Por Lic. Alina Gutiérrez
En una lluviosa tarde de diciembre del pasado año 2019 se inauguró la exposición permanente Alejandro de Humboldt, segundo descubridor de Cuba, en la Casa que lleva su nombre en el Centro Histórico de La Habana, con la presencia de la Excma. Sra. Heidrum Temple embajadora de la República Federal de Alemania en Cuba; el Dr. Eduardo Torres Cuevas, entonces director de la Biblioteca Nacional José Martí; director de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Habana (OHCH), Michael González; así como otras personalidades de la Embajada alemana, el Instituto Goethe y la Dirección de Patrimonio.
Era 19 de diciembre –fecha escogida para la ocasión—; se conmemoraba el aniversario 219 de la llegada de Alejandro de Humboldt a Cuba. La pertinaz llovizna obligó a realizar cambios de última hora en el programa, que para nada empañaron la lucidez del evento.
El director de la Casa Alejandro de Humboldt, Jorge Isaac Mengana, —en calidad de anfitrión— ofreció una cálida bienvenida a los presentes e invitó a las personalidades al corte de la cinta que dejaría oficialmente abierta al público la muestra. Una sorpresa los aguardaba, en el recorrido serían guiados por escolares de sexto grado del círculo de interés de Guías del Patrimonio de la Casa-Museo, quienes hicieron derroche de sus conocimientos. Ellos recibieron merecidas felicitaciones y el justo reconocimiento de los presentes.
Luego, ya en el Salón de conferencias, fueron expresadas por los sucesivos oradores, reiteradas palabras de congratulación y agradecimiento en torno a la encomiable labor de quienes tuvieron a su cargo la materialización del proyecto de exhibición.
A un año ya de aquel 19 de diciembre inolvidable, cuán vivos aún están en nuestro recuerdo, las intensas jornadas previas al evento, que por fortuna condujeron al éxito. Se destacaron el trabajo de diseño del proyecto, a cargo de un equipo de especialistas cubanos y alemanes; la paciente labor educativa de preparación a niños de la enseñanza primaria, cuyo desempeño y disciplina les hizo merecedores de significativos elogios, y el dedicado proceso de montaje de la exposición.
Todo ello permitió que en el antiguo inmueble colonial, ubicado en las calles Oficios y Muralla, sede de la Casa Alejandro de Humboldt, se lograra una armonía casi perfecta entre exponentes y elementos de apoyo museográficos, distribuidos temáticamente entre los dos niveles de la institución.
La muestra, de manera atractiva, permite al visitante disfrutar del diverso paisaje del Parque Nacional Alejandro de Humboldt en el Oriente de Cuba, adentrarse en la selva amazónica, atravesar en canoa el Orinoco, apreciar aspectos de la cultura azteca o ser partícipe de la venta de esclavos y del intercambio comercial en la Aduana de La Habana decimonónica.
La recompensa al esfuerzo de cubanos y alemanes se manifiesta en cada niño o adolescente que hoy visita el inmueble, y asombrado contempla la galaxia junto al libro Cosmos, escrito por Humboldt en el siglo xix; cuando atónito aprecia los ejemplares de flora y fauna que conviven en los diferentes niveles del empinado Chimborazo y recuerda la clase impartida por su maestra; o cuando aquel joven se siente motivado por el trabajo cartográfico de Humboldt al elaborar un novedoso —para aquella y esta época— mapa de la isla de Cuba y decide apostar por esta especialidad en sus estudios superiores, o cuando un grupo de visitantes de otras latitudes reconoce la magnitud y alcance de la obra humboldtiana en tierras americanas.
Sin embargo, cuántos proyectos quedaron postergados con la inesperada llegada de la pandemia COVID-19 a Cuba y al resto del mundo, por ejemplo: la realización de la réplica de la canoa usada por Humboldt en el Orinoco; la silla de carguero, usada en Sudamérica para trasladar personas, práctica criticada por Humboldt; el trapiche, símbolo de la producción azucarera en Cuba, descrita por el naturalista en su Ensayo Político sobre la Isla de Cuba; el reencuentro con directivos del municipio de Educación de La Habana Vieja, para concretar acciones entre el museo y las escuelas, así como las prometidas visitas a los abuelos del Centro Geriátrico y de la Oficina de Asuntos Humanitarios.
El reto para retomar las acciones y continuar transmitiéndole a las presentes y futuras generaciones las vastas enseñanzas que legó el Segundo Descubridor de Cuba, sin lugar a dudas, es grande, pero corresponde a todos —seguidores de la obra de Humboldt—darle continuidad a lo iniciado.