Por: Yimel Díaz Malmierca
Seis décadas han pasado desde que el siete de mayo del 1962 se constituyó una agrupación danzaria y musical destinada a preservar y promover tradiciones de la cultura popular y tradicional cubana: el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba. Entre los padres fundadores de este proyecto estuvieron el cubano Rogelio Martínez Furé y el mexicano Rodolfo Reyes.
Talentosos bailarines y coreógrafos han cimentado el prestigio de esa compañía que desde hace varios años dirige el coreógrafo Manolo Micler.
La vitalidad y energía en función de la renovación constante de los lenguajes de la danza fueron dos de los valores tomados en cuenta para decidir cómo festejar el aniversario en una jornada que comenzó con las recientes funciones ofrecidas en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional y que se extenderá hasta el 25 de julio del 2023.
En el contexto del aniversario, el Conjunto diseñó un plan de presentaciones dentro del cual destacan las previstas para los días 24 y 25 de junio en Teniente Rey esquina Habana, en la Habana Vieja (entrada libre, siempre a las 6:00 p.m.) Durante esos dos atardeceres, el público de Habana Espacios Creativos podrá disfrutar de Bara, investigación coreográfica que estudia la presencia de algunas deidades de origen africano en la cultura cubana.
No parece casual que Bara, el estreno más reciente del Conjunto, llegue hasta los habituales del centro cultural de la Oficina del Historiador que gesta proyectos innovadores liderados por jóvenes quienes experimentan en los distintos ámbitos de las artes, la comunicación y las nuevas tecnologías.
La obra fue pensada para el público joven y cuenta con música en vivo, ejecutada por prestigiosos intérpretes, entre ellos el jazzista y pianista Alejandro Falcón: “En el espectáculo teatral Bara, los músicos y la instrumentación no solo tienen una presencia escénica importante, sino que en algunos momentos se convierten en el papel principal de la coreografía”, aseguró el joven coreógrafo Leiván García Valle en su página personal de Facebook.
En otra publicación añade que “El sentido de este proyecto es recuperar el trabajo de la teatralización y proyección de la danza folclórica en Cuba, resignificando su posicionamiento en la escena contemporánea, cuestionando las lógicas corporales vacías de sentido, y recuperando la identificación del movimiento como un espacio de comunicación social”.
Sobre el argumento de la obra, su autor precisó en la red social que “Èşù Elègbàrà es equilibrio dinámico de la existencia. Divinidad dueño del permiso de realización (Àşe), protector de los mendigos y mercaderes ambulantes. Apoya las decisiones de emprender un nuevo camino. La armonía con el destino elegido, interviene en las transformaciones del carácter, policía del universo. Castiga a los violadores de los patrones celestiales establecidos. Se le puede ver con un ògo en las manos (especie de porra utilizada para la autodefensa que representa, además, al pene como símbolo de procreación y el Àşe), conocido también como garabato (ariwowo). Èşù llegó a la tierra traído por el Odù Ifá Ogbè Ìrètè, para reportar a Olódùmarè sobre las hazañas de los seres humanos. Esta Òşà se sincretiza en Cuba con el “Niño de Atocha” y para los griegos con “Hermes”. Para los dahomeyanos (Arárá) “Légba” y para el bantú “Lucero”. Es oriundo de la ciudad de Ketu, Nigeria, y también adorado en la tierra Dahomey”.
Bara en Habana Espacios Creativos será una oportunidad trascendente para el reencuentro del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba con esas tradiciones que durante 60 años han estado convirtiendo en arte, danza, y música.