Por: Yimel Díaz Malmierca
“Estamos aquí por deber y por amor”, dijo Michael González, director de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), en el acto celebrado este 27 de noviembre en el portal del Hotel Inglaterra en recordación al militar español Nicolás Estévanez Murphy (Islas Canarias, 1838 – París,1914), quien protestó en ese concurrido lugar al saber de la ejecución de los 8 estudiantes de Medicina, víctimas de un amañado proceso judicial.
Cuarenta y cinco jóvenes fueron encausados en tres días, 8 fueron llevados al patíbulo, otros recibieron muchos años de prisión, narró González. El hecho ha quedado como un mal ejemplo de apropiación del ser cubano o español, los que presionaron y dictaron la sentencia, erraron en el proceso de búsqueda de identidad que se vivía entonces, quisieron ser más fieles a España que los españoles y saber más que los cubanos qué ras lo conveniente para la isla, reflexionó.
Una de las voces que se levantó para protestar fue la del militar de carrera, entonces capitán, Nicolás Estévanez, quien proclamó, como reconoce la tarja colocada en 1937 por Emilio Roig en la Acera del Louvre, que “por encima de la patria estaban la justicia y la humanidad”.
Ningún Voluntario podía ser más español que Estévanez, aseguró el Historiador, y este hecho nos muestra que en la vida siempre hay opciones a la hora de actuar, esa fue la de este hombre y también la del profesor universitario (Domingo Fernández Cuba) que no permitió que las autoridades españolas sacaran a ninguno de sus alumnos del aula.
La valentía es vencer al miedo, aun teniéndolo, De ella dieron muestra Estévanez, el profesor, el capitán y abogado defensor Federico Capdevila, y también otros militares de carrera y generales Clavijo y Benet (generales de artillería encarcelados por los voluntarios al oponerse a la celebración del juicio), reflexionó González.
En 1873, cuando Estévanez estaba en España y había sido nombrado ministro de Guerra de la Primera República, cargo en el que permaneció muy pocos días, recibió la orden de regresar a Cuba para controlar al Cuerpo de Voluntarios. Conocedor de la influencia ellos habían alcanzado en la estructura social y política de la isla, solicitó un ejército de 20 mil hombres, de los cuales no pudo disponer, aseguró el intelectual ante los miembros de Asociación Canaria de Cuba, los trabajadores de la OHCH y del hotel Inglaterra, y transeúntes que se detuvieron al ver la ceremonia.
Cuando el odio se ensaña y se adueña del alma de las personas, es muy difícil controlar la guerra, y esto fue algo que probablemente aprendió Estévanez en Cuba, comentó
Con la naturalidad y certeza con que hablan los maestros, González recomendó la lectura de dos libros que permiten entender mejor lo acontecido, el de Fermín Valdés Domínguez (27 de noviembre de 1871) y Mis memorias, de Nicolás Estévanez.
Es muy bueno que el Hotel Inglaterra preserve el legado patrimonial. A un patiecito interior de esta instalación llevaron camareros anónimos a Estévanez, que al escuchar las descargas de fusilería y saber que correspondían a la ejecución de la vergonzosa sentencia, improvisó un airado discurso. Conducido hacia dentro del hotel, para calmarlo, se desplomó del disgusto, y es llevado en carro de alquiler a emergencias donde fue reanimado.
El suceso fue narrado por Estévanez en sus memorias, contó González, como también habló del compromiso que el militar mostró a lo largo de toda su vida con la defensa de sus compañeros de armas y con la lucha política de su época.
Cuando el patrimonio se pone en valor, la gestión comercial del inmueble mejora. Eso lo saben en el Hotel Inglaterra que durante tantos años ha preservado el lugar y ha contribuido a perpetuar el acto más antiguo de los que organiza la OHCH, pues la tarja fue develada en 1937 y la ceremonia se ha realizado ininterrumpidamente desde 1839.
Esta jornada es para rememorar los hechos del 27 de noviembre de 1871 y abogar por la justicia, que es un concepto medular. No se trata de venganza, no es contra nada ni nadie en particular, es recordar a dónde puede llevar la injusticia y la cobardía.
En esta ocasión, la ceremonia tuvo un momento especial con la actuación de la Banda Nacional de Conciertos, que interpretó, además del Himno Nacional de Cuba; el Himno de la República española, conocido como de Riego; y la marcha fúnebre Inocentes, de Luis Casas Romero.