Por: Yimel Díaz Malmierca
Con vara y sombrero podría remitirnos al arte del ilusionismo, pero si estamos en los predios de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, deberíamos pensar en la revista infantil que edita la institución desde el 2014.
La publicación —coordinada, escrita y editada por el Programa Social Infantil del Centro de Gestión Cultural y su equipo de Comunicación— tiene como propósito incentivar el amor por el patrimonio y la cultura, así como fomentar la lectura, el sentido de pertenencia, la sensibilidad, y los hábitos sanos de alimentación y recreación.
El equipo de realización promueve además la formación vocacional hacia oficios y profesiones relacionadas con el estudio y conservación del patrimonio, al tiempo que reconoce el quehacer de quienes se ocupan de tales tareas.
Pensada para todos los niños, Con vara y sombrero dedica especial atención al proyecto Aulas Museo, mediante el cual se interrelacionan 12 instituciones culturales de la OHCH con escuelas del Centro Histórico donde estudian los futuros veladores y gestores de ese entorno patrimonial en que nacieron y crecieron.
La revista comienza y termina con secciones participativas como Sopa de letras, Juega y aprende, La Receta divertida, Curiosidades habaneras, Sabías que… En el interior aparecen espacios como Paseo familiar por…, Travesuras del lector, Manualidades, Naturales, Los niños crean, Entre colecciones descubrí, Desde mi taller, y Con el pincel encendido.
El número más reciente comenzó a circular en noviembre del 2021, a propósito del aniversario 502 de La Habana. El pasado sábado 2 de abril, en el cierre de la Fiesta del Libro Infantil, regresó a las calles para acompañar el divertido jolgorio presentado por la compañía de teatro infantil La Colmenita a un costado de la Plaza de Armas.
Esa edición —disponible actualmente en las Aulas Museos y en las bibliotecas de las instituciones de la OHCH— revela a sus lectores espacios como el Museo de Arqueología y el Capitolio Nacional; mientras que en la sección Naturales, rememora la Cruzada infantil por el sur de Matanzas, texto escrito por Camila Esponceda Ávila, alumna destacada del proyecto Niños Guías del Patrimonio. La pequeña apenas cursaba cuarto grado cuando recorrió espacios de valor histórico y natural de la Ciénaga de Zapata. Hoy, en sexto, sigue considerando esa experiencia como la más importante de su vida, según confesó a esta reportera.
De particular importancia es el artículo Vamos a recorrer el Centro Histórico de noche, de Adriana Díaz Pérez. Aborda el proyecto Somos uno, de la OHCH, que durante siete años ha brindado atención a niños con necesidades educativas especiales o en situación de vulnerabilidad, como son los sordos e hipoacúsicos, débiles visuales, síndrome de Down, autistas, hospitalizados y los que residen en los Hogares de Asistencia Social. Para ellos, las instituciones del Centro Histórico conciben atenciones y recorridos deferentes.
Travesuras de lector —sección dedicada a fomentar el hábito de lectura y a promover la literatura infantil— se enlaza aquí a Con el pincel encendido. La primera nos presenta a Chamaquili, protagonista de la saga infantil creada por el investigador, repentista y docente Alexis Díaz Pimienta. La segunda está dedicada al historietista, narrador y periodista Jorge Oller Medina, quien ha creado un atractivo universo de personajes entre los que destacan los habitantes de La isla del Coco y el mismísimo Chamaquili.
La revista sobresale también por su atractiva visualidad, a cargo del Premio Nacional de Diseño (2017) Alberto Masvidal.
Tal como reconoce la directora Katia Cárdenas, en la realización de cada uno de los números editados a lo largo de estos más de 15 años, hay que reconocer el empeño de muchos colaboradores. En el más reciente se sumaron, por ejemplo, proyectos de cooperación internacional financiados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Xunta de Galicia, la Unión Europea, las ONs WWGVC y MUNDUBAT, así como la empresa española de pinturas Saval S.L y la italiana Arthemia SRL, de Milano.
Trabajar para los niños es una obra comunicativa estimulante, fecunda y desafiante. Hacerlo en función del patrimonio y la cultura tiene además un toque mágico, tal como sugiere cada edición de la revista infantil del Centro Histórico.