Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Una modesta exposición de algunas de las prendas de vestir que solía usar el recién desaparecido físicamente, Historiador de La Habana, Dr. Eusebio leal Spengler, está abierta al público en el Museo de la Ciudad, emblemático palacio desde donde él inicio la gesta rehabilitadora del entorno colonial de la capital cubana.
Rodeada de ofrendas florales, la muestra está encabezada por una fotografía, en formato grande, del entrañable hacedor, y compuesta, además, por una rectangular urna de cristal, donde se exhiben el sombrero que usaba ocasionalmente, sus zapatos y habitual uniforme de color gris.
El Dr. Leal vistió de gris desde mediados de los años 60, de la pasada centuria, color elegido para comunicarse mejor con los presos -de uniforme gris-, que lo ayudaron a convertir el antiguo Palacio de los Capitanes Generales en el hoy Museo de la Ciudad.
El intelectual solo vestía de azul o de guayabera en días especiales, cuando recibía a reyes o jefes de Estado, o iba a ser merecedor de algún reconocimiento importante.
Durante décadas, desde temprano en la mañana, recorría las calles adoquinadas del Centro Histórico habanero, y saludaba a cuanto persona se encontraba a su paso, desde el que limpiaba las arterias de la añeja urbe, los trabajadores de museos, moradores de la ciudad, sus colaboradores o algún directivo de las instituciones de la Oficina del Historiador.
Quien pudiera considerarse el más fiel enamorado de La Habana, fue acreedor de los títulos más importantes, los que no llegan en pergaminos, ni conceden los académicos, sino los que él más amó y reconoció: aquellos que le otorgó su pueblo agradecido.