Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Hace un año atrás, en la reapertura del Museo consagrado a Máximo Gómez, en la Quinta de los Molinos, el eterno Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler, calificó al Generalísimo como un hombre superior, un ser humano de gran entereza y profundas convicciones, paradigma en el cumplimiento del deber y que tuvo entre sus principios fundamentales la frase: “No hay Revolución sin ideología revolucionaria”.
Este 24 de febrero deviene momento para rememorar la ceremonia efectuada en el inmueble, donde el destacado estratega militar dominicano habitara con la familia y estableciera su Cuartel General del Ejército Libertador, desde esa fecha de 1899 hasta finales de mayo del propio año.
Ese día el Dr. Leal recordó que, en ese escenario, una vez concluida la gesta libertaria, se efectuó el Licenciamiento del Ejército Libertador. Al referirse a la rehabilitación del recinto indicó: “Queremos dedicarle esta obra a esos grandes próceres y padres de nuestra independencia (…) Para la gloria patria se hace todo esto. Todo mérito personal es declinable. Mis colaboradores de Patrimonio, el director de los museos, los restauradores, conservadores, los arquitectos, colocan hoy al pie de la memoria de los padres fundadores todo honor y gloria porque ella pertenece por completo a ellos, y solamente a Cuba, nuestra madre amantísima”.
La antigua residencia, devenida Museo Cuartel General del Ejército Libertador, hace un año reabrió su primera planta, luego de una restauración a cargo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Se trata de la única institución de su tipo en Cuba que venera la figura de Máximo Gómez y de su hijo, Francisco Gómez Toro, dirigida a mantener viva nuestra historia.
Hoy la otrora Casa de descanso para los Capitanes Generales cuenta con 5 salas: La Línea del tiempo de la Quinta de los Molinos, donde se exhiben imágenes y mapas sobre su historia y hechos relacionados con ese parque ecológico. También se habilitaron espacios dedicados a Panchito Gómez Toro, con instantáneas del joven y fragmentos de cartas escritas por él en diferentes etapas de su vida; y a Bernarda del Toro (Manana) y la familia Gómez – Toro, que, además de fotografías, reúne un panel con epístolas enviadas a Manana, como condolencias tras la muerte de su hijo Panchito.
El museo reserva un sitio especial consagrado a Gómez, que muestra objetos personales, como sus espejuelos, navaja de afeitar, cuchara, tasa y plato; bolsa para municiones, accesorios de su equipamiento de campaña y su mascarilla funeraria -en yeso-, realizada en su lecho de muerte, en 1905. En la parte posterior de la vivienda se exponen momentos de la apertura del Museo Máximo Gómez, el 18 de noviembre de 1986.
La rehabilitación del recinto se integró al proyecto de la Quinta de los Molinos –Monumento Nacional–, donde acontecen propuestas culturales dirigidas a diferentes grupos de la población. Asimismo, se organizan acciones que contribuyen a la inserción social de jóvenes con discapacidad intelectual y al desarrollo de habilidades, hábitos y valores que los preparen para la vida en sociedad.
En sus predios abrió desde hace unos años el primer Mariposario de Cuba, donde los visitantes pueden admirar la belleza de variadas especies y disfrutar de una programación que promueve la cultura científica y medioambiental y acerca al público a la naturaleza y su preservación.