Destacan inocencia de los estudiantes fusilados en noviembre de 1871

Por Teresa de Jesús Torres Espinosa

El Dr. Michael González Sánchez, director de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Las Habana (OHCH), afirmó que el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, el 27 de noviembre de 1871, fue uno de los actos más abominables de la historia nacional.

Con las notas de los Himnos Nacional y  de la República Española, a cargo de la Banda Nacional de Conciertos, comenzó el tradicional acto, que, organizado por la OHCH, iniciara en 1939 el Historiador Emilio Roig de Leuchsenring iniciara, en la Acerca del Louvre, y continuara el Dr. Eusebio Leal Spengler.

Durante la ceremonia, González Sánchez indicó que este día se rememoran la injusta ejecución de los jóvenes, víctimas de un odio muy profundo, y la digna actitud de Nicolás Estévanez, militar español que sintió vergüenza por estos acontecimientos y decidió romper con todo su compromiso político y el mando militar español, en señal de protesta por esa detestable acción.

De manera particular, destacó la probada inocencia de los estudiantes de Medicina, y la gran infamia cometida contra ellos. Se trató, dijo, de un hecho de odio mezclado con un fanatismo, que llevó a escribir una de las páginas más negras de nuestra historia.

Explicó que la inocencia de los muchachos, unido con la injusticia más triste que pudo cometerse, se relacionó con el contexto histórico en que se desarrollaron los hechos, en 1871. Estamos hablando, precisó, de un momento de la guerra en Cuba, de la insurrección, sobre todo en el Oriente del país, que  estaba teniendo éxito y ello repercutió directamente en los acontecimientos de La Habana.

Ante la presencia de museólogos, historiadores, descendientes de canarios,  estudiantes de Medicina y alumnos de la escuela especial Emma Rosa Chuy, González Sánchez aseveró que “tenemos numerosas pruebas que demuestran la inocencia de los jóvenes, hasta dónde llegó lo realizado en el antiguo Cementerio de Espada y çómo cayó sobre ellos el peso de una ley fuerte por los simples sucesos que los jóvenes narraron: arrancar una flor y mover un carro del camposanto. Resultó increíble el juicio sumarísimo, efectuado a solo pocas horas de conocerse los acontecimientos; ya en ese momento el Cuerpo español de voluntarios hablaba de fusilamiento.

Más adelante, indicó que la inocencia de los estudiantes está más que probada por el libro, la profunda investigación de Fermín Valdés Domínguez, quien redimió el nombre de sus compañeros; y el trabajo de muchos intelectuales, periodistas que, después de noviembre de 1871, comentaron los sucesos en medios de prensa y que había sido una reacción demasiado sobredimensionada. También se refirió a las comunicaciones de los Consulados de Estados Unidos e Inglaterra, que pusieron al tanto a sus respectivos gobiernos y apuntaron que se trataba de un acto violento, con factores subjetivos.

Señaló que la inocencia está demostrada, además, en la propia época colonial, en los monumentos consagrados a ellos en el Cementerio de Cristóbal Colón y el erigido en La Punta desde finales del siglo XIX. Basta con leer, agregó, los mensajes de despedida que dejaron a sus familiares, en los cuales todos sostuvieron su inocencia. “Quizás el testimonio más desgarrador fue el de Eladio González, cuando escribió una nota que decía: ‘Trata que recojan mi cadáver’”.

Asimismo, destacó la predisposición de los voluntarios para la ejecución del fusilamiento, y que, incluso, militares de altos cargos trataron de calmarlos. Comentó que “estamos ante un integrismo de odio e intolerancia”, y se refirió a que le concedieron el mismo peso histórico a Gonzalo de Castañón y a José de la Luz y Caballero, cuando se sabe que este último fue un maestro que durante años se dedicó a enseñar a los estudiantes y a sembrarles el amor a la Patria.

Añadió que tampoco se tuvo en cuenta lo declarado por el presbítero del cementerio, de que allí no había pasado nada, y sí creyeron en la declaración del celador Cobas, de la necrópolis, que se tomó en el juicio como el elemento fundamental para condenar a los jóvenes.

Casi al finalizar mencionó el Código Civil español de ese entonces en la Isla, el cual establecía que, si se hubiera profanado la tumba, la sentencia debía ser solo de cárcel y no por mucho tiempo. Subrayó el director de Patrimonio Cultural de la OHCH que no se tuvo en cuenta la defensa del capitán Federico Capdevila y Miñano, cuando expuso que era algo absurdo e irreal lo que se estaba exponiendo.

Narró que el tribunal estaba parcializado; solo 5 estudiantes estuvieron en el cementerio y sumaron otros tres por sorteo, pues se le había prometido al Cuerpo de voluntarios españoles que serían 8 los que se juzgarían. También, más de 30 jóvenes sufrieron entre 4 y 6 años de presidio; luego, algunos obtuvieron un indulto secreto y tuvieron que salir del país para España, a escondidas de los voluntarios.

Con la Marcha Inocentes, de Luis Casas Romero, interpretada por la Banda Nacional de Conciertos, finalizó el emotivo acto por el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, cuyo aniversario 150 se cumplirá en 2021.

Comments are closed.