Por Yimel Díaz Malmierca
El pasado viernes 14 de enero, al caer la noche, el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau acogió a medio centenar de personas singulares: niños, niñas, adolescentes y jóvenes con necesidades especiales de fotoprotección, así como sus familiares. Todos estaban invitados a participar del primer encuentro de “Te cuento mi historia al revés”, un nuevo ciclo de talleres organizado por el Centro de Gestión Cultural.
El proyecto, rectoreado por el Programa Social Infantil y Adolescente de la Oficina del Historiador, ha conseguido articular los esfuerzos de personas e instituciones, entre estas últimas, la Oficina de la Unicef en Cuba y Euskal Fondoa, que financian parte de la iniciativa.
Adriana Díaz Pérez, coordinadora del Programa Social Infantil y Adolescente de la OHCH, explicó a Habana Cultural que el objetivo general de este ciclo es facilitar el acceso a conocimientos y habilidades para la gestión de las emociones, propiciar espacios de recreación y esparcimiento a un grupo de necesidades especiales de fotoprotección, a la vez que cultivan el gusto estético por el arte.
¿Cómo surge la idea de estos talleres?
Fundamentalmente por la necesidad de inclusión social de este público vulnerable. La mayoría de las opciones recreativas infantiles y para adolescentes ocurre en los horarios diurnos, incluidas las de la Oficina. En la noche hay muy pocas ofertas. Pero estas personas necesitan espacios para interactuar, conocerse, jugar…, ellas permanecen gran parte de sus vidas dentro de sus casas, sin poder salir, limitados en la socialización debido a sus padecimientos.
Este ciclo de talleres (será uno mensual) integra el proyecto Somos uno, ideado y gestionado desde el año 2013 por el Programa Social Infantil y y Adolescente destinado a niñas, niños, adolescentes y jóvenes con necesidades educativas especiales o en otras situaciones de vulnerabilidad.
Las principales acciones de Somos uno han estado orientadas a recorrer instituciones culturales del Centro Histórico y, cuando las condiciones de los participantes no lo permiten, los especialistas llegan a sus casas, escuelas, hogares, con una oferta educativo cultural.
La idea ha impactado en chicos y chicas con discapacidades físicas e intelectuales, sordos, ciegos, con trastorno del espectro autista y de la conducta, residentes en Hogares de Asistencia Social…, pero nos faltaba atención más específica a este grupo con necesidades especiales de fotoprotección.
¿Cómo entras en contacto con este tipo de público?
Hace 6 años empecé a trabajar en las ediciones del proyecto Somos uno de la Oficina, en ellas el tratamiento a este público era insuficiente, pues necesitaban actividades más específicas. Había escuchado historias sobre este tipo de personas que no pueden exponerse a la luz solar y también vi un documental acerca del tema, fue entonces que decidí insertar los talleres dentro de las acciones que implementábamos.
Contacté al Ministerio de Salud Pública y desde allí con dos doctoras que han sido claves en el proyecto: Lisset Chichay Torres y Pilar María Acuña Guilarte. Ellas laboran en el Hospital Pediátrico Universitario de Centro Habana, son dermatólogas de la Comisión Nacional de Xerodermia Pigmentosa e investigadoras del proyecto nacional Estrategias para la atención de niños y adolescentes con daño actínico crónico.
Hubo una primera experiencia en el 2019, donde se planificaron recorridos nocturnos por instituciones del Centro Histórico como la Casa de la Poesía y la Iglesia de Paula. Durante la edición del Andar Especial Somos uno, efectuado el 2 de abril del 2021, en el contexto de la Fiesta del Libro Infantil. En esa ocasión se confeccionaron manualidades para obsequiar a niños, niñas y adolescentes, y se organizó un intercambio online en el que participaron también familiares y especialistas. La excelente acogida fue el impulso definitivo para el ciclo de talleres Te cuento mi historia al revés.
¿Por qué el nombre Te cuento mi historia al revés?
El propósito es que estos niños, niñas, y adolescentes con necesidades especiales vayan descubriendo sus capacidades. Les facilitamos el acceso a herramientas de inteligencia emocional y compartimos sus historias de vida narradas de modo diferente. Eso es lo que da sentido al juego de palabras “Te cuento mi historia al revés”.
¿Cómo trabajarán?
La idea es incrementar las opciones recreativas y culturales y favorecer la inclusión de estas personas. Esperamos que se nos sumen cada vez más colaboradores. Cada encuentro lo dedicaremos a una, o varias, manifestaciones artísticas.
El día 14 de enero, en el taller inaugural, por ejemplo, resultó fundamental la narración oral de la especialista Yanet Lovet y la puesta en escena del cuento “El pintor Li”, interpretado en formato de marioneta por Víctor Ariosa, conocido como el Polichinela de La Habana. A continuación, la psicóloga Daniela Jardines intervino con una dinámica grupal para trabajar precisamente en la gestión de las emociones.
Para terminar el encuentro, Beatriz Hernández, estudiante de licenciatura en Historia del Arte y colaboradora de la Galería Carmen Montilla, presentó el quehacer de Félix Espinosa, un artista peruano que a pesar de no tener brazos es pintor ha cultivado una obra meritoria con la cual consiguió enamorar al público y ha ganado reconocimientos nacionales e internacionales.
Esa noche contamos también con la colaboración de Andrés Pérez, quien realizó su performance de estatua viviente; Alex Tiomno, nutriólogo en formación; Estrella Díaz, escritora, periodista, creadora audiovisual, y especialista del Centro Pablo de la Torriente Brau; así como Massiel Arbona, especialista del Centro de Gestión Cultural.
¿Cómo registrarán de lo que suceda en cada encuentro?
Con lo aprendido por cada uno de los participantes y los resultados del trabajo se confeccionarán materiales diversos, algunos producidos por los propios niños, niñas, adolescentes y jóvenes, siempre mediados por el conocimiento y la difusión del patrimonio. Estos contenidos nos permitirán visibilizar el proceso de crecimiento espiritual de cada quien y aportar contenido de valor para concienciar a públicos más generales en torno a las patologías médicas que llevan a esta condición de sensibilidad extrema a la luz solar.