Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
El próximo 17 de junio, en ocasión del aniversario 116 de la desaparición física de Máximo Gómez Báez, la Quinta de los Molinos presentará en su página de Facebook un ciclo de publicaciones, consagrado a la vida y la obra del Generalísimo y a la familia Gómez-Toro. Se divulgarán curiosidades, mitos e historias desconocidas.
En esa fecha, de 1905, falleció el prócer en la casona de 5ta. y D, en el Vedado. Pocos días antes, había sido trasladado por la familia hacia La Habana, procedente de Santiago de Cuba.
Hasta sus últimas horas el Generalísimo pensó y vivió la política cubana, en busca de reorganizarla y encauzarla en correspondencia con lo dispuesto en el documento que, a su juicio, debía regir los destinos de Cuba: el Manifiesto de Montecristi, texto fundacional que firmara junto a José Martí, el 25 de marzo de 1895 en República Dominicana, poco antes de zarpar hacia la mayor de las Antillas.
Parte de la concepción republicana, bien definida por Gómez en innumerables escritos fue establecer una república, cuyo gobierno no impusiera “privilegios de ningún linaje”, con ministros que “no alfombraran sus casas o cuyas mujeres vistieran de sedas mientras la del campesino y sus hijos no supieran leer y escribir”, una administración compuesta por “hombres de grandes virtudes probadas”, amantes de la ley y no de la espada”.
Hace más de un año, en la reapertura del Museo consagrado a Máximo Gómez, en la Quinta de los Molinos, el eterno Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler, calificó al Generalísimo como un hombre superior, un ser humano de gran entereza y profundas convicciones, paradigma en el cumplimiento del deber y que tuvo entre sus principios fundamentales la frase: “No hay Revolución sin ideología revolucionaria”.
En esa institución ecológica el destacado estratega militar dominicano habitó con la familia y estableció su Cuartel General del Ejército Libertador, desde el 24 de febrero de 1899 hasta finales de mayo del propio año.
La Casa de descanso para los Capitanes Generales fue rehabilitada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Es el único recinto de su tipo en Cuba que venera la figura de Máximo Gómez y de su hijo, Francisco Gómez Toro, para mantener viva nuestra historia.
En la actualidad, la antigua residencia posee 5 salas: La Línea del tiempo de la Quinta de los Molinos, y espacios dedicados a Panchito Gómez Toro, con instantáneas del joven y fragmentos de cartas escritas por él en diferentes momentos de su vida; y a Bernarda del Toro (Manana) y la familia Gómez – Toro, que reúne fotografías y un panel con epístolas enviadas a Manana.
Un sitio especial reserva el museo para exhibir objetos personales de Máximo Gómez, como sus espejuelos, navaja de afeitar; bolsa para municiones, accesorios de su equipamiento de campaña y su mascarilla funeraria -en yeso-, realizada en su lecho de muerte..