Bibliotecas sin paredes: creatividad e innovación

XI edición de las Jornadas por el Día del Bibliotecario en el Centro Histórico de La Habana

Por:  MsC. Marbelys Giraudy Gómez

El año 1938 marca el inicio de la fundación de la Oficina del Historiador de la Ciudad coincidentemente con la creación del Archivo Histórico Municipal y la Biblioteca Histórica Cubana y Americana. Así se forjó la magna y robusta obra cultural dirigida por el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring que, ya siendo octogenaria en nuestros días con el liderazgo del Dr. Eusebio Leal, sigue apostando por la perpetuidad de ese legado primogénito, cuyas esencias han sido preservar la historia habanera y de la nación, custodiar sus testigos más preciados y expandir cultura.

El libro, como producto cultural per se, fue, es y seguirá siendo, más allá de sus bienaventurados soportes y formatos, un medio de expresión y expansión de esa cultura. Es por ello que para el Dr. Roig era necesario poner al servicio público sus libros personales y crear una biblioteca que después se ampliaría con las colaboraciones de otros destacados intelectuales del Círculo de Amigos de la Biblioteca Nacional, justamente en un momento en que dicha institución se encontraba en un estado lamentable debido a la falta de una sede confortable para brindar sus servicios.

Este hito bibliotecario acaecido en los predios del otrora Ayuntamiento de la Habana impulsó el ámbito bibliotecológico en el resto de Cuba y en la región, donde en fecha temprana se acordara que todos los municipios americanos se encargaran de “la creación en cada localidad de bibliotecas constituidas por los libros de aquellos particulares progresistas amantes de la cultura popular que, sin perder su propiedad, quieran ofrecerlos y ponerlos a disposición de los estudiosos” (Roig, 1951).

De esta forma, la difusión del libro y la lectura caracterizó la impronta sociocultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad desde su génesis. En este sentido, cuando se celebró la I Feria Internacional del Libro de La Habana, la Oficina del Historiador fue una de las protagonistas.

Para 1949 en Cuba comienza a gestarse una campaña por la conmemoración del Día del Libro Cubano, en homenaje al natalicio de Antonio Bachiller y Morales, reconocido como el padre de la bibliografía nacional, y es en junio de 1950 que se instituye dicha celebración. Estas primeras festividades en la Oficina del Historiador de la Ciudad se caracterizaban por la inauguración de exposiciones temáticas o con motivos conmemorativos en las que se mostraban documentos, fundamentalmente de la Biblioteca y Archivo históricos. Es significativo que, como parte de estos festejos, se colocara una tarja en la casa donde murió Bachiller y Morales (actual Biblioteca Infantil que lleva el nombre del intelectual), el 7 de junio de 1951.

Con la conformación del Sistema de Bibliotecas Especializadas de la Oficina del Historiador a inicios del siglo XXI, se inició una nueva etapa para esta celebración que, a partir de entonces, se convertiría en jornadas, con una semana de extensión, y se harían coincidir con los primeros días del mes de junio. Es así que en ese mes de 2002 se celebra la I Jornada por el Día del Bibliotecario Cubano en el Centro Histórico de La Habana.

Desde entonces estas jornadas se caracterizan por incluir un amplio programa de actividades que mantiene las ya tradicionales muestras de libros e incorpora otras acciones que permiten el mayor acercamiento a los diversos públicos. Asimismo, dedica varios espacios al intercambio profesional entre bibliotecarios, entre ellos destaca el Coloquio Bibliotecario en el Centro Histórico. La realización de una gala inaugural y la clausura también engalanan la festividad.

La evolución de estas jornadas podría definirse en dos momentos: hasta 2013 y de 2014 a la fecha. En los inicios no tuvo estrictamente una frecuencia anual, se potenció el trabajo con el público general e infantil (niños y niñas de las aulas-museos), el encuentro con autores de libros e intercambios de conocimientos entre los propios bibliotecarios. Entre las actividades más significativas de esta etapa podría rememorarse el encuentro con el escritor Leonardo Padura, una acción didáctica muy gustada por los niños con crucigramas gigantes extraídos de la prensa, que atesora la Biblioteca Histórica, y la campaña El bibliotecario te regala un libro, precursora de la que posteriormente fue denominada Libros en Movimiento.

