Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
La casa de Obispo ciento diecisiete – diecinueve está considerada por los estudiosos como una de las más antiguas de La Habana. Según documentos, la vivienda, ubicada en el sitio relevante de la otrora villa de San Cristóbal -frente a la Parroquial Mayor-, perteneció a Antón Recio, uno de los vecinos más importantes de la ciudad del siglo XVI.
Desde noviembre de 2006, se estableció allí el Museo de la Pintura Mural, el único de su tipo en Cuba y donde se promueve el valioso patrimonio pictórico -arqueológico que atesora el Centro Histórico de la capital. Se exponen temas relacionados con la historia del inmueble, y la evolución de esta manifestación en el universo y en el país. En una de sus salas se presenta el inicio de la restauración en la Isla caribeña y, de manera sucinta, el proceso de intervención de las obras murales.
En la institución, perteneciente a la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad, se exhiben fragmentos rescatados en viviendas muy deterioradas, o de espacios donde las nuevas funciones ponían en peligro la conservación de este patrimonio.
El museo amplió su extensión a partir de noviembre de 2018, cuando reabrió sus puertas tras una rehabilitación capital. Ahora ocupa también el sitio donde antes se encontraba la librería El Navío. Uno de los atractivos del recinto cultural es la letrina, sitio arqueológico, que, a finales de los años 70 del pasado siglo, realizara en esta casa el arqueólogo Leandro Romero Estébanez, fundador, junto al Dr. Eusebio Leal Spengler, del Gabinete de Arqueología.
Entre las piezas que puede apreciar el visitante están un quitrín, medio de transporte emblemático del siglo XIX, y el testigo arqueológico de un muro mixto, correspondiente a los primeros momentos constructivos del inmueble, levantado mediante ladrillos de adobe unidos y reforzados por morteros de cal y entramados de madera. En otra pared se expone una extracción de pintura mural, con temática religiosa, procedente de la capilla del edificio de Tacón núm. 8.
Casi prácticamente desde su reapertura, el Museo de la Pintura Mural desarrolla un programa sociocultural con la comunidad, que aspira a seguir consolidando. Un dato curioso es que la vetusta casona fue escenario del rodaje de dos películas emblemáticas: Cecilia Valdés, de Humberto Solás, e Inocencia, de Alejandro Gil.