Por Adrian Alvarez Gálvez, Licenciado en comunicación social, músico y gestor cultural del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, especialista del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (Cidmuc).
El pasado viernes 11 de febrero tuvo lugar en la sala Iglesia de Paula, en el Centro Histórico de La Habana, un concierto del Conjunto de Música Antigua Ars Longa, y se convirtió en una de las ofertas de música en esta aparente tregua en la gravedad de la pandemia de covid-19.
El programa mezcló elementos de la música litúrgica y popular, haciendo un recorrido musical por los archivos catedralicios de la América Colonial. Varios motetes, villancicos y música de danza lograron compenetrarse con la arquitectura del lugar que perfectamente lleva al oyente a ese entorno de los siglos XVI y XVII.
Ars Longa logró captar la atención del público a partir del impacto visual del vestuario, esta vez rompiendo con el tradicional color negro de los músicos en concierto, sustituido por un blanco transmisor de paz, frescor, sencillez, muy acorde al concepto de la música, donde la claridad era punto común entre lo solemne y lo danzable.
Los timbres de la agrupación son un punto muy fuerte a resaltar en cuanto a impacto sonoro, pues las voces, los vientos madera, los vientos metal, las cuerdas y el clave y el órgano, en el bajo continuo, logran un efecto exótico para los gustos musicales acostumbrados al formato de orquesta de cámara o a la “clásica” orquesta sinfónica.
En todo caso el barroco latinoamericano fue muy bien representado en el repertorio, sobre todo con una inclinación más pronunciada hacia la música litúrgica. Predominaron el villancico y el motete como géneros de este tipo de estética, con amplia participación de las voces y el continuo. Entre ellos: Monstra te esse matrem, Quem terra pontus sidera, Ángeles al facistol, Silgueritos risueños, Andrés do queda el ganado, etc.
Las obras presentaron un variado trabajo de la textura vocal, en algunos casos polifónico contrapuntística, en otras homofónico armónica. La música coral forma una parte importante del repertorio de esta agrupación, que cuenta con cinco timbres (2 sopranos, mezzo, tenor y barítono).
También apareció música de danza: Tonada “La lata”, “Lanchas para bailar” cuyas armonías mezclaron elementos plagales de lo medieval, carnavalesco y nos recordaron, en su matriz sonora, los montunos y elementos de la rítmica de la música cubana. En ellas predominaba el uso de la percusión dentro de la cual aparecía frecuentemente la polirritmia, su carácter alegre invitaba al público a moverse en una performance donde lo bailable estaba perfectamente vinculado al discurso de la música.
Sin dudas ha sido una arrancada espectacular para el conjunto, que repetirá este concierto en otros espacios en los próximos días. Vuelve a sonar la música antigua en la Habana, la música de concierto y el público ávido de estas ofertas continuará acercándose a este lugar, que, cercano al frescor del mar, invita al visitante a participar de esta magnífica experiencia.