Pequeños tesoros de cobre

Por: Yimel Díaz Malmierca

Hasta el venidero 15 de abril podrá ser apreciada en el Museo del automóvil la exposición Motocicletas en cobre, muestra de Alain Freyre que incluye réplicas en miniatura de motos clásicas, fundamentalmente de fabricación británica y estadounidense.

En sus palabras al catálogo, el curador Ignacio Reyes reconoció el vínculo existente entre el automodelismo y la afición por coleccionar medios de transporte: “Muchos son los ejemplos de automóviles y motocicletas en miniatura, algunas con un impresionante nivel de minuciosidad en sus componentes. Grandes y pequeños coleccionistas encuentran en tales objetos un atractivo que va más allá del modelo real en el que se inspira”.

En Motocicletas en cobre disfrutamos de pequeñísimas reproducciones a escala de motos reales, entre ellas destaca Lorena, réplica de la única Vincent Black Shadow de 1952 que existe en Cuba; Reina, una Harley-Davidson tipo California construida en homenaje al 500 aniversario de la fundación de La Habana; de un triciclo inspirado también en la clásica Harley-Davidson; dos réplicas de Indian, una Power Plus, de 1926, y otra Chief, de 1940; así como una Matchless, aún en proceso de construcción.

Las seis piezas dan fe de la incansable laboriosidad del artista, de su exquisito dominio del cobre como materia prima principal, y de su auténtica aproximación al coleccionismo de estos icónicos vehículos. Vale aclarar que Freyre ha nutrido la experiencia artística con su pertenencia al grupo Havana Bikers, encabezado por el motorista Lyng Chang.

Para Reyes este tipo de quehacer se revela como “un complemento muy eficaz para múltiples museos en todo el mundo”, con piezas que pueden tener objetivos decorativos o de estudio, pero que siempre muestran “la maestría del fabricante”. En general, constituyen “una interpretación del objeto original y el producto de tal interpretación puede ser tan singular como la personalidad de quien lo hace”.

“Los materiales que (Freyre) utiliza y su capacidad para ensamblarlos entre sí para dar forma al objeto son realmente impresionantes”; cada obra es el resultado de dedicación y paciencia, refiere.

“La formación de este tipo de colecciones puede ser muy emocionante y menos costosa que si se tratara de verdaderos automóviles”, asegura el también director del Museo del Automóvil, institución que ha devenido en entorno privilegiado para exhibir estos pequeños tesoros en cobre.

El Museo está ubicado en San Ignacio, entre Amargura y Teniente Rey. En los últimos años, además del trabajo con exposiciones temporales como Motocicletas de Cobre, la institución ha enriquecido su colección permanente con donaciones de importantes piezas documentales y para la exhibición.

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