Este viernes, el Historiador adjunto de la Oficina del Historiador de la Ciudad, Dr. Félix Julio Alfonso López, pronunció las palabras centrales en el acto por la reapertura del Museo Armería 9 de abril, espacio patrimonial que atestigua uno de los hechos de mayor repercusión dentro de la lucha clandestina en Cuba. A continuación, reproducimos el texto íntegro:
Cuando faltan apenas 48 horas para que conmemoremos una de las fechas más heroicas de la historia de nuestra patria, el audaz asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, protagonizado por Fidel Castro y un aguerrido grupo de hombres y mujeres de la Generación del Centenario, la Oficina del Historiador de la Ciudad le rinde homenaje con la reapertura de uno de los museos emblemáticos y que mayor historia atesora en el Centro Histórico: la Armería 9 de abril.
Estamos en el lugar donde, el 9 de abril de 1958, un comando urbano del Movimiento 26 de juliorealizó una de las acciones más valerosas de aquel histórico día, al tomar el local donde funcionaba la Compañía Armera de Cuba S. A., en la que se vendían armas deportivas y sus accesorios. Esta maniobra formaba parte de un plan de mayor alcance, que se proponíacontrolar toda la zona de La Habana Vieja. Las armas obtenidasse utilizarían para asaltar otras armerías de la ciudad, así como diversos organismos estatales, como los Ministerios de Comercio y de Hacienda, que contaban con cuerpos policiales propios, y cuyos pertrechos se planeaba conseguir.
Cinco compañeros acudieron aquella mañana a su cita con el deber, y luego de terminar la operación de extraer las armas, los asaltantes entablaron combate con la policía y cuatro de ellos resultaron abatidos por los disparos. Sus nombres aparecen grabados en una tarja de bronce desde el año 1959, en recuerdo imborrable de su hazaña: Carlos Astiazarraín, Roberto Casals, Reinaldo Aulet y Marcelo Muñoz, quienes como reza dicha tarja: “cayeron luchando heroicamente por el sublime ideal de ver a su patria libre y soberana”.
Otra inscripción en este propio inmueble recuerda la figura del destacado combatiente Marcelo Fernández Font, líder de la Asociación de Estudiantes de Ingeniería de la Universidad de La Habana, y uno de los principales cuadros del Movimiento 26 de Julio en el Llano, donde se desempeñó como miembro de su Dirección Nacional, Responsable Nacional de Propaganda, Coordinador Nacional del Movimiento y fue uno de los principales organizadores de la Huelga del 9 de abril. En la Sierra Maestra, Marcelo Fernández Font formó parte de la Columna 1 José Martí bajo el mando directo del comandante en jefe Fidel Castro y tras el triunfo de enero fue fundador del Partido Comunista de Cuba y ocupó diversas responsabilidades en el Banco Nacional de Cuba, el Ministerio de Comercio Exterior y la Junta Central de Planificación.
Como es conocido, entre las tradiciones de lucha del pueblo cubano contra las tiranías estaba la de realizar una Gran Huelga General Revolucionaria, como sucedió para derrocar al dictador Gerardo machado en agosto de 1933. También formaba parte de la tradición del movimiento obrero la realización de grandes huelgas, como las que sacudieron el sector azucarero de todo el país en los años 1955 y 1956. Otro hito que demuestra el papel de la clase obrera en la oposición a la tiranía de Batista se expresó en la huelga general de agosto de 1957, cuyo epicentro fue la ciudad de Santiago de Cuba, tras el asesinato del extraordinario dirigente del Movimiento 26 de Julio Frank País. En su análisis de dicha huelga, el comandante Ernesto Guevara expresó:
… sirvió para que nos diésemos cuenta de que era necesario incorporar a la lucha por la liberación de Cuba al factor social de los trabajadores, e inmediatamente comenzaron las labores clandestinas en los centros obreros para preparar una huelga general que ayudara al Ejército Rebelde a conquistar el poder.
En los primeros meses de 1958, el Ejército Rebelde se había consolidado en las montañas y llanos de Oriente, trasmitía sus consignas revolucionarias por la emisora Radio Rebelde y dos nuevas columnas insurrectas comandadas por Raúl Castro y Juan Almeida, comenzaron a operar en la Sierra Cristal y en los alrededores de Santiago de Cuba, respectivamente.
En la capital del país, las milicias clandestinas del 26 de julio ganaban en organización y capacidad de respuesta frente a la represión, aunque habían sufrido la pérdida de algunos compañeros muy valiosos, como los capitanes Gerardo Abreu “Fontán”, brutalmente martirizado y asesinado el 6 de febrero; Sergio González López “El curita”, salvajemente torturado y asesinado el 19 de marzo y Arístides Viera, “Mingolo”, caído un día después en un enfrentamiento con la policía motorizada en las cercanías del entonces Coney Island.
