Dos visones de La Habana

Por Liritza López

Sin temor a la vanidad, se puede decir que La Habana seduce e inspira. La ciudad encanta, y se devuelve en Música, Literatura, Artes Visuales, Danza y muchas otras manifestaciones de la creación humana. Desde las míticas canciones Hoy mi Habana, de José Antonio Quesada, y Sábanas blancas, de Gerardo Alfonso; el lirismo del poema Si no existieras, de Fayad Jamís (1930-1988), y el espíritu habanero del poemario En la Calzada de Jesús del Monte (1949), de Eliseo Diego (1920-1994); las ligeras líneas de las habaneras de Servando Cabrera (1923-1981), y el colorido de los paisajes de René Portocarrero (1912-1985); hasta el renacer de la parte más antigua de la urbe con el ritmo danzante de Danza Teatro-Retazos, ofrecen una síntesis del universo de experiencias artísticas gestado de sus imaginarios.

La devoción por la capital fructificó en homenajes por su aniversario 500. De manera anticipada inició su programa conmemorativo, que con un carácter extenso pretendía favorecer la conciencia ciudadana más allá de la prestancia del momento. Así, en noviembre de 2018 tuvieron lugar acciones puntuales como la presentación del Concurso de Carteles, dedicado al magno suceso, convocado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) y el proyecto CartelON en Habana Espacios Creativos, edificación que aún estaba en proceso de restauración.

En marzo de 2019, el centro presentó la exposición La Habana, 500 aniversario con los quince carteles finalistas del concurso. Con 28 participantes, cuyas propuestas oscilaban entre una, dos o tres obras, se concedió el Premio al Mejor Cartel a Norberto Molina, y tres Menciones a Claudio Sotolongo, Eric Silva y Gabriel Lara. En gran medida el conjunto de obras denotaba la iconografía arquitectónica de la Capital: el Castillo del Morro con el faro, el Malecón, El Templete, el Capitolio Nacional y los múltiples balcones de las fachadas de los edificios. De estos últimos, se privilegió espacialmente el gesto habanero de las tendederas de ropa hacia el espacio público.

En otra perspectiva aparece la ciudad como mujer, representada por medio de la estampa de La Giraldilla, y en la creación de una figura femenina con cierto matiz de imágenes de antaño. Un tercer elemento de gran importancia fue la trama del mapa urbano y su conexión con el mar. Igualmente, una variedad de detalles citadinos entre los que se advierten las luminarias del segmento del Malecón tradicional, la ceiba, los leones del Prado, las llaves y los diseños de los mosaicos antiguos devinieron motivos protagónicos de la evocación habanera. Sin embargo, otros diseñadores eligieron resaltar la frase “La Habana, 500 aniversarios”, jugando con formas y colores adyacentes o de fondo.

De esta suerte, la tradición del cartel cubano se asienta nuevamente en un evento cultural para desplegar la creatividad de diseñadores contemporáneos. Una práctica imperecedera como se apreció en la exposición de afiches Habana, inaugurada en enero de 2019 en la galería de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena.  Bajo el concepto curatorial de Damián Viñuela y Pepe Menéndez, se exhibieron 42 piezas de cerca de 30 diseñadores, cuyas fechas de creación se ubicaban en el período comprendido entre los años 1963 y 2018.

Carteles de sucesos culturales, políticos y sociales brindan en paralelo un panorama de los diversos eventos y manifestaciones artísticas que han tenido por escenario La Habana, y un repertorio de alegorías desprendidas del hecho que da origen. Las imágenes asociadas a la promoción de congresos, películas y eventos de cine, música, teatro y artes plásticas muestran el despliegue del intelecto individual en correspondencia con los presupuestos del acontecimiento. En ese sentido, la selección de afiches revela la creación de metáforas visuales que proporcionan otras construcciones a los imaginarios capitalinos, al desligarse de los símbolos comunes de la Ciudad.

Así, desde el cartel, La Habana se vislumbra en dos perspectivas, una más apegada a su visualidad e historia y otra que apuesta por la recreación del quehacer de su sociedad. Dos variantes de un espectro de aproximaciones tan múltiples como las sensaciones que suscita.

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