Por: Dr. Arq. Daniel Taboada Espiniella
“Interior Casa de la Obra Pía” (Patio)
Actualmente, seis décadas después, no hay posibilidades de hacer aquel recorrido iniciático, debemos entrar por la portada principal al zaguán de nobles proporciones, admirar el arco del zaguán y atisbar el patio, uno de los mayores del Centro Histórico. El arco mixtilíneo es singular, no sólo por el grueso muro de carga que atraviesa, sino también por el molduraje desarrollado en ambos frentes y el empleo de bajo y alto relieves en un diseño que supera el ancho del propio arco.
El espacioso patio con tres galerías, atrae al visitante y lo desplaza a la izquierda, atraído por el traspatio. Evidentemente la planta baja de la casona era de servicio, pero estaba absolutamente controlado su acceso: una sola entrada, un solo acceso a la planta noble, un solo acceso de la servidumbre desde el traspatio. Todo se encontraba rodeado por muros de piso a techo o tapia de dos niveles; un patio penitenciario no exigía mayor seguridad.
El patio tiene amplios aljibes para almacenar el agua de lluvia y un brocal de pozo para extraerla. Con la evolución del sistema de abasto de agua dejó de ser imprescindible el uso del aljibe primitivo que se convirtió en basurero familiar. La investigación arqueológica del mismo demostró lo cierto de versiones históricas de reuniones clandestinas, durante la ocupación de La Habana por los ingleses y del ocultamiento de armas. Realmente las investigaciones dieron por resultado el hallazgo de un número extraordinario de piedras de pedernal usadas en los rifles de la época, seguramente arrojadas al aljibe ante un inminente registro por las fuerzas militares ocupantes.
Luego supimos que los aljibes son valiosos elementos constructivos para conocer las costumbres de la época, el nivel económico, su régimen alimenticio, etc., cuando se dejan de usar como aljibes y los convierten en basureros. A la usanza heredada, los patios eran desprovistos de vegetación, solo enredaderas y arbustivas que se concentraban en macetas de barro. La vegetación actualmente existente fue añadida y es indispensable mantenerla bajo control y poda para evitar, al paso de ciclones y tormentas, daños a la propiedad o al público.
Los cronistas y viajeros dan cuenta del uso del patio en estas espléndidas viviendas habaneras de los siglos XVIII y XIX, donde entraban vendedores ambulantes, baratilleros, organilleros, repentistas y limpiadores de chimenea, letrinas, caballerizas, etc., un mundo variopinto que amenazaba las austeras costumbres, especialmente cuando en la familia coexistían adolescentes y casaderas. Hubo épocas en que el portón se abría y cerraba coincidiendo con las puertas de la muralla. El cierre lo controlaba un mayordomo que tenía su propia estancia en el entrepiso de la caja de escalera, al que se accede desde el primer descanso del primer tramo. Este lugar merece una visita especial.
El proyecto anhelado para la construcción del gran patio de cuatro galerías no se pudo hacer realidad al no tener el terreno necesario; pero quedó la huella como documento histórico en piedra de la intensión. Justo en lo que sería el primer arco de la soñada galería se observa la primera dovela tallada en piedra, tan seguro estaba Calvo de la Puerta de comprar el terreno adyacente. Es lo que ahora parece un alto muro medianero garante de privacidad doméstica, que se aprovechó para crear un cantero que diera algo de verde, sostenido en cuadrícula de tabloncillo a manera de jardín vertical del soleado espacio. (Continuará el próximo jueves)
Equipo de trabajo:
MsC. Marbelys Giraudy Gómez
Dr. Arq. Daniel Taboada Espiniella
MsC. Denny Cabrera Acosta