Por Adrián Álvarez Gálvez
Fotos: Susan Leal
El pasado viernes 28 de enero tuvo lugar en el Teatro Martí un concierto del cantautor Raúl Paz, a modo de celebración por su reciente culminación de la Licenciatura en Música, en el perfil de Canto Lírico en la Universidad de las Artes (ISA). Con un sugerente título “De Mozart a Paz”, la presentación acogió un repertorio diverso, que abarcó desde obras de la música vocal de concierto de Mozart, Gluck y Schumann hasta otras de su propia autoría, nacidas de la nostalgia de sus largas estancias fuera de Cuba e inspiradas en su amada Ciudad.
La propuesta fue una verdadera sorpresa para los oyentes que están acostumbrados a su timbre y peculiar estilo de cantar: un recitativo cercano y muy “cubano”. Sin embargo, se pudo escuchar a un Paz lírico, que logró sortear las complejidades técnicas del repertorio y acoplar su registro para regalar al público una obra bien depurada y con un excelente acompañamiento a cargo de la pianista Laura Alonso, el tenor Roger Quintana, el guitarrista Nam San Fong y un cuarteto de cuerdas con rostros juveniles en escena.
La música fue ejecutada a la par que se iba presentando una propuesta de artes visuales y danza contemporánea, elementos que lograron captar la atención del público y a través de colores y gestos permitieron reforzar la emoción que la propia música evocaba. No faltaron los momentos para agradecer a los amigos y a todos lo que de una forma u otra han contribuido a la formación y al desarrollo de su carrera profesional. A Eusebio Leal Spengler, el eterno Historiador de La Habana, también dedicó una de sus canciones “Madrugada”, un tema para recordar la vida de las noches en esta ciudad de 502 años.
Sin dudas, los que tuvimos el privilegio de escucharlo quedamos satisfechos con un Raúl Paz mucho más maduro artísticamente hablando, más humano, y que supo compartir con los espectadores las alegrías y las tristezas de la vida del músico. No obstante, el concierto abre camino para nuevos retos, el perfil lírico expande ahora las fronteras de su estética musical y destapa facetas que muchos seguidores habituales de su obra desconocen.
Esperemos que el Teatro Martí y otras salas de concierto del Centro Histórico de La Habana Vieja continúen con una programación de este calibre, presentando artistas muy queridos por el público cubano, que tras casi dos años de confinamiento está ávido de consumir buen arte.