Emilio Roig de Leuchsenring: primer Historiador de La Habana

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

Cuando el 1ero de julio de 1935, el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring fue designado como primer Historiador de La Habana era un hombre maduro, próximo a cumplir 46 años de edad y ya constituía una personalidad reconocida en el ámbito de las letras, el derecho y la historiografía cubanas. A la vez, por sus verticales posturas políticas nacionalistas y antimperialistas gozaba de enorme prestigio entre sus contemporáneos.

Sin duda alguna, en ese año los dos grandes acontecimientos vividos por Roig de Leuchsenring fueron su nombramiento -de lo que se desprenderían un sinnúmero de tareas a favor de la salvaguarda del patrimonio histórico habanero y labores diversas de índole cultural- y la publicación de su monumental estudio Historia de la Enmienda Platt.

Ya desde 1927, el patriota y periodista ocupó el cargo de Comisionado Intermunicipal de La Habana, y comenzó su quehacer intelectual en pro de la conservación de nuestro patrimonio material e intangible. Cesanteado de esa responsabilidad por la dictadura de Gerardo Machado, fue repuesto tras la caída de este, el 30 de noviembre de 1933, y allí permaneció hasta asumir con propiedad como Historiador de la Ciudad.

Emilito, como solían decirle, sobresalió desde su juventud como un hombre de ideas de izquierda, y la causa del antimperialismo devino uno de sus grandes temas como Historiador y hombre público. Sobresale, además, su ardua faena relacionada con la denominación de las calles del municipio habanero, y la restitución de sus nombres antiguos, tradicionales y populares, “por juzgar que ello, al decir del propio Roig, es patriótico, cultural, práctico, útil y productivo”.

También en 1935, a finales de agosto, comenzaron a editarse los Cuadernos de historia habanera, que salían en pulcros breviarios con una extensión variable, entre 80 y 200 páginas, una tirada de mil ejemplares y se distribuían gratuitamente. En ese año se emprendieron, asimismo, obras de restauración y embellecimiento de la Plaza de Armas, para lo cual fue decisiva la cooperación de funcionarios, incluida la del Dr. Roig, quien proporcionó los datos fidedignos y grabados antiguos, que facilitaron la mayor veracidad histórica y urbanística en esos trabajos.

De particular significación resultó la gran obra historiográfica dedicada por Roig de Leuchsenring a la Enmienda Platt. Con una prosa ágil y gallarda, su ensayo, consagrado al examen integral del ominoso y perjudicial apéndice a la Constitución cubana de 1901, apareció publicado en dos volúmenes compactos, bajo el rótulo Historia de la Enmienda Platt. Una interpretación de la realidad cubana.

Desde la Oficina del Historiador de la Ciudad, fundada el 11 de junio de 1938, con su compromiso cívico, el Dr. Roig impulsó varias organizaciones destinadas a los estudios de historia y cultura nacionales, como la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales; la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros; la Junta Nacional de Arqueología y el Museo de la Ciudad, este último nacido en 1941. Asimismo, en su desempeño periodístico, mantuvo secciones fijas en las principales revistas de la época -Carteles, Social y Gráfico-, donde abordaba con sagacidad la crónica costumbrista.

Emilio Roig de Leuchsenring demostró una absoluta identificación con la Revolución Cubana de 1959, resultado de una vida consagrada a luchar por los principales valores de nuestra historia e identidad como nación. En su honor se instituyó el Día del Historiador Cubano, que también conmemoramos este 1ero de julio.

Al Dr. Roig lo sucedió en el cargo, el eterno Historiador, Dr. Eusebio Leal Spengler, quien siempre evocó a Emilito como su predecesor de feliz memoria y reconoció, en numerosas ocasiones, que sin su legado, “es imposible hacer, por lo menos para mí, absolutamente nada. (…) Tengo una gran deuda de gratitud impagable para su memoria. Sin Emilio Roig no existiría Eusebio Leal. (…) La obra de Roig está ahí, prevalecerá. Hemos contribuido con un grano de arena a levantar el pedestal de su monumento”.

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