Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Uno de los rincones de mayor espiritualidad y encantamiento de la atractiva Plaza Vieja está en la calle Muralla núm. 101 esquina a Inquisidor: el Museo de Naipe Marqués de Prado Ameno, creado hace hoy dos décadas bajo el auspicio de la Fundación Diego Sagredo y la Oficina del Historiador de la Ciudad.
La institución ocupa la planta baja de la edificación más antigua de ese entorno, que data del siglo XVII, el palacio del marqués de Prado Ameno, que también fuera residencia de don José Martín Félix de Arrate, primer historiador de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana.
La directora del museo, Laritza Simeón, nos comentó que “fruto del amor por el coleccionismo, cultivados por el Historiador, Dr. Eusebio Leal Spengler, y el arquitecto español Javier de Cárdenas, el recinto abrió sus puertas para mostrar las poco conocidas facetas que marcan el mundo de la naipefilia y la naipología”.
Séptimo de su tipo en el orbe y único en Latinoamérica, atesora una de las más extrañas, atípicas y fascinantes colecciones de la museología cubana. La institución tiene como fondo propio una cifra cercana a las 2000 piezas de naipes, barajas, postales, grabados, posters de cine y otros objetos relacionados con temáticas, como arte, historia, ciencias, infantiles, deportes, costumbrismo y de adivinación -los llamados tarots y oráculos-; organizados teniendo en cuenta lo más representativo de cada país, principales fabricantes y marcas del mundo.
Se destacan en el museo las postales de finales del siglo XIX, sellos de timbre de Argentina de 1899, placas de impresión metálica de naipes de estilo francés y asiático; un valioso ejemplar cubano de principios del XX, fabricado en Alemania -en cuyo reverso se anuncia a la cervecería La Tropical-, y otros de procedencia rusa y japonesa; cartas, dibujadas o grabadas a relieve, con caricaturas de actores conocidos de las décadas de oro de Hollywood, y algunas alusivas a los modos de vestir en las distintas regiones españolas.
Las vitrinas de la institución exhiben, asimismo, naipes con los rostros de célebres estrellas del rock, animales, dibujos animados y todo cuanto la imaginación puede crear, con predominio de los tarots clásicos europeos; tapices exquisitos con figuras de los Arcanos Mayores, numerosas fotografías de tarotistas decimonónicos y de comienzos del siglo pasado en el ejercicio de tirar las cartas, y los naipes del español Heraclio Fournier, quien en 1868 abrió su primer y modesto taller de impresión de naipes en la Plaza de España.
Rescatar el interés lúdico de las familias cubanas interesadas en los juegos con naipes –la canasta, brisca, poquer…– y estimular en las personas la inclinación por el coleccionismo, son algunos de los propósitos del peculiar Museo de Naipe, donde, además de su muestra permanente, se organizan exposiciones transitorias, programan talleres, conferencias y encuentros acerca del tema de las barajas, así como espectáculos de magia. Posee un importante fondo bibliográfico acerca de los naipes, a disposición del público interesado en su estudio.
Veinte años de intenso y dedicado bregar han marcado el camino del Museo de Naipe, nacido el 2 de mayo de 2001. “Hemos trabajado a favor de la preservación, control, estudio y gestión de una colección única de su tipo en el país conformada por naipes, barajas y misceláneas, que cada día demuestra que las cartas no solo se limitan al juego y al entretenimiento, pues también guardan en sí mismas historia, arte e identidad”, concluyó Laritza.