Bibliotecarios del Centro Histórico: cultura y consagración

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

Bautizado como el padre de la Bibliografía cubana, Antonio Bachiller y Morales nació el 7 de junio de 1812, en La Habana. En homenaje a ese pensador e imprescindible figura de la cultura, se instituyó en esa fecha el Día del Bibliotecario.

En la Isla caribeña se festeja la significativa efeméride desde hace varias décadas. Sin embargo, en 2008  el Sistema de Bibliotecas de la Dirección de Patrimonio Documental de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) comenzó a organizar una Jornada para celebrar la labor de sus instituciones y profesionales.

La Dra. Grisel Terrón Quintero, al frente de esa dirección, nos ofreció detalles del agasajo, que este año acontecerá desde este 7 de junio hasta el próximo día 11, en su duodécima edición.

¿Qué acciones culturales ha concebido Patrimonio Documental con motivo de la Jornada?

“Nos cuesta renunciar a la celebración presencial, pues siempre esta Jornada tuvo gran participación de los públicos y sabemos que no todos interactúan en las redes. No obstante, el trabajo virtual era un viejo sueño que la Covid aceleró, así que creo que ya nunca más prescindiremos de él. Nuestras acciones culturales transcurrirán en la página de Facebook de Patrimonio Documental (@dirdocumentalohc).

“Queremos que el programa del presente año esté dedicado a la creatividad, a todas las maneras en que el bibliotecario se desdobla para cumplir su función. Por eso hemos invitado a que antiguos bibliotecarios del sistema nos cuenten de su trayectoria en la Oficina. También efectuaremos propuestas de entretenimiento y reflexión sobre nuestra profesión, que llevarán a la biblioteca a otros espacios. Estamos empeñados en mantener la campaña Libros en Movimiento, lo cual es un reto en las actuales condiciones y estamos trabajando muy duro para lograrlo en el espacio virtual. Además, aspiramos que sea una Jornada entretenida, divertida y lúdica. Y por ahí se encaminan algunas propuestas”.

¿Qué experiencias ha sacado Patrimonio Documental desde que irrumpió en el ciberespacio, en 2020, a causa de la Covid 19?

“Te decía que trabajar en Internet es una práctica extendida en el mundo de las bibliotecas. Nosotros teníamos el sueño de insertarnos, pero queríamos hacerlo de manera responsable, con un discurso elaborado y una filosofía de comunicación de nuestro patrimonio muy bien definida. Todo estaba en construcción cuando la Covid nos empujó de un golpe a este entorno y tuvimos que acelerar el pensamiento. De inmediato creamos un equipo que, además de todos los trabajos bibliotecarios y archivísticos, incorporara la transformación digital de nuestra gestión. Y ello va mucho más allá del trabajo en las redes sociales, puesto que estas son un mecanismo para comunicar, pero hay muchos otros que incluso dan más autonomía a los públicos.

“En las redes, los mensajes van muy construidos y, aunque hay diálogo y polémica, todo parte de un mensaje elaborado a priori por nosotros. El trabajo en la virtualidad nos ha llevado a comprender otros códigos, otra manera de pensar lo que hacemos desde cómo catalogar y describir, hasta cómo construir un discurso… es como si cada día estuviéramos haciendo curaduría y redescubriendo y reinventando nuestra profesión. A la Dirección de Patrimonio Documental la Covid la ha reinventado y la ha unido, tanto como lo virtual. La Dirección ahora es más transdisciplinar y cada uno ha ampliado su campo de pensamiento y de acción”.

¿Qué ha distinguido a los bibliotecarios del Centro Histórico desde el comienzo de la pandemia?

“Los bibliotecarios son profesionales muy laboriosos. Los del Centro Histórico siempre han sido unidos y creativos y se han involucrado en cuanta aventura profesional se han propuesto. Al inicio de la Covid, pocos interactuaban en las redes, menos con propuestas tácitas desde las bibliotecas, pero poco a poco se han ido sumando y hay verdaderos ejemplos de superación y creatividad. Son los casos de la Biblioteca Histórica Cubana y Americana, la Casa de la Poesía, Víctor Hugo, Casa de África, el Centro Hispano y. la más joven de nuestras bibliotecas. que es la Infantil Antonio Bachiller y Morales”.

