El Malecón de La Habana es un sitio especial de nuestra capital, desde el comienzo de su construcción a inicios del siglo XX. Es la imagen de bienvenida al arribo por mar, es el punto de encuentro de miles de sus visitantes y pobladores, no por gusto se le ha llamado El Balcón de La Habana, la fachada de nuestra cuidad volcada al mar y por ello, más allá de sus carencias, posee en nuestro imaginario un inmenso valor intangible. En su desarrollo integra zonas de la ciudad con diferentes características urbanas que muestran los periodos de su evolución histórica y es la vía de enlace más expedita entre el este y oeste de la ciudad por su litoral. El segmento de Malecón comprendido entre el Paseo del Prado y la calle Belascoaín es conocido como el Malecón Tradicional. El mismo abarca los dos primeros tramos construidos entre 1901 y 1919. Es un conjunto urbano que se ha distinguido por su coherencia y unidad, de ahí sus valores patrimoniales. Sin embargo, se identifica como una de las zonas con el fondo edificado más deteriorado dentro de la ciudad, entre otras causas por la vulnerabilidad ante los eventos climáticos por su proximidad al mar, algo que a su vez lo distingue. Su virtud, es su defecto.
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