Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Con los acordes de la Banda de la Unidad de ceremonias del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias comenzó este sábado el acto por el aniversario 153 del inicio de las Guerras por la Independencia de Cuba, que organiza desde 1968 la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).
Al pie del monumento al Padre de la Patria, en la Plaza de Armas, el Historiador René González Barrios afirmó que “la impronta de Carlos Manuel de Céspedes marcó el principio de la guerra. Su impactante personalidad sirvió de imán para nuclear en torno suyo a una heterogénea masa de terratenientes, intelectuales, campesinos, esclavos, ex oficiales de las reservas dominicanas, españoles y pueblo en general. Pronto su nombre cruzó las fronteras de la Isla, y el mundo identificó en él al Libertador de Cuba.”
“Para expandir el resplandor de la luz de la Revolución, dijo, incendió Bayamo convirtiéndola en santuario de la Patria. Combatiendo a España y a sus adversarios políticos, sostuvo la llama redentora hasta abril de 1869, cuando fue electo, en la Asamblea de Guáimaro, Presidente de la República de Cuba en Armas”.
González Barrios evocó a José Martí, quien escribió en Nueva York para El Avisador Cubano, en ocasión del vigésimo aniversario del alzamiento glorioso: “De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza como de la luz, el otro vence.”
Más adelante aseveró que “a él, como a Fidel, rindió culto y fidelidad eterna el Historiador de la Ciudad, Dr. Eusebio Leal Spengler, émulo de espíritu, ideas y acción, del hombre que encendiera la llama que hoy ilumina la forja de una nación soberana, independiente y profundamente antimperialista. La Cuba indoblegable de Céspedes y del pueblo humilde y resuelto que lo acompañó en la gran aventura de la independencia, vive orgullosa de su pasado de gloria y su presente de lucha, resistencia y victoria”.
Señaló que “Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, abogado, periodista y poeta, excelente jinete y esgrimista, tenía en el culto a la Patria, la razón de su vida”, y recordó que entre 1851 y 1852 , sufrió prisiones y destierros en Bayamo y Manzanillo. En 1855, por sus ideas emancipadoras, guardó peculiar prisión a bordo del vetusto buque de guerra Soberano, veterano de la batalla de Trafalgar, anclado desde 1854 en el puerto de Santiago de Cuba”.
“En la voz del protagonista de la epopeya bolivariana, escuchó Céspedes aquella prédica revolucionaria, con la que se identificó totalmente. El peligroso maestro fue expulsado a Venezuela. A Céspedes, se le impuso los límites de la ciudad de Santiago de Cuba como prisión. Llevaría en lo adelante las ideas del libertador como guía de su pensamiento político”, sostuvo René González Barrios.
A la ceremonia asistieron el Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo Hernández; el primer secretario del Partido en la capital, Luis Antonio Torres Iribar; el Gobernador de La Habana, Reynaldo García Zapata, así como combatientes de la Revolución Cubana, intelectuales y colaboradores de la OHCH.
Posteriormente, los asistentes al acto apreciaron el retrato de Carlos Manuel de Céspedes, que se exhibe en la muestra Museo de la Ciudad: el lugar más amado, en el propio antiguo Palacio de los Capitanes Generales Luego, acudieron a la presentación del libro La Revolución de 1868. Estudios históricos, de la Academia de la Historia de Cuba, en el Museo de la Ciudad.