Por Glenda Pérez Fernández
El arte del metal, en todas sus variantes y su historia tiene un espacio propio desde hace 25 años. Una antigua casona, que data del siglo XVI, protege colecciones reinventadas para mantener viva la memoria de un país a través del oficio orfebrere. Es así, que en este 2021, el Museo de la Orfebrería llega a un cuarto de siglo, con la premisa de documentar, investigar, exponer, preservar, proteger, comunicar y divulgar el patrimonio material y cultural de la orfebrería, presente en las diversas facetas de la vida del cubano a través del tiempo y procedentes de diferentes latitudes. Para conversar sobre el tema, Habana Cultural se acercó a su directora, Rosa Iris Parets Menéndez.
El Museo de la Orfebrería, único de su tipo en Cuba, resguarda un patrimonio singular. Cuenta la historia de un país a través de sus colecciones; puede comentar como se distribuye y se organiza la museografía y museología del Centro.
La creación del Museo de la Orfebrería el 18 de mayo de 1996, conmemorando el Día Internacional de los Museos (DIM), responde a la existencia de una vasta y valiosa colección atesorada por años en la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana (OHcH). Inicialmente, fue concebida y expuesta como Sala de Platería del Museo de la Ciudad, investigada y documentada por el prestigioso especialista Leandro Romero, referencia ineludible para abordar este tema. Entonces ocupaba el gran salón de la planta baja hasta 1986. En 1996 abre sus puertas como Casa de la Orfebrería, con un proyecto museográfico de Raida Mara Suárez Portal, que tuvo algunos rediseños luego de la restauración del inmueble entre el 2014 y 2017.
El discurso temático de cada sala recae en piezas jerarquizadas en vitrinas, apoyado en un singular criterio de ambientación (el cual caracteriza nuestro museo) que articula artes plásticas (pintura), mobiliario, elementos de iluminación, cajas fuertes y textiles en menor medida, aportando otra visión a la poética museográfica. Así mismo, la colección museal está organizada a partir del uso para el cual fueron elaboradas las piezas, (relación objeto utilitario y arte): la alimentación, el aseo, la iluminación o de carácter intelectual como los objetos religiosos y conmemorativos; para acicalar a las personas y aposentos en el caso de relojes, joyería, bastones y piezas eminentemente de artes decorativas; así mismo, las armas y objetos de fumador; y para la milenaria necesidad de trueque y distinción, las monedas y las condecoraciones. Todas ellas funcionan para que el público se aproxime a los patrones y gustos estéticos del cubano del siglo XV al XX, la mayoría de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX.
La exposición permanente permite reconocer un amplio abanico de técnicas propias del trabajo con los metales, tanto para el proceso de elaboración como para la decoración de la pieza. Se potencian las piezas habaneras del período colonial y republicano, y dentro de ellas, las más significativas las elaboradas por los hermanos Misa Besada, plateros españoles radicados en La Habana, desde principios del siglo XIX; aunque existen piezas de Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra, Italia, México, España. Por otra parte, predominan las piezas elaboradas bajo los presupuestos de importantes estilos como el Barroco, Rococó, Neoclásico, Art-nouveau, Art-decó, el Eclecticismo y el Arte contemporáneo.
Enclavado en una de las principales arterias de La Habana Vieja, el Museo se encuentra en un edifico que per se, puede considerarse un monumento de la memoria. Puede hablarnos de su historia.
El entorno y el inmueble donde radica el Museo de la Orfebrería tienen marcados puntos de contacto con la orfebrería y el arte en metal en el período colonial, republicano y revolucionario, constituyendo un valor agregado, de carácter histórico y emocional, que contribuye a que el público se sensibilice e identifique con las propuestas culturales.
