Por Teresa de Jesús Torres Espinosa
El impacto de la Covid 19 se ha hecho sentir, a escala mundial, en todas las ramas de la sociedad. Cuba, que también ha estado afectada por esta pandemia, ha tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias.
De manera particular, en el Centro Histórico de La Habana los especialistas han tenido que repensar las acciones culturales. Así, en correspondencia con el necesario distanciamiento social a causa de esta epidemia, la Dirección de Patrimonio Documental de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH) ha concebido de una manera diferente la celebración, este año, de la Jornada por el Día del Bibliotecario, que suele tener mucho impacto en la comunidad y en las personas que visitan el entorno colonial.
La Dra. Grisel Terrón Quintero, al frente de esa dirección, nos ofreció detalles de la realización del Día del Bibliotecario Cubano, instituido el 7 de junio, en conmemoración del nacimiento del padre de la bibliografía cubana, Antonio Bachiller y Morales (1812-1889), una de las figuras imprescindibles de la cultura cubana.
Para no pasar por alto esta significativa efeméride, acudimos al escenario virtual de Habana Cultural, donde divulgaremos nuestras propuestas. En este sitio web, de la Dirección de Gestión Cultural de la OHCH, colgaremos un artículo sobre la historia de estas jornadas, su génesis y desarrollo. Así, por primera vez en un medio de comunicación sistematizaremos la experiencia de esta celebración por el Día del Bibliotecario en el Centro Histórico, que transcurre en el entorno desde 2002.
También organizamos el concurso ¿Bibliotecas aisladas en tiempos de aislamiento?, dirigido a los bibliotecarios y trabajadores del patrimonio en sentido general, de todos los lugares del mundo, que convoca a pensar un poco en las bibliotecas en una situación como la actual. Se trata de reflexionar sobre cuáles acciones debían incluirse en los planes de emergencia y de prevención en las bibliotecas, para tiempos de esta naturaleza. Pensar la biblioteca desde otros escenarios, es algo que no es nuevo en Cuba y el mundo, pero la Covid 19 le ha dado un nuevo empuje a esta realidad y se ha convertido en una urgencia de estos templos del saber. La idea del concurso es pensar entre todos y construir la nueva normalidad, que no será a la que estamos acostumbrados, pero que debe garantizar que las bibliotecas sigan cumpliendo sus funciones en esas condiciones.
Como parte de la Jornada por el Día del Bibliotecario hemos concebido, además, una exposición virtual de las portadas de la revista Social, trascendental de la cultura cubana republicana, donde el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring tuvo una activa participación. En ese sentido, desde hace algún tiempo, la Biblioteca Histórica se dedica a la digitalización de este medio de prensa, en cooperación con la Universidad de los Ángeles, California, y otras instituciones del país, como la Biblioteca Nacional, el Instituto de Literatura y Lingüística, y la Universidad de La Habana. Aún en tiempos de pandemia, la digitalización ha estado a cargo de una de las bibliotecarias que, desde su casa, con toda la complejidad que implica la captura, la preparación de las imágenes y de los pdf, ha garantizado que esta importante tarea no se detenga.
Otra acción que será muy significativa para la comunidad de historiadores e intelectuales, de Cuba y otras naciones, es el comienzo de la publicación en formato digital, en Habana Cultural, de todos los tomos de la Colección Facticia de Emilio Roig de Leuchsenring. Es una compilación muy valiosa de más de mil volúmenes, preparada por Roig, intelectual y materialmente, y conservada durante años en la Biblioteca Histórica. A partir del 7 de junio, una vez cada mes, se pondrá a disposición del público universal un tomo; empezaremos por el dedicado a La Acerca del Louvre, el primero de la Colección.
Orígenes y desarrollo de las jornadas
Por décadas en Cuba se celebra el Día del Bibliotecario Cubano, en recordación del nacimiento del historiador, profesor y periodista Antonio Bachiller y Morales, hombre de una erudición fuera de lo común, siempre al tanto de las inquietudes de su tiempo, de los adelantos científicos más recientes, y también de la cultura en su acepción más amplia.
