Glenda Pérez Fernández
Reimaginar, recrear, restaurar, son las acciones que movilizaron un día tan significativo a nivel mundial como el 5 de junio, un llamado anual a la concientización ciudadana para el cuidado del Medio Ambiente. Es así, que cada año, desde 1974, el Día Mundial del Medio Ambiente se celebra en esta fecha, en un esfuerzo por abordar los más apremiantes problemas ambientales.
Para este periodo se designó como objetivo fundamental la restauración de ecosistemas degradados o destruidos, así como la conservación de aquellos que hoy continúan intactos. En ese sentido, la fecha da inicio del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas, pues disponer de ecosistemas más saludables beneficia de manera significativa la fertilidad de los suelos y la disponibilidad de recursos animales y vegetales.
A preservar y reconstruir el patrimonio natural se sumó como es habitual la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana (OHcH), con un acto en el campamento de pioneros Elpidio Valdés, ubicado en áreas exteriores del Museo Castillo de Santo Domingo de Atarés, cumpliendo con las medidas de restricción impuestas por la Covid-19. El escenario fue propicio para desarrollar la acción Un árbol para mi Habana, organizada por la empresa Restaura de la OHcH de conjunto con la Sociedad Civil Patrimonio, Comunidad y Medio Ambiente, en la cual trabajadores y directivos de la institución sembraron más de 100 árboles en las faldas del castillo. En palabras de Orlando Inclán, arquitecto de la empresa Restaura, el objetivo de esta iniciativa no era solo celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente, sino también sensibilizar a las personas en el cuidado de Medio Ambiente, que es también el cuidado de la Ciudad.
Así mismo, Alejandro Palmarola, Subdirector del Jardín Botánico Nacional, Presidente de la Sociedad Cubana de Botánica y Latinoamericana de Botánica, destacó la relación histórica de la OHcH con el patrimonio natural y la incasable labor del Dr. Eusebio Leal Spengler. Hay tres momentos importantes de la Oficina del Historiador, que marcan el pasado y hacia dónde vamos. En primer lugar, el compromiso de Leal por rescatar la Quinta de los Molinos; el otro fue el rescate de los árboles luego del paso de los ciclones, por la propia perseverancia del Historiador, más allá de toda lógica y el rescate de la Ceiba para el aniversario 500 de la Villa de San Cristóbal de La Habana. Este es un cuarto momento que demuestra nuestra lealtad a su pensamiento. En la cita también se mencionó que esta iniciativa se replicó en toda la Ciudad, logrando el sembrado de 400 posturas y en todas las capitales de provincia, organizado por los CDR.
Acerca del valor simbólico de este momento, conversó Orlando Inclán, el cual señaló que los terrenos del Castillo de Atarés hace más de 250 años pertenecía a Agustín de Sotolongo quien los cedió a la Ciudad para defenderse de los ingleses. Hoy sembramos árboles también para defender a la Ciudad, tratando de mantener la visibilidad del castillo y consolidando el bosque del campamento de pioneros. En su disertación, mencionó la influencia y el legado de Eusebio Leal, pues su dedicación no solo abarcó la defensa de la Ciudad, sino también la del medio ambiente. Del mismo modo, convocó al respeto del arbolado y a mantener viva la relación entre ciudadanos y árboles que quedó sellada bajo la sombra de la ceiba, que dio el origen a la fundación de La Habana.