxophone Quartet, de Alemania; del acordeonista belga Didier Lalou; y la presentación del joven violinista Eric Silberger, dirigido por el estadounidense Marlon Daniel, por solo mencionar algunos de los más recientes espectáculos”.

Para celebrar la primera década de buen arte, la sala Cervantes organizó el pasado 4 de diciembre el concierto de la pianista, compositora y cantante, graduada con honores de la Universidad de las Artes, Lisa María Blanco, de quien muchos recuerdan su primera presentación en la sala como parte del IV Encuentro de Jóvenes Pianistas (2016), ocasión en la que interpretó piezas de Johann Sebastian Bach, Robert Schumann, Ígor Stravinski, Manuel Falla, y Béla Bartók.

Esta vez llegó con una propuesta mucho más contemporánea —Cuba, músicas nuevas—, con obras de compositores cubanos como Juan Piñera, José María Vitier, Andrés Alén, así como de los jóvenes talentos Jorge Enrique Amado y Daniel Torres Corona. De este último estrenó Altamar, para guitarra y piano, en la que se hizo acompañar por la guitarrista Patricia Díaz Mora. El concierto contó con el flautista José Lázaro Álvarez como figura invitada.

La sala ha servido como locación para programas televisivos, novelas, largometrajes y series nacionales y extranjeras. Destacan los filmes Papa: Hemingway en Cuba (Bob Yari, 2015) y El Mayor (Rigoberto López Pego, 2020).

“Son muchas las embajadas que solicitan el espacio para desarrollar conciertos especiales o como parte de las jornadas culturales que muestran al público cubano los valores artísticos de sus respectivos países. También hemos acogido eventos de alto nivel como el organizado en 2019 por la empresa hotelera Kempinski”, explicó Popa.

“La sala Cervantes convive con actividades registrales y nupciales —sostiene—  por lo que la colaboración de veladoras y personal administrativo, subordinados a la dirección de Gestión del Patrimonio de la OHCH, resulta fundamental para el desarrollo exitoso del perfil artístico cultural del espacio que exige de ellos jornadas laborales extras o de horarios extendidos.

“Diez años de quehacer significa vestir de largo el propósito inicial de la sala y resulta inspirador para seguir cultivando el buen arte”, concluyó Raquel Popa.

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