Titón desde Mirtha Ibarra, pequeño diálogo

Por Glenda Pérez

Imprescindible, ícono, trascendental, maestro son palabras que acompañan, una y otra vez, el nombre de Tomás Gutiérrez Alea; palabras que engrandecen de manera justa un nombre y un hombre. Hace 25 años desapareció físicamente; pero, aun así, su legado continúa vivo en los jóvenes y en sus contemporáneos, continúa en los cines, en el ICAIC y en un espacio de la Calle Paula en el Barrio de San Isidro, que hoy es liderado por su compañera de vida, Mirtha Ibarra, el Centro Cultural Casa de Titón y Mirtha.
Resulta difícil escribir sobre un artista del cual se han realizado cientos de reportajes y críticas, que aún no alcanzan para homenajear a quien fuera una de las voces más auténticas del cine cubano y latinoamericano. No menos fácil realizar una entrevista a una imprescindible también del cine y la cultura, la actriz Mirtha Ibarra. Para una joven nacida en los años 92, sus paradigmas se construyeron como cánones dentro del séptimo arte insular y se quedaron allí en esa especie de altar que muchos cubanos reconocen en filmes como Fresa y Chocolate, sin lugar a dudas la más popular. Hoy sentir en la distancia, que promueve un virus aferrado a esta tierra, esa aproximación a un pedacito de la vida de Titón y Mirtha fue un maravilloso regalo. Es entonces, que llega al sitio “Habana Cultural” este pequeño diálogo…
¿Qué representa la figura de Tomas Gutiérrez Alea, Titón, a 25 años de su desaparición física? 
Paradójicamente, 25 años parece mucho tiempo; pero a mí me parece que fue ayer, porque siento que la memoria de Titón está viva y que los jóvenes están estudiando su obra, porque creo que es uno de los cineastas más importantes iberoamericanos. Su legado también lo dice, no solo por las películas sino también como intelectual, con su libro Dialéctica del espectador, con todas las entrevistas que dejó y con su pensamiento dialéctico. Titón abogó por hacer siempre un cine crítico, que tratara de mejorar la realidad; es decir que el cine penetrará la realidad, no que la edulcorara y que la mostrara tal y como es. Al mismo tiempo, recalcó la idea de que el cine tenía que ser placer estético, y ahí, en su conjugación, radicó una de las cosas más interesantes.
La joven generación, que como usted misma ha dicho lo llaman Maestro, ha tenido un notable acercamiento a la obra de Gutiérrez Alea ¿Cómo cree usted que ha sido asumida?
Yo creo que lo han asumido realmente con el valor que tiene. Esta generación tenía un amplio conocimiento cultural, incluso desde el punto de visto filosófico y ese basamento es el que hay que mantener a la hora de hacer una película, para que no sea una película que se quede en la superficie de las cosas y que profundice.
Cuando nosotros vemos una comedia de Titón, detrás de esa risa hay una profundidad, se puede considerar un cine de idea. Yo recuerdo una anécdota simpática cuando hizo Cartas del parque. La presentó en el Evento de la Crítica en el Hotel Nacional y un grupo de jóvenes lo reprocharon y le preguntaron: – ¿usted no va a hacer más el cine crítico, el que usted siempre ha hecho? – Y les respondió: -Bueno, yo también tengo derecho a hacer una película sobre el amor, que el amor sea el centro-. Pero es que en todas las películas de Titón hay amor. En Hasta cierto punto, que habla del machismo, de los problemas en el puerto, la economía interna; en Guantanamera, entre esa maestra y ese alumno, en todas.
¿Fresa y Chocolate que significó para usted?
Bueno, en el momento de la filmación fue muy dolorosa, porque Titón se iba a operar de nuevo e incluso yo no quería filmarlo; pero Juan Carlos Tabío me convenció y mi parte se quedó para firmarla al final. O sea que el proceso de filmación no fue agradable, lo que vino después fue lo maravilloso para él y para el resto de los que participamos porque marcó un hito en el cine cubano, porque fue la primera película cubana nominada a los Premios Oscars, porque hizo un recorrido mundial increíble.
Igualmente, él había tenido mucho éxito con Memorias del Subdesarrollo y amaba La última cena, una película que en su momento no le gustó a determinadas personas y no salió cuando debió haber salido. Cada película tiene su festival y su año. Con ella ocurrió algo interesante. Estábamos en París y vemos La última Cena anunciada en un cine y vamos y le preguntamos al señor: -¿Cómo le va a la película? y el señor nos dice: -Maravilloso. Mire la ha visto ya todos los parisinos y ahora la están viendo todos los muchachos de las universidades porque están aprendiendo sobre la esclavitud y lleva dos años consecutivos en este cine-. Te imaginas dos años una película como esta, histórica sobre la esclavitud.
Realmente es admirable. Cuando le dije al señor que él era el director, Titón me dijo vámonos, vámonos, porque era una persona muy humilde que no le gustaba lo elogios, se ponía rojo. Era muy tímido en ese sentido. Tenemos que darle las gracias a la academia que la ha restaurado y a Luciano Castillo que ha impulsado este movimiento.
Estamos en el Centro Cultural Casa de Titón y Mirtha, un centro que nace como parte del proyecto de Cooperación Internacional “Habana 500: espacios creativos promoviendo el desarrollo, la comunicación y la cultura integral en el Centro Histórico”, hábleme un poco de sus objetivos y de su inauguración recientemente.
Primero se inauguró el espacio y ya luego en diciembre del año pasado se abrió como Centro, aunque por la situación de la Covid no hemos podido realizar otra actividad. Se proyectó Las doce sillas y fue muy lindo porque después ocurrió un evento en la misma calle. Nosotros queremos que lo primero que ocurra sea que el Barrio conozca las películas de Titón. Quiero traer las críticas y los trabajos que se han escrito sobre él en los periódicos, su papelería y digitalizarlo para que todo el que lo necesite tenga acceso a él. El objetivo de este Centro Cultural no es solo dar a conocer su obra, es difundir y debatir el cine latinoamericano, europeo. Es también, que sea un espacio, donde se pueda intercambiar con la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio, con la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA). Así mismo, poner películas infantiles para los niños del vecindario. Será un centro activo. El Icaic y el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano colaborarán igualmente y aquí se realizarán proyecciones de sus películas.
¿Cuánto cree que marcará y repercutirá en el Barrio y su comunidad un centro como este?
Yo creo que será muy bueno. Desde hace años hay Galerías y ahora está el Centro que enriquecerá culturalmente al Barrio, desde todos los puntos de vista; aunque aún hay mucho que hacer.

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