Con su partida nos quedamos más huérfanos de mujeres y hombres patriotas y revolucionarios que no sienten ni actúan por esquemas prefabricados, hombres y mujeres de caracteres disímiles, aunque de humanidades coherentes, en quienes las ideas no son pretexto de penitencia (propia y ajena) sino de emancipación y conocimiento.
Lamentablemente cada vez son menos. Conforman una estirpe de la que todas las ortodoxias desconfían. Son vidas que no están signadas por el afán de supremacía sino por el ecumenismo y la inclusión.
Haydee, Aida y Adita, Alfredo, Armando, Eusebio y muchos nombres propios que en sus a veces ignorados frentes no vieron el mundo en blanco y negro sino en tonalidades capaces de nutrir la infinita paleta de la gran causa humana.
Debiéramos pensar en la falta que nos hacen personas como Eusebio. Debiéramos pensar en si estamos formando a mujeres y hombres que den continuidad a su trabajo y al trabajo de otros colosos que se nos han ido. Debiéramos pensar si estamos alentando espíritus rebeldes, indagadores, que peleen su derecho a crear y a servir a su prójimo, como lo hizo Eusebio.
Pensar en eso y actuar en consecuencia es la única forma de hacer en algo reparable una pérdida tan grande. Pensar en eso y actuar en consecuencia es lo único que nos hace dignos de nombrarlo.”
Silvio Rodríguez Domínguez