¿Pudiera mencionarme lo más destacado que  han realizado en la plataforma virtual?

“Sería difícil, porque cada entrega deviene nuevo reto. Lleva estudio siempre de los contenidos, y, más allá, de cómo comunicarlos, cómo transmitir lo que cada biblioteca es sin repetirse, con el aire y el espíritu de cada una. Desde mi posición, tal vez lo más complicado es congeniar la labor de las bibliotecas, en apariencia tan distintas como la Histórica y la Bachiller. Una más en función de conocedores de la historia, y la otra dirigida a público infantil y sus familias”.

¿Cómo ha sido la acogida por el público de Facebook?

“La página ha crecido en seguidores e interacciones, y eso dice mucho. Pero luego está la parte cualitativa en que notas que los comentarios son cada vez más osados, más polémicos, de contrapropuestas y ello nos enorgullece porque hemos creado fidelidad de los seguidores que sienten ese espacio como de novedad, reflexión, crecimiento. Cada semana estudiamos las estadísticas, las comparamos, evaluamos cualitativamente los comentarios y los mensajes.

“Aunque el mayor número de visitas al sitio web es desde Cuba, cada vez interactúan con nosotros desde más países, nos proponen que participemos de foros y eventos, nos piden entrevistas, sugieren temas. Tenemos roles definidos y cada bibliotecario y archivero debe participar no solo en la confección de los post, sino también en la interacción. Algunos especialistas tienen, además, el rol de moderar y eso hace que sea una página de todos con miradas profesionales, pero también personales que nos llevan a polemizar con los públicos, incluidos nosotros mismos”.

¿Qué retos tiene por delante Patrimonio Documental para continuar consolidando su quehacer en las redes sociales?

“Pretendemos ampliar las plataformas de acción porque cada una tiene su particularidad, pero, al igual que la de Facebook, queremos que la salida sea airosa y sostenible. Así que lo iremos haciendo de manera escalonada y cuando tengamos muy claras las líneas de trabajo en cada una. Pretendemos involucrar a más personas del mundo de la cultura en la construcción de nuestras narrativas, darle más voz a los actores y receptores. También aspiramos a incorporarle mensajes más lúdicos que combinen el humor, muestren las complejidades de nuestra profesión y lo multidisciplinar del mundo documental, donde muchos participan de eso que llamamos memoria histórica”.

La Dirección de Patrimonio Cultural de la OHCH dispone de 21 bibliotecas especializadas, según el perfil de las Casas Museos a las cuales pertenecen. Hay, además, otras especializadas, que no son parte de instituciones, como la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle, la Biblioteca Pedagógica Félix Varela, y la Biblioteca Infantil Antonio Bachiller y Morales.

La Biblioteca Histórica Cubana fue fundada por el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, en 1938, con el propósito de salvar importantes colecciones privadas de los intelectuales cubanos, entre ellos, del propio Roig. Especializado en temática cubana, ese centro del saber -por su antigüedad y su valor- dirige el sistema de bibliotecas de la OHCH, y atesora el mayor patrimonio documental y bibliográfico cubano del Centro Histórico.

También  frente a la Plaza de Armas se encuentra la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena –muy antigua–, que metodológicamente no forma parte del sistema de la OHCH, pero sí se integra a la gestión de la Oficina en cuanto a su trabajo y filosofía. Es la Biblioteca Provincial de La Habana, que, con notable experiencia, acoge a todos los públicos.

En el entorno colonial habanero existen otras bibliotecas, como la del Centro de Documentación del Plan Maestro y la de la Empresa de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo, RESTAURA.

Ser una persona de vasta cultura y poseer capacidad de comunicación, creatividad, paciencia y dominar los nuevos soportes digitales, así como estar preparada para atender a cualquier usuario con la cultura y el libro -que es su arma-, son algunas de las virtudes que deben distinguir a los bibliotecarios de nuestros tiempos. Sin duda alguna, a los del Centro Histórico, en su mayoría, los identifican esas cualidades, y, sobre todo, son especialistas muy consagrados.

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