Los talleres de verano surgen en el año 2012 como una nueva modalidad de Rutas y Andares. Su creación obedece al aumento de la participación de públicos infantiles, adolescentes y jóvenes en el proyecto. Las familias, en sus sugerencias, compartieron la necesidad de disfrutar de otros espacios para la participación de estos grupos. En ese entonces las instituciones culturales desarrollaban desde hace varios años talleres de educación patrimonial con este tipo de públicos durante el curso escolar, lo cual permitió extender la experiencia al período vacacional.
En las sucesivas ediciones el número de talleres se han ido ampliado, las propuestas temáticas se han diversificado y su alcance se ha extendido también a personas adultas mayores. Se ha estimulado la participación familiar mediante el desarrollo de talleres intergeneracionales.
En la primera edición se organizaron 18 propuestas para público infantil y 21 para adolescentes. En el año 2019 los infantes pudieron disfrutar de 38 talleres y los adolescentes de 51.
Los niveles de participación han aumentado considerablemente desde la primera edición. En el año 2012 participaron 306 infantes y 319 adolescentes. En tanto, en los últimos cinco años el total de participantes en los talleres infantiles oscila entre los 700 y los 1000; mientras que la cifra de adolescentes se mueve entre los 600 y los 1500.
Un momento importante en la evolución de esta modalidad fue la apertura en el año 2017 del Centro a+ Espacios adolescentes como parte del Proyecto de desarrollo social integral y participativo de los adolescentes en La Habana Vieja, desarrollado de conjunto con UNICEF-Cuba y el financiamiento de la Unión Europea. Un espacio especializado para el trabajo con este público, novedoso en el contexto de la red de centros culturales de la Oficina del Historiador, con áreas temáticas para la realización de actividades diversas, un equipamiento tecnológico y una dotación de insumos y materiales de trabajo. En los años 2018 y 2019, los niveles de participación de adolescentes estuvieron entre los 1538 y los 916, respectivamente.
Otra experiencia de referencia es la Quinta de los Molinos, centro con una gran labor de educación medioambiental que propone cada año más de veinte talleres que acercan al público infantil y adolescente al patrimonio natural. Desde el trabajo grupal favorecen el aprendizaje activo y las relaciones entre coetáneos y familiares.
Cabe destacar también, por su metodología particular y los resultados alcanzados en los talleres de verano, el Taller Infantil Niños Guías del Patrimonio. Una opción que acerca a los infantes al patrimonio desde un rol diferente, al prepararlos como guías de museos y centros culturales. El modo particular en el que se concibe y organiza el proceso de enseñanza-aprendizaje y el protagonismo de niñas y niños, ha fomentado en quienes participan conocimientos y compromiso con el cuidado de la cultura y el patrimonio, además del desarrollo de habilidades comunicativas.
La modalidad ha sido bien acogida por las familias, tanto las que participan desde hace varios años como las que lo hacen por primera vez. Los públicos manifiestan gran satisfacción con la variedad temática que se propone cada año: arte, patrimonio, literatura, ciencia, medio ambiente, tecnología, arquitectura, idioma, entre otros.
Las opiniones y sugerencias de las personas involucradas en esta alternativa dejan entrever la importancia de los talleres dentro del proyecto, en la medida que responde a las necesidades e intereses de grupos etarios específicos. La satisfacción de los públicos también se relaciona con el carácter creativo, dinámico y el protagonismo que tienen los participantes, favoreciendo un aprendizaje de forma divertida y creativa.
A su vez, se estimulan las relaciones familiares, el establecimiento de nuevas relaciones y vínculos de amistad y la creación en grupo, potenciándose la adquisición de nuevas habilidades personales y sociales.
Para muchos el valor también radica en su aporte a la formación cultural de los participantes, y en caso de los más jóvenes a su orientación profesional.
La mirada a algunas características demográficas de los públicos infantil y adolescente brinda datos de interés sobre el perfil quienes participan.
Según el sexo, en los talleres infantiles se aprecia entre los años 2012 y 2017 una mayor participación de niñas que de niños, diferencial que se ha ido reduciendo en los últimos años, apreciándose a partir del año 2018 mayor equilibrio en este sentido. En el caso de los talleres para adolescentes, se evidencia en los primeros años una participación similar de mujeres y hombres, esta situación comienza a transformarse en el año 2016, notándose mayor presencia de mujeres en estos espacios.
Los infantes con edades entre 8 y 11 años cuentan con más opciones en el programa de talleres y tienen por tanto una participación mayoritaria. Es menor la presencia de los que se encuentran en edad preescolar, para los cuales se conciben menos propuestas. En función de las temáticas algunos adolescentes matriculan en los talleres dirigidos al público infantil.
Entre los años 2012 y 2015 predominaron al interior del público adolescente los participantes con edades entre 12 y 14 años, seguidos de los que poseían entre 15 y 17 años. Este comportamiento se invierte a partir del 2018, siendo estos últimos los más representados. Resulta interesante como en todos los años existe un pequeño porciento de jóvenes entre 18 y 22 años, que se insertan en estas propuestas.
Otra variable relevante para la investigación es el carácter familiar de la participación. Los infantes acuden acompañados principalmente de familiares, específicamente de la madre, y en menor medida de los abuelos, tíos, hermanos y en última instancia del padre. Este resultado refleja la presencia de estereotipos de género, siendo las madres dentro de los miembros de la familia las que poseen mayor responsabilidad en la educación formal e informal de sus hijos e hijas.
Puede apreciarse como los y las adolescentes se acompañan principalmente de sus amistades, o acuden solos. En los años más recientes, ha aumentado las cifras de quienes asisten en compañía de familiares. Lo anterior refleja la importancia que adquieren las relaciones con los coetáneos para la realización de actividades recreativas en esta etapa del desarrollo.
Las vías por las cuales las personas han conocido las propuestas varían de acuerdo a los tipos de público. En el caso del infantil, el principal soporte de información es el Programa Cultural. Mientras que en los primeros años el correo era la segunda vía que más fuerza tenía, a partir del 2017 los amigos y familiares se convirtieron en la segunda y tercera fuente de información sobre los talleres. El público adolescente se informa fundamentalmente a través de amigos y familiares como la primera y segunda opción, respectivamente, y el Programa Cultural como la tercera. En este grupo, internet se ha ido insertando como otra forma eficaz de información.
El estudio de esta modalidad pone al descubierto el interés de las familias cubanas por participar en espacios que se adaptan a sus intereses, en los que los saberes se construyen de forma grupal y creativa. Los resultados continúan mostrando aspectos de interés para el grupo gestor del proyecto y especialistas involucrados, exhortados a continuar extendiendo la modalidad a los públicos menos representados, infantes en edad preescolar y grupos con necesidades educativas especiales. Por otra parte, promover desde la selección de las temáticas y la promoción una participación más equitativa en cuanto sexo. Reflexiones válidas para continuar propiciando espacios educativos, creativos e inclusivos.