Por Onedys Calvo Noya
El XVII Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos: Habana Vieja, Ciudad en Movimiento, ha traído a la calle O´Reilly, el lenguaje de la danza que se articula a partir de irrumpir en la dinámica de la calle. La propuesta que así lo ha permitido en esta ocasión, ha sido el resultado del taller impartido por el director de la Compañía Butoh Space Dance Tetsuro Fukuhara, de Japón, en Factoría Habana.
Durante toda la semana, en la sede de este espacio para la creación y la experimentación contemporánea, el maestro Tetsuro ha impartido talleres a niños y también a bailarines profesionales de diferentes compañías extranjeras que han venido a presentarse en el Festival. Su diálogo con cada uno de los grupos de talleristas ha estado basado fundamentalmente en la gestualidad, y ha intentado sobre todo, proponer al cuerpo como expresión de lo que siente o lo que se pretende, partiendo siempre de ese precepto oriental de poner en armonía el cuerpo y la mente. Así, cada una de las noches de jueves, viernes y sábado, se ha presentado un espectáculo que abarca varias de las expresiones de la danza contemporánea, a partir de la impronta peculiar aportada por el líder de Butoh.
La performance tiene su centro en el montaje-Performance “New Butoh Space Dance in the Tube”, la cual se basa en una estructura de tela que además de lograr un peculiar efecto escenográfico, es una especie de tubo dúctil que le permite a cada bailarín una relación particular con su cuerpo y con sus potencialidades gestuales. Tetsuro lo ha concebido como un tránsito hacia el resurgimiento, no solo por la sensación de ingravidez que se experimenta, sino por otras sensaciones relacionadas con la meditación y la introspección que se propician dentro del tubo. Su analogía más precisa es el vientre materno, en expresión de ese espacio en que el individuo encuentra sus esencias, transmite su personalidad y el estado de la mente y el alma. No hay caminos iguales y el tránsito individual de cada participante predice la conquista íntima de su cosmos, el resurgimiento a una nueva vida.
Es sintomático en la performace el virtuosismo de los bailarines implicados y la motivación que en todo instante mostraron ante la sensibilidad oriental de la propuesta. Por tiempos la danza, sin apoyatura sonora, condujo a bailarines y observadores a un estado de profunda reflexión interior. Otros momentos estuvieron plenos de dramatismo, en los cuales lució el histrionismo particular de los bailarines. De estados de silencio a risa; de la euforia al sollozo; del canto al descubrimiento simbólico de la materia espiritual que mueve al intérprete. La música, que subrayó cada estado, incluso los de silencio, también incluyó un espacio para las interpretaciones que cada artista hizo de su canción preferida, o la que le sugirió la experiencia de cada noche. Tanto por la interrelación entre los bailarines, como por sus relaciones con el espacio y con el público, la propuesta también contestemente establece un diálogo entre el individuo y su contexto. Asimismo, la simultaneidad se reiteró no solo en las acciones sincrónicas o no de los actores, sino en la implementación de la tecnología para permitir proyectar en las paredes escenas que ocurrían o en el exterior de la galería, o en el interior del tubo.
La performance -que comenzó en las afueras de Factoría propiciando un diálogo particular de los vecinos y transeúntes de esta zona, no acostumbrados a este tipo de manifestaciones artísticas-, se movió por todos los espacios dentro y fuera de la galería en diferentes momentos: los dos salones, las escaleras y el patio, donde concluyó la presentación en un círculo de comunión.
“New Butoh Space Dance in the Tube” en Factoría Habana, ha sido una presentación alegórica de la existencia, y un ejercicio muy completo de los derroteros de la danza contemporánea, en estos momentos de transdisciplinariedad y nuevas tecnologías para el arte.
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