En estos días en que la danza recorre las calles de la ciudad antigua, los caminantes acuden a cada uno de los sitios de las presentaciones guiados por personajes gigantes que se mueven al ritmo de la conga. Los ya habituales pasacalles que inician estas jornadas de danza callejera están a cargo, desde hace varias ediciones del evento, de los grupos de teatro Gigantería, de La Habana y de la compañía TECMA, de Pinar del Río.
Para Roberto Salas, director de la primera de las agrupaciones, el festival es un pretexto para reencontrarse y al mismo tiempo volver a estar en contacto con amigos que vienen año tras año, fortalecer alianzas y respirar qué se está haciendo en términos de danza y teatralidad en espacios públicos. “Después de trece años Gigantería sigue explorando la ciudad y nos encanta estar aquí. Regresamos cada año a este evento porque a él le debemos nuestro nacimiento y llegada al Centro Histórico. A partir del festival hace trece años un grupo de amigos nos abocamos al deseo y la necesidad grupal de llegar a la calle y pensar la ciudad de un modo vivo y desde entonces nos permite regresar año tras año a los que somos.Nuestra función en cada edición es la misma: conducir a los espectadores a través del recorrido que marca la danza”.
Por su parte Luís Manuel Valdés, director de la compañía TECMA, teatro callejero medioambiental de Pinar del Río, agradece la oportunidad que le brinda este evento, como espacio de articulación, intercambio y aprendizaje. “En estos momentos en que estamos incorporando elementos más teatrales en nuestro proyecto, el festival nos permite visualizar y nutrirnos de lo que hacen otros grupos, por eso hacemos todo el esfuerzo por estar cada año. Significa mucho para nosotros el poder trabajar vinculados a Gigantería”. Esta agrupación, que forma parte de una red nacional de educadores populares, utiliza el arte callejero como herramienta para la transformación social y la sensibilización medioambiental.