La técnica de la acuarela en el Centro Histórico

Por Lirtiza López

Sensible técnica la acuarela, colores diluidos en agua que transparentan según la cantidad del líquido mezclado; aportando suavidad, luminosidad y soltura a la composición. Según los especialistas se le reconoce al fresco como su antecedente, una pintura mural con pigmentos combinados y agua utilizados sobre cal húmeda. Sin embargo, su historia está estrechamente vinculada a la creación del papel, inventado en China, y posteriormente su forma de fabricación se popularizó en España e Italia.

Artistas europeos como Rafael Sanzio (1483- 1520), Alberto Durero (1471-1528), Hans Bol (1534-1593), Thomas Gainsborough (1727-1788) y John Constable (1776-1837) desarrollaron obras valiéndose de esta técnica. De este modo, la acuarela ha sido legitimada hasta nuestros contemporáneos. Si bien el arte cubano no es un escenario donde predomine, algunos artífices consagrados y noveles exhiben su dominio.

En el Centro Histórico, el Palacio de Lombillo, bajo la coordinación de Noemí Díaz, concibió un espacio para la promoción anual de obras y autores de esta manifestación. En esta ocasión, desde la sección “Pensar en voz alta” se hará referencia a dos de las muestras presentadas al amparo de esta iniciativa Acuarela, del año 2012 y la de 2013.

La primera contó con la curaduría de su gestora y la participación de los artistas Pedro Pablo Oliva, Ernesto García Peña, Osvaldo García y José Luis Fariñas. En las palabras del catálogo el crítico de arte David Mateo expresó, La perseverancia de la acuarela en nuestro ámbito artístico no ha supuesto un fortalecimiento cuantitativo del grupo de sus cultores, pues sigue siendo un número reducido de creadores quienes mantienen su credibilidad y vigencia. Así, delinea el panorama de este género pictórico, a la vez que exhorta a presentar la producción de artistas más jóvenes.

La mancha de color devenida figura de Oliva, las transparencias y difuminaciones de García Peña, la línea suave, ligera y profusa de García y el trazo alucinador de Fariñas, coexistieron para ofrecer un compendio de la acuarela reciente. Obras fechadas entre 2010 y 2012 muestran la diversidad de conceptual y se exploran por medio de las posibilidades de esta técnica.

Por su parte, la segunda exhibición incluyó piezas de Ernesto Ferriol, Miguel Ángel Salvó y Carlos Gámez de Francisco, dispuestas según la curaduría de Noemí Díaz. Se trató de una exposición asentada en las propuestas de creadores holguineros de diferentes generaciones: los dos primeros de las postrimerías del siglo xx y el tercero de inicios del siglo xxi. Respecto a las conexiones entre los autores, en las palabras del catalogó, el crítico de arte Martín Garrido consideró el empleo de la acuarela como una técnica privilegiada, el apego a la figuración, el virtuosismo técnico, el ser excelentes dibujantes y coloristas, el acento en la reflexión antropológica y social, el apostar por un arte de contenido sin descuidar la forma de ser cubanos a ultranza, pero cosmopolitas. A este juicio, se podrían añadir criterios formales como una preferencia por la línea precisa y las áreas de colores desvanecidas en sus obras.

La fórmula de pigmentos y agua cobran vitalidad a partir de las travesías creativas de artistas reconocidos y otros de la reciente promoción, como quien se resiste por instantes a las modalidades y soportes actuales en aras de favorecer la metodología antigua. Si bien la historia del arte se sustenta en su cronología establecida por estilos o movimientos, obras y artistas, de cierto modo esquivan una línea de continuidad instituida por el proceder técnico. Indagar sobre los detalles de una práctica devela las condiciones materiales e ingenio de los protagonistas de una época. Procedimientos de una de extensa y rica evolución como la acuarela, aportan nociones sobre la sociedad y su desarrollo intelectual.

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