Palabras en el XXV Taller Científico de Antropología Social y Cultural Afroamericana

Palabras en el XXV Taller Científico de Antropología Social y Cultural Afroamericana

 

Félix Julio Alfonso López

Agradezco a mi buen amigo Alberto Granados, director de la Casa de África, la oportunidad de pronunciar unas breves palabras de exordio a uno de los programas científicos más antiguos y prestigiosos, de cuantos se celebran en el Centro Histórico de La Habana, bajo los auspicios de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Este año, además, el taller de Antropología Social y Cultural Afroamericana arriba a su vigesimoquinta edición, y ha decidido con probidad dedicar sus homenajes a los 35 años de la fundación del Museo Casa de África, al aporte a la cultura cubana del Dr. Eusebio Leal y al 140 Aniversario del natalicio de Don Fernando Ortiz.

La Casa de África, como todos sabemos, es uno de los museos pioneros en la densa red de instituciones de su tipo que alberga nuestra Oficina, y comparte con sus pariguales dedicados a países latinoamericanos, árabes y asiáticos, la vocación de estudiar y divulgar los esenciales legados y contribuciones del crisol de etnias y culturas que conformaron la nación cubana, o para decirlo de forma breve, el ajiaco cubano, como lo definió magistralmente Don Fernando Ortiz.

La trata, la esclavitud, el sincretismo religioso, los intrincados fenómenos de la transculturación, los discursos sobre la identidad y el género, el racismo, el arte, la música, la literatura, la gastronomía, la religiosidad popular de origen africano, los procesos lingüísticos y otros muchos asuntos, han sido tratados con profundidad y rigor a lo largo de dos décadas y media, con la participación de los más importantes especialistas cubanos y extranjeros en dichas materias.

Todo ello ha conformado un voluminoso archivo de conocimientos, saberes y prácticas, que la Casa de África atesora con orgullo y además comparte con todos los que se acercan a su nutrido acervo, en busca de nuevas rutas para investigar y conocer el riquísimo legado que dejó África en América, y de manera particular en Cuba.

En esta casa, como en toda la obra de la Oficina del Historiador, la presencia de Eusebio Leal es inmanente, en su condición de fundador, animador, promotor y protector del patrimonio cultural en toda su amplitud y diversidad. Siempre recordó con gratitud el apoyo que recibió para la apertura del museo del gran investigador de la esclavitud y la trata José Luciano Franco, quien además fue un cercano colaborador de Emilio Roig, y del comandante Juan Almeida Bosque.

Como es conocido, la valiosa colección que protege el museo, fue donada por importantes líderes de la Revolución Cubana, de modo personal por el comandante en jefe Fidel Castro, que confió en Eusebio como depositario y guardián de esa memoria africana en Cuba. Leal siempre defendió el concepto de que no se trataba de un museo etnográfico, construido sobre los despojos de las naciones africanas, como es usual en las antiguas metrópolis europeas, sino de un espacio para el conocimiento mutuo, la lealtad y la solidaridad con los pueblos de África, como se hizo evidente tantas veces, y de manera especial con el líder histórico de la lucha contra el apartheid Nelson Mandela.

Muchas veces estuvo presidiendo este evento, que él consideraba estratégico y fundamental para la proyección académica y comunitaria del Museo, y hasta sus últimos momentos acudió a inaugurarlo con su verbo clarividente y conmovedor. Me tocó el honor de acompañarlo en una de esas oportunidades, y todavía resuenan en mi memoria el elogio magnifico que realizó de este museo y del trabajo de su director. La Casa de África, dijo en aquella ocasión: “es lugar de abrazo, de encuentro, de reconocimiento, de misterio, de mística, de teología, de poesía, de filosofía, de etnología, de geografía…La Casa de África es todo eso (…) la veneración por nuestro pasado sin el cual no es posible el presente”.

Por último, la vida y obra de Don Fernando Ortiz constituyen un incentivo permanente para todos los que investigamos la cultura cubana. En la Casa de África, se conservan muebles, libros y objetos que fueron de su propiedad, y durante muchos años el poeta y etnólogo Miguel Barnet, presidente de la Fundación Fernando Ortiz, el Dr. José Antonio Matos, acucioso investigador de la obra orticiana y otros destacados especialistas en historia, economía, estudios culturales, antropología, arqueología, musicología, etc., han mantenido un espacio académico de acercamiento sistemático a su maravillosa y multiforme obra, aquella de la que dijo con justicia Juan Marinello: “Tan ancha y honda fue la tarea de don Fernando que puede cargar, sin pandearse, el título altísimo de tercer descubridor de Cuba, en comprometida secuencia con el genovés temerario y Humboldt, el sabio”.

Recuerdo para terminar que hace pocos años, hablando ante un público universitario, Barnet se lamentaba de que la obra de Don Fernando, era todavía en buena medida una obra desconocida. Confío que, con eventos como el que hoy inauguramos, esa obra y su espíritu cubanísimo sean más y mejor distinguidos y apreciados, y que nos acompañe aquella máxima de Eusebio Leal cuando dijo: “Todos somos hijos de esa africanidad que nos viene del norte y del sur (…) por el mundo de África que llegó hasta nosotros y se abrazó a nosotros, y que fundó esta nación hasta que al final fuéramos todos reunidos en un solo pueblo, una sola alma, el alma de Cuba. Cuba no puede ser explicada sin África”.

 

Muchas Gracias.

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