Por Liritza López
En la contemporaneidad, los urbanistas, arquitectos y artistas entienden y valoran a la ciudad más allá de su condición de hábitat y de espacio de tránsito. De esta suerte, los grafitis, murales y esculturas se han integrado al paisaje citadino hasta convertirse en símbolos de la comunidad.
Los emplazamientos de obras de arte en los espacios públicos son disímiles: las esculturas en su mayoría tienen un carácter conmemorativo que legitiman la historia o evocan la mitología. Los murales por lo general muestran determinados mensajes de bienestar social o políticos, o son concebidos a partir de prácticas comunitarias. Por su parte, los grafitis poseen un carácter clandestino y transgresor; en tanto, sus autores realizan una apropiación gráfica del espacio público. También es importante mencionar las instalaciones transitorias de perfil participativo y las acciones performáticas.
En el contexto cubano se puede encontrar algunos proyectos de urbanización y artísticos que han pretendido convertir determinadas zonas en exhibiciones permanentes o temporales a cielo abierto. Sin lugar a dudas, el más reconocido en los inicios del siglo xxi cubano ha sido el proyecto sociocultural Detrás del Muro, desarrollado como parte de La Bienal de La Habana. Su gestor, Juan Delgado Calzadilla (1958-2021), Juanito, sugirió de cierta manera cambiar el punto de mira a la ciudad y así desde el mar apreciar una galería de arte instaurada tras el muro.
En 2012 se efectuó su primer despliegue en el área de Malecón tradicional. Una edición inicial – que al igual que sus sucesoras- aportó noveles historias a este espacio citadino. Un león rojo intentando salir del mar de Roberto Fabelo, titulado “Las garras en la piedra”; otro conjunto de puertas rojas denominado “Possible chances”, por su autor Rafael Domenech; un gran espejo para el muro y el mar de Rachel Valdés, pieza reconocida como “Felices para siempre”; bancos circulares opuestos, llamados “Bancontodos”, por su creador Inti Hernández; y una instalación de chatarra de Adonis Flores que conformaba la palabra Fe, estuvieron entre las piezas más llamativas que modificaron las rutinas de los paseantes del gran sofá habanero.
En sus posteriores ediciones de 2015 y 2018, con algunas lecciones de orden logístico, otras relativas a las normas urbanísticas y la colaboración de las extraordinarias percepciones y reacciones de los transeúntes, puede decirse que la utopía del proyecto inicial se redujo, y creció en múltiples sentidos. La presencia de artistas extranjeros se incrementó, novedosas propuestas dieron continuidad a la realización de performance y acciones artísticas de carácter participativo, como parte de su programa inaugural y posterior; así como el fortalecimiento de las propuestas de proyecciones de videoarte.
Del 2015 resuenan la playa, definida como “Resaca”, por el autor Arlés Del Río, el icono del “Like”, “Sweet Emotion”, de Alexander Guerra; el camino amarillo, de Carlos Nicanor, denominado “Lemon Way”; la increíble pista de patinaje, que su creador Duke Riley titularía “La esquina fría”; la gran cazuela de hierro y cubierto bautizada como “Delicatessen” por su artífice Roberto Fabelo; y la torre de salvavidas, reconocidas con este último término por su hacedor Duvier del Dago.
Más próxima en el tiempo, la presentación de 2019 de Detrás del Muro se acercó más a las dinámicas de un proyecto sociocultural como se esbozara en un primer momento. Los talleres para la comunidad y los espectáculos de teatro y danza refrendaron el intercambio del gestor y su comunidad, a favor de concebir la obra de manera colectiva. El interés de promover exclusivamente una experiencia estética en el público se ensancha hacia el logro de una aptitud ante el proceso creativo.
Esta edición sería una de las que más polémica causaría entre el público y los especialistas por la selección y distribución de las obras, a pesar de que fue una de las que mayor espacio abarcó. Nuevamente una instalación (“Transfusión”), de Arlés Del Río estaría entre las propuestas más populares; también resultaron atractivas las piezas “Guardianes”, de Javier Mascaró; “Construyendo lo femenino”, de Susy Gómez; “AMTBC”, de Roberto Fabelo; “Inmersión”, de Rachel Valdés; el “Mural” en Homenaje a Felix González, de Alud de Lianet Martínez; y la “Mariposa Dorada”, de Grimanesa Amorós.
En la XIV Bienal de La Habana, Detrás del Muro vuelve al Malecón ajustándose a los tiempos del evento, a las limitaciones del período de pandemia, y por supuesto la ausencia de su líder. Su despliegue se ha dividido en dos tiempos, el primero de ellos aconteció a finales de 2021 en la explanada de La Punta y la segunda acontecerá en marzo del presente año hacia su espacio habitual.
Dar continuidad a la utopía de pensar y apreciar el muro como plataforma de confluencias para los que están allende a los mares y de aquellos que habitamos la ciudad, es y será un desafío; una provocación asentada en el afán de intervenir, interactuar e incidir en esa avenida habanera, su comunidad y demás paseantes.