En el entorno colonial de la capital comenzamos a celebrar la jornada desde el 2002. Entendimos que el trabajo del bibliotecario suele ser anónimo y callado, a la sombra de los grandes investigadores e historiadores, literatos…, y creímos que, para la magnitud de su quehacer, era poco un día y lo extendimos a una semana, alrededor del 7 de junio. El trabajo de las bibliotecas especializadas –la mayoría de las del Centro Histórico– suele ser poco visible al tener un público reducido de investigadores de cada una de las materias que definen su perfil particular. Por eso, la labor suele parecer muy distante, elitista, pero están también muy en función de la comunidad y del proyecto sociocultural que desarrolla la OHCH.
En el afán de mostrar a las bibliotecas por dentro, durante años las hemos acercado a la comunidad. En las Jornadas por el Día del Bibliotecario acostumbramos a desarrollar las campañas Libros en movimiento para que los textos lleguen a los usuarios potenciales, a quienes van caminando por las calles y no esperan que ese día una persona (el bibliotecario) se acerque a ellos para obsequiarles una obra. Ha sido una acción de mucha acogida, a los bibliotecarios les gusta mucho, porque el texto se recibe como un premio por parte de ese público que se sorprende, ya sea una niño, joven, un anciano–cubano o de otro país. Ese día, para tener un libro, solo hace falta coincidir en el lugar donde esté el bibliotecario.
Asimismo, en las jornadas dedicadas al bibliotecario han sido tradicionales las exposiciones bibliográficas y conversatorios de escritores con usuarios, en los que han intervenido reconocidos panelistas. Tenemos la filosofía de que el usuario sea partícipe de las bibliotecas; no es alguien ajeno, sino una persona que construye el fenómeno bibliotecario, nuestras colecciones, nuestras dinámicas y, por eso, es tan relevante que esté junto a nosotros en cada acción.
Estas actividades y muchas otras, son organizadas desde hace 18 años como parte de la Jornada, pero llegó la Covid 19 para decirnos que hay también otras maneras de agasajar a los bibliotecarios, como continuación de la obra iniciada en 2002. Esperamos que las celebraciones perduren en el tiempo combinando las modalidades presenciales con las virtuales, incluso en alianza con otras instituciones de la cultura cubana, ubicadas más allá de los predios del Centro Histórico habanero.
La red de bibliotecas de la OHCH
La Dirección de Patrimonio Cultural de la OHCH dispone de una red de 19 bibliotecas especializadas, de acuerdo con el perfil de las Casas Museos a las cuales pertenecen. También hay otras especializadas, que no son parte de otras instituciones, como la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle, la Biblioteca Pedagógica Félix Varela, y la Biblioteca Infantil Antonio Bachiller y Morales, esta última inaugurada el pasado mes de noviembre.
En 1938, el Dr. Roig fundó la Biblioteca Histórica Cubana con la intención de salvar importantes colecciones privadas de los intelectuales cubanos, entre ellos, del propio Roig, y es esta la que, por su antigüedad y valor, dirige el sistema de bibliotecas de la OHCH. Especializada en temática cubana, en ella se atesora el mayor patrimonio documental y bibliográfico cubano del Centro Histórico.
Ahora contamos con la Bachiller y Morales, fuera de los límites del Centro Histórico, en el municipio de Centro Habana, especializada no por la temática, sino por el tipo de público al que atiende. Su sentido son los niños de 0 a 12 años de edad. La biblioteca está en construcción, y con ello quiero decir que no es una obra acabada, pues la parte civil finalizó, pero ha ido naciendo como biblioteca en rigor en cuanto a sus colecciones, el mobiliario y otras funcionalidades, con los pequeños dentro que van marcando su configuración. Lo más importante es que ya tiene público, padres interesados que llevan a sus hijos, aun cuando todavía no es la institución que anhelamos. Posee un pequeño equipo de bibliotecarios, muy entrenado y soñador.