En este contexto, a instancias del sector urbano del Movimiento 26 de julio, comenzó a gestarse la idea de preparar una huelga general insurreccional para derrocar a Batista. La estrategia fijada establecía la realización de una huelga general en todo el país, acompañada por acciones armadas. Las objeciones de la Sierra a este plan pasaban por considerar precipitado convocar a una huelga, sin contar con el apoyo armado necesario, pero aun así se decidió realizar el llamado al paro nacional. El 12 de marzo el comandante Fidel Castro lanzó un manifiesto al pueblo para convocarlo a la huelga general, que decía:
Reunida en el campamento de la Columna No. 1, Comandancia General de las Fuerzas Rebeldes, la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio acordó por unanimidad lo siguiente:
1ro. -Considerar que, por el resquebrajamiento visible de la Dictadura, la maduración de la conciencia nacional, y la participación beligerante de todos los sectores sociales, políticos, culturales y religiosos del país, la lucha contra Batista ha entrado en su fase final.
2do.-Que la estrategia del golpe decisivo se basa en la Huelga General Revolucionaria secundada por la Acción Armada.
3ro. -Que la acción revolucionaria debe irse intensificando progresivamente a partir de este instante hasta desembocar en la huelga que será ordenada en el momento culminante.
La organización del 26 en el movimiento obrero, el Frente Obrero Nacional, fue la encargada de convocar a la huelga entre los trabajadores urbanos, mientras que la Federación de Estudiantes Universitarios debía hacer lo mismo entre los estudiantes.
A las 11 de la mañana de aquel miércoles 9 de abril de 1958, un mensaje de Fidel transmitido por las emisoras Radio Reloj, CMQ, Circuito Nacional Cubano y Radio Progreso arengaba a la población con estas palabras: «Atención cubanos, es el 26 de Julio, llamando a la Huelga General Revolucionaria. Hoy es el día de la libertad. Día de la huelga general revolucionaria. Adelante cubanos, desde este momento se comienza en toda Cuba la lucha final que solo terminará con el derrocamiento de la Dictadura».
La Habana, junto con otras ciudades de toda Cuba, y de manera particular Pinar del Río, Matanzas, Sagua La Grande, Cienfuegos, Camagüey y Santiago, tuvo un enorme protagonismo en aquellos hechos. Dividida por zonas, en la capital se realizaron acciones diversas que incluyeron la ocupación de estaciones de radio, la voladura de registros de electricidad, paros y sabotajes en varias terminales del transporte, quema de gasolineras y automóviles y la interrupción de la entrada y salida de vehículos al territorio.
La Habana Vieja fue asignada a las milicias juveniles que había organizado el bravo luchador Gerardo Abreu “Fontán”. El mando fue tomado entonces por los muy jóvenes capitanes Julio Travieso, Marcelo Pla, Mario Gil, Miguel Brugueras y Aldo Rivero. De todos ellos solo sobrevive hoy, a sus gloriosos 80 años Julio Travieso, convertido en uno de los más importantes intelectuales cubanos de las últimas décadas.
Siguiendo orientaciones de Oscar Lucero y Marcelo Salado, los combatientes que actuarían en La Habana Vieja tomaron la determinación de asaltar la armería La Marina, de Mercaderes y Lamparilla, en un comando dirigido por Marcelo Pla e integrado por Roberto Casals, Reinaldo Aulet, Carlos Astiazarraín y Marcelo Muñoz. Mientras tanto, Julio Travieso y Aldo Rivero paralizarían el comercio en las calles Merced, Cuba, Acosta y Luz y tratarían de incendiar los muelles. Brugueras forzaría el paro en Monserrate, Teniente Rey y Murallay Mario Gil tomaría el control de la calle Obispo. Las armas para iniciar las acciones fueron guardadas en la barbería de Luis Lozada, en Lamparilla y Villegas.
En La Habana Vieja el éxito de la Huelga fue supeditado al asalto a la Armería. Desde allí se distribuirían las armas que permitirían organizar la resistencia con la toma de diversos edificios públicos. Con apenas una ametralladora Thompson y algunas pistolas, partieron los milicianos de la residencia de Casals en el barrio de Santos Suárez. Prefigurando su destino, se afirma que Casals dijo la víspera: “mañana va a morir lo mejor de la juventud cubana y quiero tener el honor de caer con ella”.
Fue una soleada mañana de abril. Frente a la armería de la calle Mercaderes se detuvo un Ford rojo del que descendieron dos jóvenes. El más alto y fuerte de los dos, Carlos Astiazarraín, empuñaba la Thompson y pocos minutos después empezaron a sacar las armas para introducirlas en un camión. Otros milicianos detenían los ómnibus y autos, atravesándolos en medio de las calles para impedir el paso de las perseguidoras.