La casa en un primer momento estuvo enclavada en los terrenos que fueron propiedad de Antón Recio, desde 1589 hasta 1707. A partir de este año y durante todo el siglo XVIII, pasa a los hermanos Tabares, plateros que ejercían su oficio en dicha finca. Es importante señalar que en la esquina próxima de la intersección con la calle Oficios tuvo casa y taller Jerónimo de Espellosa, español, fundador de la Congregación de Plateros San Eloy en el siglo XVIII y autor de la más espectacular pieza de orfebrería realizada en Cuba, la Cruz de Filigrana que el Dean de la Parroquial Estévez Borges le encargara para la Iglesia de Icod de los Vinos en su natal Islas Canarias. Sin embargo, la construcción actual data del primer tercio del siglo XIX, resultado de recluir dos parcelas y demoler la casa y taller propiedad del maestro platero Gregorio Tabares. Así mismo, tuvo dueños como Don Ramón Ibarra; en 1825, la Condesa de Cañongo y Don Felipe Valdés Pedroso, entre otros.
No es hasta el año 1900 que se registra un cambio en su uso, pues pasa a ser café y vidriera de tabacos y cigarros. A partir de 1920 y hasta 1959, el inmueble fue arrendado a la Sociedad P. Fernández y Cía. En esta Imprenta de Papelería, se almacenaba papel y se brindaban servicios de encuadernación, venta de libros y de objetos de escritorio. De esta época data el letrero en el arco de entrada “Fábrica de libros en blanco”. Entre 1962 y 1963 los trabajadores de dos antiguas joyerías, “La Perlita” y “Vilardebó y Riera” fueron ubicados en el inmueble, surgiendo así la “Unidad de Distintivos”, para la elaboración de sellos, medallas conmemorativas, etc. Tenía áreas de pintura, galvanotecnia, prensas, tornos, platería, grabado al ácido, pulido y estampación. Aquí, en 1973, se realizó la primera acuñación de medallas conmemorativas de la Oficina del Historiador, dedicada a la generación del centenario de José Martí.
Entre 1986 y 1992, y luego de 8 años de haber estado cerrado el edificio, éste se convirtió en la sede del Taller de Restauración de la Oficina del Historiador, y en el salón central de la entrada se exhibía la colección de platería. La instalación permaneció cerrada de 1992 a 1996 por trabajos de restauración, hasta que el 18 de mayo de ese año abre sus puertas como Casa de la Orfebrería y la Tienda Coral Negro. En esta área, en el 2003 estuvo transitoriamente Colección Habana y luego y hasta el 2014 la Tienda de la Congregación de Plateros San Eloy de La Habana. En marzo de 2017 abre nuevamente con una mirada a las colecciones permanentes desde el punto de vista museográfico.
¿Cómo han sido estos 25 años de trabajo y que retos supone esta nueva realidad que enfrentamos? ¿Cómo ha respondido el público a sus propuestas a través de los años?
Aunque nuestra función fundamental es preservar, estudiar y documentar nuestra colección, la acción del museo no resulta totalmente efectiva (aún cuando el producto es válido conceptual y estéticamente) si no deja una huella en el público, que es en última instancia nuestra razón de ser. El final es socializar ese conocimiento adquirido a partir de la investigación en las diferentes áreas del museo, con estrategias acordes a intereses mutuos (museo y público) en función de la educación y el deleite y como institución de educación informal y permanente.
El museo organiza y ejecuta actividades dirigidas a un público variado, prioritariamente cubano, en sus diferentes grupos etarios y categorías, la comunidad más cercana y nichos de mercado muy puntuales: orfebres consagrados de reconocido prestigio nacional e internacional, noveles artistas en formación (académica o autodidactas), estudiantes de escuelas de artes y oficios, artesanos, joyeros, herreros, etc.
Hemos logrado reconocimiento social por la especialización de nuestro actuar, basado en investigaciones, centro de referencia en nuestro perfil, talleres, conferencias, exposiciones transitorias, eficaces medios para atrapar a un flujo significativo de público en el cual dejar nuestra la huella. Aunque hay mucho por hacer, creemos que ha sido sensible y efectivo nuestro impacto sobre la comunidad y sobre el público especializado y general que nos visita.
A partir del mes de abril del pasado año, nuestras acciones se han tenido que volcar a las redes sociales, aprendiendo a la par de la creación de las publicaciones en un nuevo escenario (virtual, inexplorado con anterioridad por nuestras especialistas). Se hizo necesaria la creación de una página en Facebook, de modo que a través de publicaciones en las redes vamos dando a conocer el trabajo en retrospectiva y actual. Ha sido una respuesta, casi inmediata a la necesidad de comunicar y socializar lo que aún cerrados continuamos haciendo en pos de la memoria, el patrimonio y la cultura nacional en materia de orfebrería y arte en metal. La acogida del público ha sido verdaderamente gratificante, alcanzando los mil seguidores en varios meses de trabajo arduo y dedicado.