A partir de 2014, coincidiendo con la V Jornada, se consolida esta celebración con nuevas características: se realizan con frecuencia anual ininterrumpida, les antecede una intensa campaña de difusión por los medios de comunicación, protagonizada por los propios bibliotecarios. Se diseñan y readaptan actividades para los públicos más vulnerables: adultos mayores, discapacitados intelectuales, sordos, débiles visuales…

Por otra parte, cada edición se dedica a una temática, a un aniversario de una de las bibliotecas u otra conmemoración relacionada con el universo del libro y las bibliotecas. A partir de esa V Jornada, también se diseña una identidad visual que acompañará en lo adelante los trípticos, plegables, posters, lonas y restantes instrumentos para la promoción. La Jornada se comienza a vincular con la fecha de aniversario de la Biblioteca y Archivo históricos. Además, se empiezan a visualizar desde las jornadas aquellos proyectos bibliotecarios en vías de desarrollo y la sinergia con otros de la OHC. Igualmente se convierten en puente para la colaboración con otras instituciones.

Cada edición ha lanzado a los bibliotecarios del Centro Histórico a entregar lo más preciado de su profesión, regalando libros que esta vez salen de los lugares cerrados de las librerías y bibliotecas y se mueven por la ciudad gracias a la campaña Libros en Movimiento, con atractivas iniciativas como performances de estatuas vivientes, montados en bicicletas o en un trencito, sin rieles y sin andén, con paradas en una estación cualquiera donde haya alguien presto a leer. También con las Jornadas los bibliotecarios recorren rincones de la ciudad con sus públicos en busca de aquellos inmuebles, algunos olvidados, donde estuvieron ubicadas alguna de las imprentas de La Habana.  Convidar a los niños a ser los protagonistas de un libro al estilo de los más grandes ilustradores y editores es otra de las actividades que cada año forma parte de la Jornada, tras meses de trabajo en el taller “Vamos a Armar un Libro”, que concluye con la publicación y presentación del volumen trabajado en la calle de madera, sede de presentaciones literarias. La creatividad se desborda en las Jornadas bibliotecarias del Centro Histórico con otras propuestas como la degustación del coctel Mary Pickford, como parte de una muestra bibliográfica expositiva; la reinterpretación de peinados extraídos de las publicaciones; así como el baile de sones y danzones de la década del ‘30 al estilo contemporáneo de la música house gracias a partituras que se conservan en nuestros centros. Casitas como pajareras se han convertido en un medio para intercambiar libros en cada Jornada, y esas citas que aparecen en la literatura clásica sobre exquisitos platos, han sido razón suficiente para degustar variados menús después de la lectura. Sumergirnos en un mundo de realidad y fantasías e imaginarnos como libros y bibliotecas humanas, con títulos y colecciones de historias para compartir con otros lectores, ha sido otro de los sueños logrados.

Justamente entre las acciones más gustadas o seguidas por el público participante durante estos años de jornadas están la campaña Libros en Movimiento (2014 al 2018); el taller “Vamos a Armar un Libro” (2014 al 2019); la exposición foto bibliográfica por el aniversario de la Biblioteca Histórica (2015);  la Campaña E-Books (2015, 2016), para dar acceso a los libros digitalizados en nuestras instituciones bibliotecarias; la velada Las bibliotecas y el humor (2016); la reinterpretación de peinados (2017); la colocación de la tarja a Alfredo Zayas, bibliotecario insigne de la OHC (2017); la campaña Lecturas de Intercambio (2017,2018,2019); la reinterpretación de partituras publicadas en Carteles 1935 (2018); el ciclo de bibliotecas en series de TV (2018); la exposición La Habana: registro de mujeres viajeras (2019); el recorrido por las antiguas imprentas de La Habana (2019); las acciones Peda-Lea, Sabores de la Literatura Cubana y Bibliotecas Humanas: no juzgues al libro por su portada (2019); entre otras que podrían citarse en un próximo recuento.

La Jornadas por el Día del Bibliotecario en el Centro Histórico de La Habana se han convertido en una suerte de laboratorio para la creación y la innovación en este siglo XXI donde los servicios bibliotecarios están abocados a una nueva narrativa y a traspasar las barreras físico-espaciales cada vez más desafiadas por la virtualidad y los retos que, como en estos tiempos de pandemia, impone la propia supervivencia humana.

Sirva este trabajo como justo homenaje a los bibliotecarios cubanos que hoy, incluso desde casa, celebran el Día del Bibliotecario Cubano y posponen la Jornada en el Centro Histórico para cuando la vida retorne a las bibliotecas con el regreso de los usuarios que son su razón de ser.

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