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Por: Yimel Díaz Malmierca

El hermoso trabajo de ilustrar libros infantiles requiere imaginación, sensibilidad e inventiva; supone además comprender a los niños y conectar con sus inquietudes y sueños.

Con el objetivo de resaltar el trabajo de mujeres ilustradoras, y en el contexto de la Fiesta del Libro Infantil en las Aulas Museo, se inauguró la exposición Historias de papel, en la Galería de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, en las que participan cuatro artistas con unas 40 obras pertenecientes a importantes títulos de la literatura infantil.

La muestra contó con el apoyo del proyecto de cooperación internacional GEPAC Fase II. El modelo de gestión integral de la Oficina del Historiador de La Habana y la Red de Oficinas del Historiador y el Conservador de las ciudades patrimoniales de Cuba.

El propósito es difundir el quehacer de mujeres en este oficio, donde no abundan las creadoras, y continuar acercando a los más pequeños al mundo de la literatura, a la vez que los llevan a descubrir la compleja factura de un libro, en la que las ilustraciones resultan imprescindibles.

Cada una de las artistas que participa de la exposición —Yahilis Fonseca, Iranidis Fundora, Dagnae Tomás y Marla Albo— regala en cada obra un universo visual lleno de personajes singulares, donde destaca, sobre todo, el color, el gusto por el dibujo, la ligereza en el trazo y las formas sencillas; elementos que nos remiten a la naturaleza infantil. Las imágenes hablan también de una manera responsable de asumir la infancia y las buenas prácticas para educar en positivo.

El quehacer de las profesionales se exhibe acompañado de obras de niños, incipientes creadores que asisten al aula museo de la Casa Simón Bolívar, donde desarrollaron un taller con las ilustradoras. Inspirados en sus obras, los pequeños elaboraron piezas propias en las que emplearon diversas técnicas, estilos y riqueza de colores y tonos aprehendidos en las didácticas jornadas.

Para algunos, la muestra Historias de papel, pudo haber significado el descubrimiento de una vocación, pero los curadores se dan por complacidos si se convierte en un nuevo puente que refuerce nuestro camino hacia al noble ejercicio de la lectura.

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