Hay otra biblioteca que metodológicamente no forma parte del sistema; sin embargo, en cuanto al trabajo y a la filosofía, se integra a nuestra gestión: la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena –muy antigua–, es la Provincial de La Habana, con tremenda experiencia y que acoge a todos los públicos. Por supuesto que, de ella y de la sabiduría de sus bibliotecarios, también nos nutrimos.
El Centro Histórico cuenta, asimismo, con otras bibliotecas, como la del Centro de Documentación del Plan Maestro y la de la Empresa de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo RESTAURA, todas hermanadas en la intención de lograr un verdadero sistema.
¿Qué cualidades crees que deban caracterizar a un bibliotecario?
Considero que para ofrecer un servicio de calidad, a un bibliotecario debe distinguirlo un conjunto de cualidades: Debe ser una persona de vasta cultura y con soltura, porque los usuarios sorprenden. Y aunque la mayoría de las bibliotecas del Centro Histórico habanero son especializadas, quienes las visitan suelen tener amplios conocimientos; entonces, el bibliotecario no debe solo restringir su conocimiento al perfil de su biblioteca porque el usuario que atiende es exigente.
Las bibliotecas están llamadas a ser el centro espiritual de la cultura, por lo que el bibliotecario también debe ser creativo y paciente para llegar a la mayor cantidad de personas; estar preparado para atender a cualquier usuario con la cultura y el libro, que son sus armas.
Cada vez más –y el aislamiento a causa de la COVID lo demuestra– las bibliotecas se mueven en entornos digitales, por lo que el bibliotecario debe tener mayores conocimientos de computación. Los medios virtuales no hacen desaparecer los físicos, y el bibliotecario debe saber moverse en ambos para brindar servicios de calidad y a la altura del momento actual.
Quienes trabajan en las bibliotecas deben saber responder y tener capacidad de comunicación, explicar y orientar para facilitar el trabajo a los investigadores, porque no siempre las personas van a las bibliotecas sabiendo qué libro buscan, ni siquiera los usuarios especializados, entonces el bibliotecario tiene que saber dónde buscar e imbricarse en el tema que trabaja el usuario para encontrar las respuestas que él necesita y luego desaparecer.
El bibliotecario no puede ser la persona que diga: “No sé, no lo encuentro, no está”; sino esforzarse por hallar la información al usuario; ser amable y respetuoso; a la vez, tener carácter para establecer pautas y garantizar la protección de los documentos. Igualmente, debe ser discreto y mantener debidamente resguardada la identidad de los usuarios y de las investigaciones que realiza el público.
En correspondencia con lo anterior, ¿qué distingue a los bibliotecarios del Centro Histórico?
Creo que a nuestros bibliotecarios, en su mayoría, los identifican esas cualidades, y añadiría dos que no mencioné: son personas muy humildes y consagradas. Muchas llevan numerosos años trabajando en esta zona, han sido testigos de la evolución de las bibliotecas, se han adaptado a la informatización con notoria valentía y entrega y han situado a las bibliotecas en el punto en que estamos, que no es el final del camino, pero sí ha significado un avance importante.
Ellos son muy laboriosos y estables. Como contamos con muchas bibliotecas, tenemos una gran diversidad. Hay personas muy jóvenes, que han llegado siendo estudiantes de un técnico medio o de la Universidad de La Habana, y hoy son destacados profesionales. Constituyen, en conclusión, una tropa aguerrida y disciplinada que merece la celebración de su día por todo lo alto.
Antes de concluir nuestro diálogo, la Dra. Grisel Terrón Quintero exhortó a todas las personas a participar en las acciones que organiza la Dirección de Patrimonio Documental “porque sin ese público receptor, físico o virtual –como nos obliga en estos momentos la pandemia– ningún esfuerzo realizado tendría sentido”. Estimulamos a que ahora, en los escenarios virtuales, se divulgue más nuestro quehacer y se comparta esta información porque mucho de lo que hacemos constituye un verdadero privilegio para quien pretende estudiar a Cuba y a La Habana. Y, por supuesto, les abrimos las puertas para que se acerquen a nosotros, nos pregunten, sugieran y contribuyan a que nos convirtamos en mejores profesionales e instituciones de la cultura cubana.