Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
Durante agosto, hasta el día 31, como parte del Abrazo Virtual de Rutas y Andares 2020, los Museos de la Catedral de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, continuarán presentando piezas de colección relacionadas con rutas gustadas por el público en ediciones anteriores.
En ese sentido, cada semana la institución abordará en su página de facebook (https://www.facebook.com/catedralmuseos/) una temática diferente con variadas imágenes ilustrativas, y así se acercará a las costumbres de los hombres y mujeres en el período colonial.
El primer lunes de agosto (3) se tratará sobre un singular frasco de perfume -el Flacón-. pequeño perfumador del siglo XIX que era portado por las damas de sociedad en sus carteras. En él se guardaban fragancias y sales para los mareos.
La próxima semana se comentará acerca de los bastones, otro de los complementos más utilizados. Este tuvo cierta aura de poder, porque simbolizaba la potencia y el liderazgo de quienes los utilizaban; no solo los hombres, sino también las féminas, quienes empleaban los más ligeros y con una mayor carga decorativa. Existen diferentes tipos: los bastones conmemorativos, y los de mando militar o institucionales, realizados con materiales preciosos o frágiles.
Los llamados impertinentes y los binoculares, piezas raras utilizadas en el siglo XIX para mejorar la visibilidad cuando se asistía al teatro, las tertulias y los bailes de la época, centrarán la atención de los Museos de la Catedral el lunes 17 de agosto. Esos accesorios, traídos de Europa, eran empleados, fundamentalmente, por las señoras de sociedad y estaban compuestos en su armazón por materiales como el oro, la plata, metales dorados y niquelados; también tenían dos lentes de vidrio con aumento en forma redonda o cuadrada, unidos por un puente curvo o recto.
Otro tema que será abordado (24 de agosto) es el de las sillas de iglesia, de moda en el siglo XIX en Cuba, con la importante influencia del obispo de Espada. El uso de estos pequeños asientos de madera reafirma la religiosidad imperante en la sociedad aristocrática de esa época, además del buen gusto y las habilidades de los maestros artesanos cubanos, para trabajar con elegancia la madera laqueada y las incrustaciones.
Para cerrar agosto (31) y su incursión en el Abrazo virtual de Rutas y Andares 2020, el complejo de Museos de la Catedral se acercará en internet al transporte del período colonial y a la figura del calesero, esclavo encargado de conducir el coche y velar por su mantenimiento. El quitrín, un carruaje tirado por caballos, se hizo muy popular en Cuba durante el siglo XIX, y se utilizó mucho por la burguesía criolla. Además de ser el conductor, el calesero gozaba de ciertos privilegios entre los de su clase al representar a la familia a la que pertenecía. Su manera de vestir, con casaca bordada, botas de charol y espuelas de plata, botones troquelados y galones, se asociaba al estatus de los dueños.