Esta operación, ejecutada con precisión y serenidad admirables, se malogró por un accidente fortuito. Mientras el camión avanzaba por la calle Mercaderes, chocó contra un auto y fue necesario trasladar el cargamento hacia dos automóviles. Entre tanto, las fuerzas de las patrullas y del SIM se cerraron sobre ellos. Aulet tomó la ametralladora Thompson y ordenó a sus compañeros: “Sigan, que yo los aguanto”. En medio del fuego cruzado cayó Astiazarraín a pocos metros de la Armería y Aulet fue abatido en la entrada de un edificio de oficinas por Lamparilla, mientras que Casals y Muñoz se parapetaron en la bodega que hacía esquina en Mercaderes y Lamparilla, batiéndose hasta la última bala. Cuando se les acabó el parque, fueron acribillados a balazos. Marcelo Plá y otros combatientes lograron evadir el cerco policial y salir milagrosamente con vida.
Decenas de combatientes murieron en las acciones o fueron asesinados por los cuerpos represivos a lo largo del país, y cientos resultaron detenidos. Al finalizar la épica jornada, en La Habana resultaron asesinados por la represión más de treinta compañeros, entre ellos el intrépido luchador clandestino Marcelo Salado, segundo jefe del Movimiento 26 de julio en la capital.
Diversas causas, objetivas y subjetivas, impidieron el éxito de la Huelga General Revolucionaria y que la paralización del país hubiera dado al traste con la dictadura de Batista. Dando muestras de su extraordinaria capacidad organizativa y de su indiscutible liderazgo, el guía histórico de la Revolución Fidel Castro supo evaluar con firmeza las causas de aquel revés táctico, poniendo bajo un mando único todas las fuerzas revolucionarias del Movimiento 26 de Julio. Ocho meses más tarde, las tropas del Ejército Rebelde entraron triunfantes en Santiago y triunfó la Revolución cubana.
El Museo que hoy reabre sus puertas, fue concebido como institución cultural al cumplirse el Décimo tercer aniversario de la Huelga, el 9 de abril de 1971, con un proyecto que mostraba el área comercial de la misma forma que estaba en 1958, y en el resto del local se creó un salón de actos, una biblioteca histórica y una galería de mártires. Tras pasar a formar parte del sistema de Museos y Casas Museos de la Oficina del Historiador, en el año 1993, la Armería 9 de abril ha desarrollado un intenso trabajo de extensión hacia la comunidad, a través de diferentes acciones culturales, actos conmemorativos, conversatorios, conferencias, exposiciones permanentes y transitorias, además de integrarse al proyecto Rutas y Andares en los meses de julio y agosto desde el año 2001.
Entre los objetos de mayor valor que pueden observarse en sus salas están armas de fuego largas y cortas, además de armas blancas, todas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Destacan las escopetas y fusiles de caza con finos trabajos de ornamentación, producidos por prestigiosas casas armeras de España, Estados Unidos, Alemania, Rusia, Italia y Bélgica; accesorios para la caza deportiva, cuchillos de caza, dagas, cuchillos plegables y puñales.
De igual modo se expone una colección de armas utilizadas por combatientes del Movimiento 26 de Julio, entre cuyas piezas más relevantes están una carabina M2, utilizada por el Comandante Ernesto Che Guevara durante la lucha armada en la Sierra Maestra; un fusil Beretta con mira telescópica, que perteneció a la heroína de la Revolución Celia Sánchez; un fusil Springfield, modificado artesanalmente en las armerías del Ejército Rebelde; así como una muestra de la colección de documentos, fotos y objetos personales de miembros del Movimiento 26 de Julio en la clandestinidad.
Con la reapertura de la Armería 9 de abril, con unrenovado diseño museográfico y un discurso museológico auxiliado por la tecnología contemporánea, la Oficina del Historiador de La Habana da continuidad a su magno empeño de salvaguardar y poner a disposición del pueblo la preciosa herencia cultural que se custodia en el Centro Histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad. Nuestra gratitud para todos los arquitectos, diseñadores, inversionistas, artistas, constructores y museólogos que trabajaron para hacer realidad este hermoso museo.
Como tantas veces nos ha dicho nuestro líder y mentor, el Dr. Eusebio Leal, la cultura es una poderosa fuerza moral capaz de revertir toda decadencia, y generar valores y sentidos de amor patrios en una sociedad como la nuestra, que se nutre cada día de su rica historia para construir el presente. La Armería 9 de abril es un excelente ejemplo de todo ello.
¡Gloria eterna a los héroes y mártires de los Asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y a los combatientes caídos durante la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril de 1958!
Muchas Gracias