Por Teresa de Jesús Torres Espinos
La calle Obispo es la más importante de La Habana Vieja. Quien camine por ella escucha los pregones, aprecia locales con ventas de artesanías, bares amenizados con música, las paladares; ferias y viviendas de particulares. Esta importante arteria tuvo su origen en el siglo XVI, próximo a la fundación de la villa de San Cristóbal, en 1519.
Ubicada al sur de la Plaza de Armas y a un costado del Palacio de los Capitanes Generales, la vía corre desde las riberas de la bahía hasta la calle de Monserrate. A lo largo de su existencia varias han sido sus denominaciones, siempre nacidas del ingenio popular. Se llamó San Juan porque conducía a la iglesia de San Juan de Letrán del Consulado; al comienzo de esta se instaló, en 1794, el Consulado. Además, se le decía Del Obispo, porque en ella vivieron, en épocas diversas, los prelados Fray Jerónimo de Lara y Pedro Agustín Morell de Santa Cruz.
En 1897 se identificó como Weyler, pero un año después el pueblo habanero destruyó las tarjas que señalaban ese nombre. En 1905 recibió el calificativo de Pi Margall, en homenaje al defensor entusiasta y constante de los derechos y libertades de Cuba en España. Pasados más de 30 años, al devolvérseles los nombres originales a las calles de la ciudad, volvió a identificarse como Obispo.
Hasta el derribo de las murallas -iniciado en agosto de 1863-, en la vía existió una puerta de entrada a la ciudad desde los barrios de Extramuros. Sus primeras edificaciones fueron bohíos de yaguas y guano, como todas las que formaron el primitivo núcleo urbano de la naciente villa, que se sustituyeron con posterioridad por casas de rafas y tapias, cubiertas de tejas.
Antiguamente en Obispo radicaron casas de modas y dulcerías, los más animados cafés y algunas boticas, y poco a poco se le agregaron otros servicios. Era muy transitada de día y los paseos nocturnos hacia la Plaza de Armas, donde se daban retretas, hacían confluir allí al público a pie, en quitrines y volantas.
Ahora la popular vía es solo peatonal, también con una función comercial. Fue pionera en el alumbrado público en la ciudad y sede del primer estudio fotográfico de Cuba e Iberoamérica, propiedad del norteamericano George W. Hasley. Entre sus ilustres vecinos están el filósofo y presbítero Félix Varela; el líder estudiantil Julio Antonio Mella; y el Premio Nobel de Literatura, Ernest Hemingway, quien durante los años 30 del pasado siglo se hospedó en el Hotel Ambos Mundos.