Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Consagrado a la fraternidad y a la comprensión entre los niños y las niñas del mundo, el Día Internacional de la Infancia fue instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1956.
La ONU acordó que en esta fecha cada país debería promover acciones que involucrasen, de manera directa, a los más pequeños de la casa. La jornada recuerda que todos los chicos tienen derecho a la salud, la educación y la protección, con independencia del sitio en el que hayan nacido.
Actualmente, unos 600 millones de niños del orbe viven en la pobreza y más de 27 mil menores de cinco años mueren a diario por causas evitables. Más de 250 millones de infantes de 5 a 14 años de edad trabajan extensas y agotadoras jornadas laborales. También, unos seis millones padecen lesiones limitantes a causa de conflictos bélicos o fallecen como consecuencia de las guerras.
Mientras en muchas naciones los niños viven en condiciones infrahumanas y son víctimas de la explotación, una situación muy diferente distingue a los niños en Cuba, quienes tienen asegurados su derecho a la vida, la salud, la educación y, además, a jugar, a la protección frente a la violencia y la discriminación, y a que sus opiniones tengan valor y sean escuchadas.
En la Isla caribeña cada infante está protegido contra 13 dolencias, algunas de las cuales constituyen flagelos en numerosos países. Las defunciones por enfermedades diarreicas agudas se producen en la Ínsula solo como excepción, y la prostitución, el trabajo forzado y los llamados niños de la calle, constituyen categorías inexistentes para los pequeños cubanos.
Siguiendo el legado de José Martí “Los niños son la esperanza del mundo”, el líder cubano Fidel Castro dedicó gran parte de su obra al bienestar de la infancia en la mayor de las Antillas. A pocos meses del enero victorioso de 1959, en la apertura del Primer Congreso Nacional de maestros rurales, señaló: “Que podamos decirles al pueblo y al mundo, que como un esfuerzo más de nuestra Revolución, como un esfuerzo más de nuestro pueblo, no quedará un solo niño sin escuela y esto significa el desarrollo de la inteligencia de todos nuestros niños. Eso significa que no quedará un solo talento que no se abra a la luz. Eso significa que no quedará una sola inteligencia sin su oportunidad, ni quedará un solo maestro sin su vocación”.
La realidad cubana no es perfecta, pues es cierto que existen sectores poblacionales con más desventajas o menores ingresos monetarios. No todos los niños poseen una vivienda con iguales condiciones; pueden vivir en lugares de difícil acceso, presentar alguna discapacidad o convivir en familias que tengan hábitos y conductas de riesgo. Sin embargo, existe una atención del Gobierno a los pequeños y adolescentes más desfavorecidos, lo cual ha sido reconocido en la Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).
Ante el desigual escenario que se vive en los tiempos actuales en diversas geografías, en esta fecha del calendario global -Día Internacional de la Infancia-, se hace preciso un llamado para el cuidado y la protección de los niños, no solo porque representen al futuro, al mañana como símbolo de progreso o de ilusión. Ello resulta un acto de justicia para todos los pequeños del mundo.