Para celebrar este aniversario, ¿qué acciones se han preparado?
El Museo de la Orfebrería en cada aniversario renueva su colección permanente con nuevas piezas, acorde a las adquisiciones de la Dirección de Patrimonio. A pesar del cierre del museo al público por el Covid-19, desde el año pasado se trabaja en la sala de orfebrería cubana contemporánea, con el objetivo de dar una continuidad al discurso museológico, desde la etapa postrevolucionaria con piezas de importantes orfebres y potenciando la figura de José (Pepe) Carlos Rafart.
Bajo el lema del ICOM para celebrar el DIM en 2021: El futuro de los museos: recuperar y reimaginar, estamos insertos en dos acciones fundamentalmente. En primer lugar, participaremos en la exposición virtual colectiva que organiza el Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD), en su función rectora de la Red de Museos de Artes de Cuba, titulada Museos de Artes en Cuba, diálogo entre colecciones, a inaugurarse el propio 18 de mayo. Esta exhibición estará disponible en el blog del MNAD con el enlace: http://mnadcuba.blogspot.com.
Por otra parte, también se celebrará desde nuestras redes sociales con las secciones diarias: “Talento y Oficio”, para socializar la obra de un destacado maestro y su impronta dentro del arte en metal; “Joyas de Colección”, con publicaciones de piezas de la colección museal; los miércoles alternan “Huellas en la Plata” e “InGENIOS”, una mirada a la orfebrería universal; “Luces, cámaras… JOYAS”, con la presencia de la joyería en el séptimo arte; “Metal Curioso”, para visibilizar las piezas en colección que guardan alguna singularidad por su uso, procedencia o forma.
De forma especial, durante este mes se realizó la sección “Retos de memoria y tradición”, para abordar el tema de las casas comercializadoras habaneras presentes a través de sus punzones en la colección permanente del Museo de la Orfebrería. En ese sentido, se han posteado imágenes para que el público identifique dónde estuvieron emplazadas y qué es hoy día el lugar. Esta propuesta ha tenido gran acogida de público. Así mismo, fue lanzado a principios del mes, el Concurso de fotografía Reviviendo el Museo, con la temática de la orfebrería como parte de las tradiciones, modos de vida y costumbres.
Es innegable que la obra del Dr. Eusebio Leal Spengler está en cada adoquín, columna o pared que componen el paisaje del Centro Histórico, ¿cómo recuerda el Museo de la Orfebrería al eterno Historiador de La Habana?
El Museo de la Orfebrería es el resultado de uno de los tantos desvelos de Eusebio Leal Spengler. En el propio inmueble hay huellas de Leal de cuando residía el taller de Restauración y Conservación de la Oficina del Historiador, sus conferencias inaugurales, que magistralmente evocaban todas y cada una de las colecciones. Leal está en la revitalización de la Congregación de Plateros San Eloy de La Habana, en el Laboratorio de Orfebrería, que, aunque tienen su sede en el Palacio del Marqués de Arcos, están en estrecho accionar con el museo.
En todas y cada una de las veces que el inmueble ha sido intervenido por temas de inversiones o mantenimiento Leal estuvo al tanto, ocupándose personalmente. En sus visitas al museo con jóvenes, niños o personalidades cubanas y extranjeras; a todas ellas las conducía al salón principal de la planta baja donde recordaba alguna anécdota de las piezas presentes en la exposición.
Precisamente por todo lo que representa y por lo que nos legó a través de su trabajo y dedicación, el museo como parte de su misión se ocupa de labores tan importantes como la protección, el resguardo, la investigación y la socialización del patrimonio mueble e inmueble, en pos de que la memoria y la tradición cultural y el oficio de la orfebrería llegue a las actuales y futuras generaciones. Todo esto respalda que el Museo de la Orfebrería sea hoy centro de referencia nacional en todo lo concerniente a esta materia y por extensión al arte en metal.